sin darse cuenta, Renata muere en un evento de moda en Paris. al despertarse, se da cuenta que ahora está en el cuerpo de una extra patética que se deja pisotear por la villana. pero no, está vez, Renata protegerá al protagonista de la Miranda, la villana.
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capitulo 21: No hay nadie.
En la habitación de Miranda, el aire estaba impregnado de un ligero aroma a papel viejo y tinta, complementado por el toque ligero de hierbas que había secado en la ventana. Sentada frente a un escritorio de roble antiguo, Miranda se inclinaba sobre su diario, la pluma en su mano trazando líneas delicadas como si cada palabra fuera un hechizo en sí misma.
A medida que escribía, su mente se movía con la fluidez de una corriente oscura. Las recetas que anotaba no eran meras instrucciones culinarias; eran fórmulas mágicas para fortalecer el poder que había comenzado a entrelazar con su destino, unidas por las promesas del duque. Ella sabía que cada ingrediente, cada mezcla, debía ser perfecta para mantener el hechizo que la protegería y, al mismo tiempo, la impulsaría a la cima.
— tritura las flores de la noche y añádele un toque de esencia de luna.
Escribió con determinación, mientras su mente evocaba los rostros de aquellos que alguna vez habían compartido su apellido, en su primera vida.
En sus pensamientos, se erguían altos y desafiantes, sus hermanos mayores. Competidores en la herencia de un imperio que ella había querido como suyo desde siempre; la empresa de su padre.
Los ecos de sus risas aún resonaban en su memoria, pero en lugar de nostalgia, solo había una fría satisfacción. Miranda sabía que, en su anterior vida, había jugado el juego de la ambición con la misma destreza que ahora aplicaba en la magia.
Cerrando los ojos un momento, permitió que la imagen de su antiguo hogar se dibujara nuevamente en su mente, la imponente sede de la empresa familiar, los pasillos fríos, y las miradas de desdén que había recibido al ser considerada la "pequeña". Pero esos días habían quedado atrás.
“ Fui criada para la grandeza, lo supe en mi anterior vida. El amor o el sentimiento jamás fue algo que me diera importancia, por ello, lo que siento por el duque es solo un absurdo cariño."
No había lugar para los sentimientos en su agenda; solo el frío y calculador deseo de elevarse sobre todos.
Con cada palabra que marcaba en las páginas, Miranda no solo escribía su futuro; lo esculpía. Y claro está que el duque estaba a la vuelto como un peón en su juego, pero sabía que, en última instancia, la reina siempre sería ella.
Con una última ráfaga de inspiración, cerró el diario y lo guardó con firme determinación. Miranda era la arquitecta de su destino, y el camino hacia el nuevo trono estaba lleno de sacrificios. Había personas que debían caer, emociones que debían extinguirse, y, sobre todo, su deseo de poder, para siempre, debía ser el motor que la impulsara, no un amor que es producto de la magia.
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El carruaje avanzaba a través de los bosques densos que marcaban el límite del territorio del imperio vecino, las ruedas crujían sobre el camino de grava. Afuera, los árboles altos se inclinaban levemente por el viento, como si susurraran secretos antiguos. El aire estaba impregnado de un aroma fresco y terroso, pero dentro del carruaje, un peso de nerviosismo envolvía a Diana.
Ella se acomodó en el asiento de terciopelo, la luz tenue iluminando su rostro pálido, mientras su mente corría por un mar de pensamientos inquietos. Sabía que estaba a punto de realizar un acto arriesgado: utilizar un tónico que revertiría la magia de Miranda sobre el duque Alaryc. La idea de que aquél tónico no fuese de utilidad o sea todo lo contrario la llenaba de ansiedad; cada bache en el camino parecía realzar su inquietud.
A su lado, el emperador Dorian notó su malestar. Su expresión era serena mientras miraba hacia adelante, pero en su rostro podía verse un leve destello de preocupación. Se inclinó hacia ella, su voz suave como un susurro.
— Diana. Funcionará.
— ¿Cómo estás tan seguro?... Es la primera vez que hago esto.
El simplemente sonríe.
— porque confío en tí. Solo, intenta hacerlo también. Se que es difícil, pero recuerda que estaré a tu lado.
Ella lo miró, intentando centrar su atención en él en lugar de en las dudas que la atormentaban. Dorian siempre había tenido un aura tranquilizadora, su presencia era como un ancla en medio de la tormenta emocional en la que a menudo se encontraba.
Dorian le tomó la mano, su agarre firme y seguro.
— recuerda lo que hemos hablado. Miranda es capaz de hacer mucho daño con su magia, al contrario de ti. Así que no dudo que el tónico vaya a funcionar.
Mirando sus ojos, vio la confianza que le ofrecía, y, por un instante, los miedos comenzaron a desvanecerse.
Con un suspiro profundo, Diana asintió lentamente.
— tienes razón. Esta es nuestra única oportunidad de salvar al duque de la influencia de Miranda.
Se obligó a centrar su mente en la misión que tenían por delante, en la esperanza de que el tónico funcionara, y que pudiera restaurar al duque a su antigua gloria.
El carruaje disminuyó la velocidad a medida que se acercaban a la residencia del duque Alaryc. Las imponentes puertas de hierro forjado se alzaban ante ellos, rodeadas de jardines bien cuidados que florecían bajo la luz del atardecer. Pero al llegar, una sensación de vacío se apoderó de Diana. Las puertas estaban cerradas, y no había señales de movimiento; la casa parecía silenciosa, desierta.
— las rejas principales están cerradas. Significa que no están los dueños.
Dorian se inclinó hacia el ventanal del carruaje, observando a su alrededor.
—Puede que hayan salido. Vamos a averiguarlo.
Ambos descendieron del carruaje, la brisa suave acariciando sus rostros como un recordatorio de la urgencia del momento. Diana sintió que su corazón latía con fuerza, la adrenalina volviendo a fluir en su sangre. Mientras se acercaban a la entrada, su mente estaba ocupada en lo que podían encontrar.
El eco de sus pasos resonaba en el camino empedrado, la sombra de la misión pesando sobre ellos. Cuando llegaron a la reja, un par de guardias de esa misma residencia salen en modo de anunciarse.
— ¿cuáles son sus intenciones aquí?
— solo venimos para hablar con su Lord Alaryc. Tengo una cita con él.
Diana alzó la vista en modo de desconcierto.
— su nombre caballero.
— Alec Helt. Por favor, entregarle está carta en mi nombre. En la carta está mi dirección por si el duque se interesa el contrato que le ofrezco— El guardia la toma y pregunta por la señorita— oh, ella es mi esposa. Mi señora. Si me disculpan.
Dorian y Diana se marchan antes está situación que ya parecía hasta planeada por el mismo emperador. Dentro del carruaje, el le explica sobre lo que acaba de pasar.
— tuve la ligera sospecha de que no estaría, asi que había preparado todo antes. Si el duque es como lo he oído, el irá a la plaza tan pronto que lea la carta, le gusta los negocios. De todas formas, nuestro hospedaje estará cerca.
— me parece bien la idea. Mientras haya una posibilidad de que Miranda no esté cerca de él, será más efectivo el tónico... Además... ¿Desde cuándo soy tu esposa?... No nos hemos casado.— ríe ella.
— exactamente, aún no, y tan pronto que esto termine, tendrás un anillo en tu dedo como mi amada esposa...— tomó su mano y la besa suavemente.
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Chicas mías, disculpe el retraso con esta novela, comencé el rendimiento académico y eso me ha tendido fuera de las novelas. Sin embargo, dentro de este fin de semana, le subiré el resto hasta el final. Gracias por leer.