Mi Pequeña Collins

Todo había pasado tan rápido, tanto así que el empresario no podía creer que estaba caminando por el aeropuerto de Italia, pasando todos los controles.

Como nunca pensó en su atuendo, deseando que cuando se produjera el encuentro sea del agrado de lulú; pero las cosas parecían no iban a ser fáciles.

Cameron lucía un elegante pantalón negro de vestir, un suéter cuello tortuga del mismo color y un delicado saco hasta los tobillos color mostaza.

Aún tenía esa sensación agridulce, luego del llamado, su mente no dejaba de maquinar las mil escenas de Lizet con ese tipo

-¿Ella estaba gimiendo? Pensó enojado- luego sacudió su cabeza para tratar de erradicar esos pensamientos que solo lo ponían más furiosos

Camino hasta tomar un taxi, durante el viaje pensó en lo que Alma le había dicho, si la quería con él debía luchar. No podía enojarse y echar todo por la borda, recordó las mil veces que Lizet lo veía de lejos y sus ojos verdes detonaban un sentimiento, que él, hasta ese día no entendió, era tristeza... cada vez que él estaba con otra mujer, ella simplemente lo toleraba jamás se alejó y mostraba con esfuerzo su mejor sonrisa.

-Idiota murmuró, pero el taxista los escucho

-Decía señor

-Disculpé estaba pensando, lo lamento

-No se preocupe, ya casi llegamos

-Gracias-

Luego de unos minutos, el coche se detuvo frente al hotel Moscova situado en el centro de Milán a unos 600 metros de Breara, si tan solo supiera que esta tan cera de Lizet habría cambiado el semblante oscuro con el que ingreso a su suite y se arrojó a dormir. Necesitaba descansar, para poder pensar, no renunciaría, no lo haría jamás, él era Cameron Anderson y fallar no estaba en su vocabulario.

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Solo de curiosidad, ¿Qué piensas hacer? - preguntó Lorenzo cuando su cuerpo era tomado por su novio y obligado a sentarse sobre las piernas fuertes del argentino.

La modelo había decidido refugiarse en el departamento de sus amigos luego de la llamada.

-Aun no lo sé, supongo que evitarlo- Lizet tomo un trago de su bebida frutal

-Lizet se madura- afirmo Eduardo- porque vas a evitarlo, vino a verte

Ella dejo salir una risa sonora un tanto irónica- por favor, Eduardo, él jamás vendría por mí, de seguro tiene alguno que otro negocio, y ya que esta que mejor, que tener de guía turística a la tonta de lulú.

Por fuera parecía una mujer segura, pero aquello que pronuncio dolía tan en el fondo que no podía tolerarlo, ya no quería esperar, esperar a Cameron significaba desilusionarse y eso no lo permitirá, no esta vez.

-Ay cariño, solo date una oportunidad, no a él a ti, si realmente quiere verte que pierdes, tal vez podrías definir lo tienes allí- el rubio señalo el corazón de quién aún se encontraba indecisa

-Por el momento lo hare sufrir quiero ver que tanto quiere verme- cruzo sus piernas y apoyo su espalda en el cómodo sofá rosa pastel.

-¿Cómo piensas evitarlo? De seguro sabes que vives aquí, sino ira a la agencia-

-Lizet sonrió- pues pensé que mis grandes, sexis y preciosos amigos me ayudarían- dejo salir pícaramente

-No, definitivamente no me uno a eso- negó Eduardo compadeciéndose de Cameron, pero su resistencia duro unos pocos segundos cuando Lorenzo tomo su rostro y lo miro fijamente, basto que el rubio elevara una ceja e inclinara la cabeza para cambiar  de opinión.

-Ok lo haremos- dijo aferrándose a la cintura de su novio-

-Huy amor eres tan dulce - Lorenzo dejo un tierno beso en los labios de Eduardo y volvió su rostro para guiñarle un ojo a Lizet que veía divertida la escena.

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La mañana llego con el sol cubriendo el cielo italiano, Cameron desayuno en el restaurant del hotel, un café fuerte y una galletita acompañadas de mantequillas.

Luego subió a su coche importado de alquiler y después de terminar la reunión con los italianos cerro todas las posibilidades de ser molestados los próximos días, solo quería dedicar su tiempo a Lizet, esta media mañana ya había sido suficientemente tortuoso, sabiendo que estaban en la misma ciudad y no podía verla-

Su coche se detuvo en el parking Lot, para adentrase una de las agencias de modelos más prestigiosas de Milán.

Varios rostros voltearon a ver, la caminata segura y galante del empresario que no dudo en lucirse, un sobretodo negro cubría el traje azul entallado debajo- Cameron elevo sus lentes de sol dejando a la vista sus rasgos masculinos y la profundidad de sus grandes ojos negros.

Acomodo su saco y dejo ver aquella sonrisa de costado, se acercó a la recepción, para hablar con una bella pelirroja que lo seguía con la mirada mientras estaba al teléfono con alguien.

-Buenos días- la voz seductora de Cameron provoco que la pobre chica tragara saliva y rezara poder hablar sin verse tan tonta.

-Buenos días Señor, en que lo puedo ayudar

-Estoy buscando a la señorita Collins Lizet, tengo entendido que el día de hoy se encontraría aquí. - Cameron uso todos sus recursos para obtener la agenda de lulú.

-Eso es cierto. La joven sonrió y Cameron le regalo un guiño acompañado de una bella sonrisa que se borró en pocos segundos.

-Pero la Señorita se retiró… al parecer- la joven observo su monitor y luego de tocar algunas teclas respondió- fue convocada para una entrevista

-Me podrías informar ¿Dónde? Necesito verla- su mirada ansiosa partió el corazón de quien era forzada a mentir

-Lo lamento, no tengo permitido informar el destino de nuestros modelos, es por seguridad, pero podría llamarla-

Dudo que me atienda-

-Aunque dudo que responda- fue como si la recepcionista leyera su pensamiento- estos días serán muy complicados

-¿Por qué?- Cameron preguntó dudoso la agenda no decía lo mismo.

-Bueno se acerca uno de los eventos más importantes, y como sabrá la Señorita Collins es una de nuestras mejores modelos, pero aun no confirmado su presencia al evento- rápidamente tapo su boca- lo lamento no debí decirlo-

-Tranquila tu secreto esta salvo conmigo, muchas gracias- Cameron asintió en saludo y salió suspirando del lugar.

A unos pasos desde una oficina espejada unos bellos ojos verdes lo veían atento.

El teléfono sonó.

-Dime

-Le dije lo que me pediste, pero debías ver la cara que puso, me dio pena por ese bombón,

-Gracias Darla- termino la llamada

-¿Cuánto tiempo piensas esconderte?- hablo Lorenzo girando en la silla junto al escritorio

-Hasta quebrantar su voluntad- dijo fríamente aun mirando a través del cristal

-Nena el vino por ti- afirmo el platinado

-No te confundas Lo, hable con mi hermano a primera hora; que por cierto no me atendió muy feliz estaba durmiendo-sonrió mirando el cristal- él está aquí por un proyecto hotelero, y yo- volteo a ver a su amigo- no soy segundo plato de nadie, ni siquiera de sus negocios.

-Está segura nena, talvez…

-No- interrumpió- ya no esperaré como una idiota a que el sienta lo mismo, y si así fuera se acercara a mí cuando así lo desee- Camino hasta el escritorio y se sentó mientras el platinado la observaba con dulzura- esta vez quién dirige esta frente a ti.

- Lorenzo suspiro- Ya decía mi abuelo en la vida nadie se salva del efecto boomerang