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Pequeña Rebelde

Pequeña Rebelde

Status: En proceso
Genre:Embarazo no planeado / Profesor particular / Amor-odio / Diferencia de edad / Donde hubo fuego cenizas quedan
Popularitas:3.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Miry - C

La mujer con la que se iba a casar murió en el altar, pero Adiel Mohamed no podía superar es emomento, hasta que regresó a su pueblo, y unos ojos verdes los flecharon.
Se enamoró perdidamente de Kiara Salma, la sobrina del capataz de su hacienda, una chiquilla que su madre odiaba con toda el alma. Pero eso no impidió que Adiel la amara, y la convirtieran en su todo.
Lo único que logró apartarlo del lado de su amada, fue que era menor de edad, sobre todo, era su alumna, y estaba prohibida para él, en todos los sentidos.
Decidió marcharse, y regresar cuando ella fuera mayor de edad, pero antes de partir, la hizo suya, marcando la como suya, pensando en su regreso convertirla en su esposa. Pero cuando regresó, Kiara ya no estaba, ella había desaparecido. Y su padre habría muerto, lo que le dejó destrozado y desdichado por cinco años, hasta que la volvió a ver, con una niña en brazos, la cual supo inmediatamente que era su hija.
Pero resultaba que Kiara lo odiaba.

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Eviteme

POV DE ADIEL.

Pasada la medianoche subo hasta la recámara. Al ingresar a mi habitación voy soltando la corbata y me siento sobre la cama. Dejo caer mi cuerpo posando la mirada en la corteza del techo. Es difícil olvidar cuando se ha amado de verdad, más si pierdes al ser amado el mismo día que creías que comenzaría tu felicidad. Soltando un suspiro camino hasta la bañera donde una vez desnudado mi cuerpo, me introduzco en ella.

El cansancio del día ajetreado junto a esta noche me tiene súper agotado. Lentamente voy cerrando mis ojos hasta sumergirme en el pasado, otra vez ese triste pasado. Las imágenes que se forman en mi cabeza son como si lo estuviera viviendo en ese mismo instante: ella cayendo en mis brazos, su cuerpo debilitándose y su último suspiro.

El dolor de ese pasado oprime mi corazón, por ello desecho todo recuerdo y salgo de la ducha. Una vez cambiado me recuesto en la cama. Apoyando mi cabeza en la almohada, trato de conciliar el sueño. Al cerrar mis ojos la imagen de Kiara aparece. ¿Kiara? Ahora es esa mocosa la que invade mi mente. Joder, cómo puede meterse en mis pensamientos. Solo de recordar lo que me ha hecho me provoca irritación. Aunque la imagen de sus besos me saca una media sonrisa y un suspiro de esos que te dejan sin resuello.

Por la mañana me levanto pasado el mediodía. Hoy no escucho cantos de gallos ni aspiradoras que puedan irrumpir mi sueño. Estirando mi cuerpo camino hasta el balcón para recibir el abrasador viento que acaricia mi piel.

—Buenos días nana.

—Buenos días Adielcito, ¿cómo amaneciste?

—Bien, a diferencia de ayer hoy pude descansar. ¿Qué tienes para desayunar, nanita querida?

—Lo que quieras mi niño, tú solo dime qué quieres y te lo preparo.

—Podrías prepararme unos huevos revueltos con unas tostadas y un guacamole, adicional un jugo de mora. Necesito energía —proclamo con una sonrisa.

Agradezco a la Nana por mi desayuno. Me toca comer solo puesto que mis padres no se encuentran en casa; imagino que están en la iglesia como todo domingo.

Una vez terminada de embaular la deliciosa comida que mi Nana me preparó, salgo de la hacienda. De camino al pueblo recuerdo el ofrecimiento que me hizo el director del instituto anoche. La verdad es que no me veo entre ganado y paja; quiero trabajar en algo diferente que no tenga nada que ver con la hacienda.

Una vez que llego parqueo el auto. Inmediatamente las personas se acercan a saludarme; de la misma forma les saludo.

Definitivamente los años no pasan para la gente de Valleral. Diez años fuera de aquí y hay muchas personas que siguen igual, es como si los años no pasaran sobre ellos.

—Bienvenido Adiel, entra.

—Gracias señor. Leila no está, pero si deseas esperarla...

—No vine a verla a ella —informo.

—¿No?

—No. En realidad, quiero hablar con usted... sobre lo de anoche.

—¡Ah!, sí. Como te dije anoche, necesitamos un profesor de contabilidad y creo que esa materia vendría bien contigo. Vienes de la capital y considero que el estudio allá es de lo mejor; tu aprendizaje puede ayudar a nuestros jóvenes.

