Aurora Dubois deberá enfrentar el dolor de su diagnóstico, la traición de su esposo y el devastador secreto que sacude los cimientos de su familia. En su búsqueda de respuestas y sanación, Aurora descubrirá la fuerza para perdonar y reconstruir su vida, mientras Aura se debe enfrentar a las consecuencias de sus propias decisiones.
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Capitulo 11: Inconsciencia dolorosa
Se dice que el alma es el espejo de los sentimientos, y si eso es cierto, entonces el alma de Aurora se había hecho añicos, mucho más de lo que ella creía posible. Su madre siempre había sido un témpano, indiferente a sus esfuerzos. Aurora se esforzaba por ser la mejor: calificaciones perfectas, logros deportivos, todo en vano. Para su madre, era simplemente lo esperado, nunca suficiente para llamar su atención.
Su madre le había inculcado una carga pesada: el deber de sobresalir, de demostrar que no era la sombra de su padre, el hombre que las abandonó. La excelencia académica, el éxito, eran su única redención, su forma de borrar la vergüenza familiar. La llegada de su hermana, cuando ella tenía diez años, marcó el inicio de tiempos difíciles. Sin embargo, jamás albergó rencor hacia la recién nacida. Comprendía que ambas eran víctimas inocentes, arrojadas a un mundo que no eligieron venir.
A los once años, su infancia terminó. Su madre le impuso la crianza de su hermana, una carga que la acompañó hasta la universidad, donde sacrificó sus propias necesidades para costear las de su hermana, quien al final nunca terminó una carrera ya que a mitad del primer semestre siempre se cambiaba de carrera, hasta que decidió que estudiar no era lo suyo, sino ser famosa y admirada por todos. La carga económica de las múltiples carreras universitarias que inicio su hermana tuvieron que correr por su cuenta todo por culpa de un padrastro irresponsable, un parásito que solo aporta deudas y problemas.
No es la infidelidad de su esposo lo que la tiene destrozada, sino la daga que su hermana le clavó en la espalda. Su hermana, a quien había criado como a una hija, se había entregado a su esposo sin el menor remordimiento. La sangre no garantiza lealtad, solo las acciones sinceras.
__Amiga, tu familia no te merece. Eres demasiado valiosa para ellos, una joya entre escombros. No entienden tu grandeza__. Ni el engaño de su esposo, ni la sombra del VIH, habían provocado un llanto tan desgarrador. Amina observa impotente a su amiga, ahora rota por la traición más íntima: su propia hermana, la amante.
__¡Mi hermana! De todas las mujeres del mundo, tuvo que ser ella. Se enredó con mi esposo, sin importarle el dolor que me causaría. Se entregó a él, ignorando mis sentimientos. Y al final, ¿quién quedó como la villana? Yo, por atreverme a sentirme traicionada, por no comprender la 'pasión' de quienes me apuñalaron por la espalda__.
El dolor le comprime el pecho, una garra invisible que le roba el aliento. Tantas lágrimas derramadas, tantas noches en vela, la han llevado al límite. La mente, agotada de luchar contra la tormenta de emociones, se rindió. El cuerpo, incapaz de soportar más, se desplomó, buscando un respiro en la oscuridad de la inconsciencia. Amina grita el nombre de su amiga, la voz quebrada por el pánico, pero solo el silencio le respondió. Las manos le tiemblan tanto que el teléfono se le resbaló, estrellándose contra el suelo. Con un grito ahogado, lo recogió y marcó el número de emergencias.
__¡Por favor, vengan rápido!__. Suplicó, con la voz cargada de terror__Está inconsciente, helada... y su pulso es muy lento__. Doce minutos. Doce eternos minutos. Eso fue lo que tardó la ambulancia en abrirse paso entre el tráfico denso de Seattle, y llegar a la casa de Amina, doce minutos que se sintieron como una agonía para Amina. Cada segundo veía a su amiga más pálida, más ausente, y el miedo le enfría la sangre. La cuenta regresiva de la vida guinda de un hilo, y cada instante que pasaba es un abismo más profundo. El chirrido de la ambulancia desgarró el aire, y Amina se lanzó hacia la puerta, el corazón latiendo al ritmo frenético de la sirena.
__¡Rápido, por favor! ¡Tienen que ayudarla!__.Su voz tiembla, ahogada por un nudo de pánico. Amina siente que el de su amiga se escapa del mundo para no seguir sufriendo, pero Amina se niega a perderla. No ahora, no así. Ella merece vivir, ser feliz, liberarse de esa maldita familia para siempre
Los paramédicos se mueven con una eficiencia tensa, sus manos expertas evaluando cada signo vital. La presión arterial, alarmantemente baja, apenas registra un murmullo. El pulso, errático y débil, parece luchar por mantenerse. El corazón, lento y fatigado, apenas late. La respiración, superficial y entrecortada, lucha por llenar los pulmones. La saturación de oxígeno, peligrosamente baja, pintando su piel con un matiz azulado, un recordatorio sombrío de la vida que se escapa.
El cronómetro invisible avanza, y cada segundo cuenta__Vía aérea despejada__. Anunció uno de los paramédicos.
__Vía intravenosa lista__. Respondió otro paramedico, sus dedos ágiles iniciando la infusión de líquidos, buscando elevar la presión arterial que se desvanece. Mientras, un tercer paramédico, con la mirada fija en el monitor, vigila cada latido, cada fluctuación en la frecuencia cardíaca.
Una vez que lograron estabilizar a Aurora, aunque precariamente, la ambulancia partió hacia el hospital, sirenas aullando en la noche. El enigma de su estado aún cuelga en el aire, y la necesidad de un diagnóstico preciso es urgente. Con el bolso apretado contra el pecho, Amina saltó a la ambulancia, decidida a no abandonar a su amiga ni un instante. El trayecto al hospital, quince minutos que se sintieron como una eternidad, fue un suplicio. Cada semáforo, cada bocinazo, cada frenazo, fue una puñalada en su corazón, el miedo a perderla convirtiéndose en un sabor amargo en su garganta.
En el hospital, un equipo médico los está esperando, listo para actuar. Los paramédicos, con rapidez, informaron sobre los signos vitales y el tratamiento previo, mientras Aurora es llevada en camilla. Amina, a su lado, escucha cada palabra, cada detalle, desesperada por entender que le sucede a su amiga. Aurora desapareció tras las puertas de la UCI, un muro prohibido para Amina. Dentro, la lucha por estabilizarla se intensificó, los vasopresores buscando levantar una presión arterial obstinadamente baja. Mientras afuera, Amina enfrenta el interrogatorio incisivo de un médico, cada pregunta un intento de descifrar el enigma de su amiga.
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Aquí les dejo otro capítulo 🙂.
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