La fe y la esperanza pueden cruzar las barreras del tiempo y del mismo amor , para mostrarnos que es posible ser felices , con la voluntad de Dios
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Capitulo 21 y 22: “ Una Vida Llena de Esfuerzos y Sombras”
Las llamas de la chimenea crepitaban suavemente, lanzando sombras danzarinas sobre las paredes de madera de la pequeña cabaña. En medio de aquel rincón del mundo, rodeados por un paisaje que parecía salido de un cuento de hadas, Helena y Jamal vivían noches llenas de pasión y amor. Aquel hogar, sencillo pero cálido, era el refugio donde sus almas se encontraban, lejos de intrigas y peligros.
Esa noche en particular, mientras el viento frío susurraba entre los árboles del bosque, Helena y Jamal se entregaron al amor como si el tiempo no existiera. Él acariciaba su cabello oscuro, mientras sus ojos color cielo se encontraban con los suyos. En ese instante, no existía más mundo que el calor de sus cuerpos entrelazados y el murmullo de promesas de amor eterno.
Cuando el cansancio venció al deseo, se quedaron dormidos abrazados, como si nada ni nadie pudiera romper esa paz. Al amanecer, el sol iluminó suavemente el rostro de Helena, y ella despertó entre los brazos de Jamal, sintiendo el calor de su amor. El día comenzaba, y con él, el duro trabajo en el campo y en el mercado.
La vida en aquel pueblo pintoresco, rodeado de montañas nevadas y ríos cristalinos, era hermosa, pero también exigente. La pareja había logrado superar los desafíos económicos iniciales, trabajando juntos con dedicación. Helena se encargaba de vender flores en el mercado local, mientras Jamal cultivaba la tierra y cuidaba del pequeño rebaño de ovejas y la vaca que les proporcionaba leche.
Sin embargo, en el corazón de Helena, una sombra persistía. Extrañaba a su familia, a sus padres Kirian y Klaus, quienes habían sido los pilares de su vida en el reino. Aunque sabía que su amor por Jamal la había llevado a tomar un camino distinto, no podía evitar sentir un vacío al pensar en ellos.
Lo que Helena desconocía era que, mientras ella luchaba por construir una vida nueva, en el palacio real, su familia enfrentaba sus propias tormentas.
El Dolor en el Palacio Real
En el majestuoso pero sombrío palacio, Kirian vivía días de profundo dolor. La muerte de su madre había dejado un vacío imposible de llenar, y su padre, el rey anciano, había perdido la razón tras la partida de su amada esposa. El hombre que antes había sido fuerte y sabio ahora vagaba por los pasillos, olvidando rostros y nombres, atrapado en un mundo de recuerdos rotos.
En esos mismos días Sara , su madre adoptiva , también había tenido que marcharse lejos a otro reino , ya que uno de sus hijos había muerto en las guerras , ya que había sido un soldado excepcional , y su hija estaba enferma , con un bebe en brazos , y ella viva ahora con su esposo , por lo que Sara decidio irse con ellos y apoyar a su pequeña hija , decisión que dejo devastada a la pobre Kirian .
Ella , destrozada por la pérdida de sus dos madres, buscaba refugio en su fe. Cada día, caminaba hasta el riachuelo cercano al palacio, donde alguna vez había encontrado paz. Allí, arrodillada ante el cielo, lloraba y elevaba oraciones por sus hijos, por su esposo Klaus, y por la esperanza de un futuro mejor.
Klaus, aunque siempre fuerte, también sufría en silencio. La ausencia de Helena lo desgarraba, y cada día que pasaba sin noticias de su hija era una herida que no sanaba. Habían buscado a Helena por todo el reino y más allá, pero sin éxito. La desesperanza comenzaba a instalarse en el corazón de la familia real.
Mientras tanto, en su castillo, el Conde Adrianus, un hombre ambicioso y astuto, no había olvidado a Helena. Desde el primer momento en que la vio en el mercado, quedó prendado de su belleza. Su cabello oscuro, sus ojos azules y su porte noble lo habían cautivado. Pero había algo más que lo obsesionaba: el desafío de conquistarla.
Adrianus era conocido por su elegancia y sus fiestas opulentas, pero también por su carácter oscuro y manipulador. Decidió organizar un banquete en su castillo, con la excusa de reunir a nobles de diferentes reinos, pero con un plan oculto: deshacerse de Jamal y hacer suya a Helena.
El conde envió invitaciones a numerosos reinos, incluyendo una especialmente dirigida a Helena y Jamal. Fingiendo arrepentimiento por sus acciones anteriores, prometió disculparse y ofrecer su amistad. Lo que Helena y Jamal no sabían era que este dia Dios lo había permitido para un maravilloso encuentro que les cambiaria la vida ya que también habían sido invitados Kirian y Klaus, si imaginarse si quiera que volverian a ver a su amada hija esa noche.
En la cabaña, Helena y Jamal recibieron la invitación con sorpresa. Aunque desconfiaban de Adrianus, decidieron asistir, pensando que quizás era hora de dejar atrás los rencores y buscar una paz duradera.
En el palacio, Klaus convenció a Kirian de asistir, a pesar de sus dudas. Ella, idéntica a Helena pero con la madurez de los años, se preparó con elegancia, llevando en su corazón la esperanza de encontrar alguna respuesta a su dolor.
