El maltrato que sufrió Alessandro en toda su niñez se verán opacada cuando un chico de otra ciudad, lo empieza a tratar de una manera distinta.
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Capítulo 21 Reincidir en la lluvia
Me encontraba debajo de los racimos de lluvia que caen lentamente, acariciando mi cara, llegando hasta la punta de mi mentón y dándome un ligero roce por mis labios. Al final, reincido en el mismo lugar: "debajo de la lluvia".
—Soy feliz así —me dije a mí mismo, sonriendo.
Estaba sentado, recostado sobre la ventana, mirando cómo llovía. Mis pensamientos eran como la lluvia: cada pensamiento que caía y se expandía en muchos más. Cada gota, un color; cada color, un pensamiento; cada pensamiento, un sentimiento. Era reconfortante ver el cielo caer.
Unas manos rodearon mi cuello. Esa sensación era tan delicada, pero al mismo tiempo, esa calidez podría quebrarme. Dije que me entregaría al amor, y ya han pasado tres meses desde que acepté a Lucas en mi vida.
—Ale, dice mamá que ahora, en la noche, va a cocinar pizzas —dijo Lucas mientras colocaba su cabeza sobre la mía y olía mi olor.
—¿Pizzas? —pensé—. Hoy está lindo para una sopa —dije.
—No, sabés lo que es comer sopa... ¡No! —dijo él, ofendido.
Me puse de pie, y él colocó sus dos manos a cada lado de mi cintura. Me empujó hacia la ventana. Sentía su mano entrar por debajo de la tela de mi camisa, subir hasta llegar a mi pecho, manosear y jugar conmigo.
Mi respiración fallaba; era como sentir ese deseo de querer hacer algo, pero tener miedo a lo que pasará después. Perdía fuerzas en mis piernas, y mi cabeza se calentaba debido al calor que sentía.
—Te quiero ahora —dijo Lucas.
Respiré rápidamente, casi como si me faltara el aire.
—¿Ya? —pregunté.
—No te voy a obligar a nada, pero —hizo una pausa— te quiero ahora —terminó de decir.
Bajé mis manos después de su cuello hasta sus pechos y así hasta llegar a su cinturón. Se lo saqué lentamente.
—¿Entonces así será? —pregunté un poco nervioso.
—Te saco la ropa ahora mismo —exclamó Lucas, rompiendo mi camisa.
—No rompas mi ropa —le dije.
—Perdón por eso —se disculpó.
Podía ver su cuerpo entero; estaba tan perfecto, no era ni muy definido ni tan dejado, estaba en un punto medio. Él me llevó a la cama y se colocó entre mis piernas.
—Te amo —dijo mientras se le salían lágrimas.
—Yo también te amo —respondí.
Él seguía llorando mientras yo lo atraje más a mí y lo besé.
—Ahora estoy debajo tuyo en tu cama, soy todo tuyo —dije.
—No quiero hacerte sentir incómodo, eso es todo —me dijo él.
Apreté su cintura con mis piernas y lo acerqué más a mi cuerpo. Él suspiró por los nervios; le temblaban las manos y el cuerpo.
—Tranquilo —lo tranquilicé.
Su cuerpo se pegó al mío; sentí incomodidad, pero se movía lento y despacio. Sentía su calor; estaba tan bien eso. Mordí su cuello, y él me dejó un beso en el mío. Siguió moviéndose en mí; vi cómo se arqueó y sentí aún más calor en mi cuerpo. Él respiraba rápidamente; lo abracé junto a mí.
Lucas jugaba con mis rulos y sonreía como una criatura. Estábamos acostados sin remera, ambos abrazados.
—¿Qué? —pregunté.
—Me gusta tenerte tan cerca —dijo él.
—Vamos a viajar ahora el sábado, ¿te parece? —me preguntó.
—¿A dónde? —pregunté.
—Donde quieras ir, vamos a ir —balbuceó Lucas, ya bostezando y durmiéndose.
—Ya estoy en donde quiero estar; iré a donde vos estés —dije mientras bostezaba también.
Nos quedamos dormidos. La puerta sonaba; alguien golpeaba. Me desperté y miré quién era.
—Ya están las pizzas; bajen a comer —dijo la mamá de Lucas.
Me fui a despertar a Lucas; él me miró y después se levantó. estaba por bajar sin remera.
—Ponéte una remera o algo —dijo.
—No quiero que vean lo que yo veo —dijo tapando mi cuerpo con una remera.
Reí y me coloqué la prenda. Ahora sí bajamos. Comimos, estaba aburrido, entonces salí afuera. La lluvia no había parado; al contrario, se intensificó con más intensidad.
Me mojaba debajo de la lluvia. Lucas también se mojaba. Lo agarré de la mano y bailamos y reíamos. Después nos regañaron y tuvimos que entrar. Entramos y nos secamos.