—Acepto —acoto sin pensarlo dos veces.

—¿Seguro? ¿No te traerá problemas con tus padres?

—No... ellos dejaron de influir en mis decisiones desde hace años —explico con serenidad.

—Entonces no se diga más, serás el nuevo profesor de contabilidad. Te espero mañana en el colegio.

—Gracias señor Sadik —Me despido y cuando me dispongo a salir Lidia me rodea el brazo.

—Estoy lista para que me lleves a comer ese helado que me prometiste —Sonrío de medio lado y asiento.

—¿Me permite señor Sadik?

—Claro que sí, vayan y diviértanse.

Salimos y nos encaminamos a la heladería. Al no estar tan lejos nos vamos caminando. Para ese entonces la lluvia ya ha disminuido dejando solo así una débil llovizna. De camino a la heladería me pregunto cómo se le antoja a Leila comer helado con el clima que se carga Valleral.

—Lo del helado solo era para salir contigo de casa —confiesa una vez que llegamos—. Solo quería estar a solas contigo Adi —dice y sonrío— ¿Podemos ir al parque? Remembrar el pasado sería bueno —expresa coquetamente.

—Claro, iré por el auto. Espérame aquí —Subo al auto y me parqueo delante de ella. Sube y nos vamos a uno de los parques más grandes del pueblo. Una vez ahí me quedo sorprendido al ver lo hermoso que está.

Camino junto a ella hasta el centro. Una vez ahí me siento en uno de los asientos que están bajo la pequeña carpa. Cruzo la pierna a la misma vez que acomodo la mano sobre el asiento y recuesto mi espalda en el respaldar. Leila se sienta a mi lado y emprendemos una plática haciendo remembranza a toda nuestra adolescencia. Reímos y gozamos de todas las locuras que hicimos.

De pronto, la silueta de ella aparece ante mis ojos suscitando que suelte un suspiro. Se encuentra junto a otros jóvenes abrazada a uno de ellos. Me pregunto si mi cupidita pidió permiso a Félix para tener novio. Saco el móvil y empiezo a tomar algunas fotografías. Capto el momento cuando un chico la abraza desde el cuello y ella sonríe. Sumergido en los pensamientos estoy cuando la voz de Leila me trae de vuelta.

—¿Qué haces?

—Nada...

—¿Tomabas fotografías a Kiara? ¿Y dices nada? —Su pregunta altera mis nervios.

—Sí. Lo hago porque estoy seguro de que Félix no sabe que tiene novio.

—¿Piensas delatarla? —cuestiona mirándome con determinada atención.

Pensándolo bien, no sería mala idea. Al menos así me cobraría una de las tantas que me ha hecho. Una sonrisa se forma en las comisuras de mis labios y procedo a levantarme.

—¿Ya nos vamos? —Asiento y estira su mano para que le ayude a levantarse. Queda parada frente a mí y de pronto cae un diluvio que parece partir el techo de la carpa. Junto a Leila corremos hasta el auto. Rápidamente ingresamos al vehículo y desde ahí observo a Kiara despedirse de todos los jóvenes que la acompañaban. No me pierdo ninguno de sus movimientos hasta que finalmente corre y desaparece de mi vista.

Paso dejando a Leila en su casa. Antes de bajar se despide dándome un beso cerca de los labios, lo cual me sorprende ya que me toma desprevenido. Sin embargo, ella sonríe y me limpia los labios.

—Nos vemos mañana, cariño.

Sin dar importancia a aquello me dirijo a casa. De camino a la hacienda la lluvia que cae parece reventar el parabrisas. Por un segundo dirijo la mirada por el retrovisor y me percato que alguien se acerca en caballo. Al ver de quién se trata atravieso el auto y salgo con todas las intenciones de ayudarla. Se baja del caballo y cuando me ve salir frunce el ceño.

—¿Usted nuevamente? ¿Qué no se cansa de cruzarse en mi camino? —replica regresando al caballo.

Cuando la veo dispuesta a subir camino a zancadas largas hasta ella. Acto seguido suelto el paraguas para agarrarla mejor. La sostengo de ambos brazos y acerco mi rostro al suyo quedando a centímetros de ella.

—Me quedaré en el pueblo por largo tiempo. Quieras o no me verás y me cruzaré en tu camino cuantas veces me dé la gana.

—Bien, pero evíteme —ruge e intenta soltarse de mi agarre.

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Liz Baez
Me encanta tu novela, espero que lo puedas actualizar pronto, besos bendiciones 😘
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