El castillo del Conde Adrianus, una imponente fortaleza de piedra rodeada de jardines oscuros y fuentes de mármol, brillaba con luces doradas aquella noche. Los salones estaban decorados con candelabros majestuosos, mesas llenas de manjares exquisitos y música que resonaba en cada rincón.
Adrianus, vestido con un elegante traje negro bordado en hilos de oro, caminaba por el salón con una sonrisa controlada, saludando a los nobles que llegaban. Su mirada fría y calculadora recorría la sala en busca de Helena y Jamal, esperando que cayeran en la trampa que había preparado con tanto esmero
Adrianus recibió a sus invitados con una sonrisa calculada, pero su mirada se detuvo cuando vio entrar a Kirian. Por un instante, creyó que era Helena, pero la madurez y la serenidad en sus ojos lo hicieron comprender que estaba ante la madre de Helena , la Reina Kirian.
Cuando vio llegar a sus invitados especiales, su mundo se tambaleó.
Helena apareció en el umbral del gran salón, radiante y majestuosa. Su vestido azul claro, ceñido a su vientre prominente, resaltaba la dulzura de su rostro y el brillo especial de una mujer que espera un hijo. A su lado, Jamal, con su porte noble y mirada firme, la sostenía con orgullo y ternura. Ambos avanzaron lentamente, irradiando una felicidad que el conde no pudo soportar.
Adrianus, impactado, no logró ocultar su sorpresa. Su plan, tan meticulosamente preparado, se desmoronaba frente a sus ojos. ¿Cómo podría conquistar a Helena ahora que ella llevaba en su vientre al hijo de Jamal, al heredero de una unión inquebrantable?
El Reencuentro Familiar
Helena, al ver a sus padres, soltó la mano de Jamal y corrió hacia ellos. Kirian la abrazó con fuerza, sollozando de alegría, mientras Klaus envolvía a ambas en un abrazo protector. Era un reencuentro que el destino había preparado con precisión divina.
—¡Hija! —susurró Kirian entre lágrimas—. Pensé que te había perdido para siempre.
—Madre, padre… —Helena apenas podía hablar, su voz se quebraba por la emoción—. He extrañado tanto mi hogar… pero ahora entiendo que nunca dejamos de ser familia.
Jamal se acercó, inclinando la cabeza con respeto hacia sus suegros.
—Lord Klaus, Lady Kirian, es un honor estar aquí con ustedes. Helena y yo… vamos a tener un hijo.
Klaus, con lágrimas contenidas, tomó la mano de Jamal.
—Gracias por cuidar de nuestra hija. Y ahora… gracias por traernos este milagro.
En el rincón del salón, Adrianus observaba la escena con un sentimiento de impotencia. La visión de Helena, rodeada por su familia, lo consumía. Había planeado separarla de Jamal y hacerla suya, pero ahora, la realidad le mostraba que ese amor era indestructible.
Adrianus apretó los puños, y su rostro reflejaba una mezcla de frustración y obsesión. Las dos mujeres, Helena y Kirian, eran idénticas, como dos gotas de agua. Ambas inalcanzables, ambas parte de un mundo que él jamás podría controlar.
La noche avanzó, y mientras la familia se reencontraba en un abrazo lleno de amor y esperanza, Adrianus se retiró a sus aposentos, jurando que no se rendiría. Pero en su interior, una sombra de duda comenzaba a crecer. ¿Podría enfrentarse al amor puro y verdadero que unía a Helena y Jamal, y a la poderosa conexión de una familia que ahora estaba más fuerte que nunca?
En ese instante, bajo las estrellas que iluminaban el cielo del castillo, Helena supo que era el momento de regresar al reino. Su hijo debía nacer rodeado de la familia que la amaba, en el lugar donde su historia comenzó.
Y mientras el conde Adrianus se sumía en la penumbra de sus propias intrigas, Helena, Jamal, Klaus y Kirian, con el corazón lleno de esperanza, se preparaban para un nuevo capítulo en sus vidas, uno donde el amor y la unión familiar vencerían cualquier obstáculo.
De regreso en el palacio real, Helena decidió quedarse junto a su familia durante su embarazo. Sabía que, como madre, comprendería mejor a Kirian, y juntos sanarían las heridas del pasado. El castillo, que antes estaba envuelto en sombras, comenzó a llenarse de luz y alegría, y mas con la llegad de Eliyah, ya que el seria el príncipe heredero al trono , por ser el primer nieto . asi había quedado escrito en la ultima voluntad de la Reina madre de Kirian.
Mientras tanto, en su castillo, Adrianus observaba desde la distancia, sabiendo que jamás podría romper el vínculo que unía a Helena y Jamal. Pero en el fondo de su corazón, una sombra de obsesión seguía viva, esperando el momento adecuado para regresar.
La historia de Helena y Jamal no había terminado, pero ahora, con la fuerza del amor y la fe, estaban preparados para enfrentar cualquier desafío que la vida les presentara.
Klaus hizo una pausa, observando a Eliyah y a los demás, que lo miraban con ojos llenos de expectativa. “Eliyah,” dijo con solemnidad, “el amor que unió a tus padres fue uno de los desafíos más grandes de sus vidas. Pero a pesar de todo, el amor siempre triunfa sobre las adversidades.”
Y así, mientras el fuego de la chimenea parpadeaba y llenaba la sala de un cálido resplandor, Klaus dejó el final de la historia abierto. Había muchas más aventuras por contar, pero prefería dejar un poco de misterio, sabiendo que algún día alguien continuaría esta historia de amor, fe y coraje.