La Sustituta

Mauricio Lombardi

Jamás estuve más enojado en mis treinta años y cada conversación o momento con ella alcanzaba un nuevo récord. Un odio profundo crecía dentro de mí y ella era la responsable directa. Maleducada, prepotente, irrespetuosa, insoportable y podría seguir describiendola las siguientes horas del día sin inconvenientes.

La llamada con alguien del trabajo que aseguraba era ese pelirrojo estúpido la dejó con una mezcla de furia y preocupación junto a un humor aún más irritable, ¿Que noticia le había dado o que le había dicho? Mí parte irracional quería saber porque aveces podía ser curioso pero la racional me decía "mantén la distancia y no te metas".

Cómo un buen tarado le pregunté y otra vez mencionó ciertos límites. Definitivamente ésta mujercita no sabía que los límites no van conmigo, que yo he nacido para romper las reglas y que solo en éste plan está echándole leña al fuego, alimentando mí deseo de reducirla a nada, de doblegar su voluntad y de atacar cada reserva que tenga hacia mí.

Mientras tanto una lucha en mí interior se libraba, dividida exactamente a la mitad sobre si ésta mujercita sería capaz de soportar mí forma de ser sin escandalizarse o si su cuerpo curvilineo y mente maliciosa aguantaría mí estilo de vida junto a mis gustos particulares. Algo me decía que era más dura que el acero pero también que no soportaría tanto porque apesar de su manera de ser no la veía experimentada en muchas cosas.

La hostilidad en el desayuno era palpable en el ambiente y el aire se hacía cada vez más denso mientras ella hablaba diciendo estupideces. Ya perdí la cuenta de la pila de veces que hizo enfasis en mis gustos sexuales, erróneamente creyendo que soy homosexual.

Él problema era que rebasaba los límites haciendo añicos mí poca paciencia sin saberlo. Mandarme a poner bloqueador o que me lo pongan dicho con dobles intenciones para darme a entender que vaya a conseguir a quien darle o quien me de me hizo dejar el desayuno y salir antes de demostrarle en la cama que tan gay soy.

Cuando llegué luego de calmarme lo que me llevó horas ella lucía tranquila mientras escribía algo en su computadora mientras mascaba chicle y haciendo globos.

-No conseguiste quien te ponga bloqueador, estás más rojo que un semáforo

-¿Te puedes dejar de joder? Apenas llego y empiezas

-Estoy ocupada, no te diré más nada

-Que bueno

Fui a ducharme, luego salí con una toalla puesta en la cintura y mí ropa interior debajo para ver si en realidad estaba tan concentrada como aparentaba, gran sorpresa me llevé al quitarme la toalla y ver que ella siguiera tecleando ajena a lo que sucedía en la habitación.

Pedí la cena y ella comió aún con su computadora encendida, era una obsesiva del trabajo aunque verla sonrojarse fue completamente nuevo. Seguro lo que estaba leyendo la estaba haciendo incomodar porque la vergüenza dudaba que la conociera. Grande era mí curiosidad que con total sigilo me acerqué y comencé a leer, vaya.

-¿Eso debes de corregir?

-Ahora quieres asustarme, además de todo me espías pero si tanto deseas saber sí, esto debo hacer ahora- frotó sus ojos

-¿Siempre son novelas tan pervertidas?- me entró aún más la curiosidad

-No, bueno no siempre. Corregí ya de todos los géneros, a mí me mandan los archivos sin saber absolutamente nada sobre ellos y bueno, ahora me toca ésta novela

-¿No te gusta?

-No puedo juzgar aún porque no estoy ni en la mitad de la historia, aún los personajes principales no dijeron sus sentimientos, recién están naciendo en ellos. No sería correcto juzgar apresuradamente ahora mismo porque aún no se ni qué sucederá en los próximos capítulos. Aveces las novelas son estupendas y el final absurdo y todo se arruina.

-¿De ese capítulo que opinas?

-Creo que es muy forzado y hasta irreal

-Asi que ese tipo de prácticas no es lo tuyo

-¿Acaso te importa que tipo de prácticas me gustan?

-Es solo simple curiosidad

En el capítulo hablaba del BDSM con descripciones escandalosas y por eso se sonrojaba