León es un reconocido diseñador de modas, famoso por su elegancia y su estilo impecable, un hombre dandi que vive rodeado de lujo y sofisticación. Su reputación como un hombre delicado y perfeccionista lo ha llevado a ser considerado gay .
Todo cambia cuando Sophia, una joven asistente recién llegada, entra en su vida , que cautiva a León de una manera que jamás había experimentado. Aunque ella parece un "bombón " su encanto va más allá de lo físico, y su aura de frescura e ingenuidad pone a León al borde de la desesperación.
A medida que trabajan juntos, la tensión entre ambos crece, una mezcla de deseo reprimido y una conexión que desafía las expectativas de ambos.
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Capítulo 22: Esto es progreso
La noche había caído, y la tranquilidad del hotel envolvía la habitación donde León estaba sentado en su sillón favorito. Emperatriz ronroneaba suavemente en su regazo mientras él acariciaba su suave pelaje. Sophia entró en la sala con una sonrisa ligera, llevando un par de tazas de té.
—Aquí tienes, tu té de siempre, oh gran diseñador. —Sophia le extendió la taza, haciendo una pequeña reverencia teatral.
León la miró con fingida seriedad, tomando la taza.
—Gracias, querida. No sé qué haría sin ti.
Sophia se sentó a su lado, dejando su taza en la mesa. Lo observó en silencio mientras él seguía acariciando a Emperatriz. Había algo en la calma de ese momento que la llenaba de calidez. Sin pensarlo demasiado, se inclinó hacia él y lo abrazó con fuerza, rodeándolo con sus brazos.
León parpadeó, sorprendido, pero no tardó en corresponder al abrazo con una sonrisa pequeña y genuina.
—¿A qué se debe esto? —preguntó, manteniendo su tono relajado.
Sophia apoyó su cabeza en su hombro y lo miró con ojos brillantes.
—Simplemente quería agradecerte. Por todo. Estoy feliz de estar a tu lado, León. Aunque a veces seas un poco rarito.
León soltó una pequeña carcajada mientras seguía acariciando a Emperatriz, que se acomodaba entre ellos.
—¿Rarito? Querida, prefiero el término ‘exquisito’.
Sophia rió suavemente y se apartó un poco para mirarlo directamente. Sus ojos se encontraron, y antes de que pudiera pensarlo demasiado, se inclinó hacia él y lo besó. Fue un beso suave, cargado de cariño, y León no tardó en corresponderlo.
Cuando se separaron, León la miró con una mezcla de sorpresa y ternura.
—Sabes, Sophia, cada día me sorprendes más.
Sophia sonrió, acariciando suavemente su mejilla.
—Eso es porque me conoces bien, pero aún te falta mucho por descubrir.
León dejó su taza a un lado, tomó su rostro entre sus manos y la besó de nuevo, esta vez con más intensidad. Emperatriz maulló suavemente, como si reclamara atención, pero ninguno de los dos le prestó importancia.
Sophia no podía evitar pensar en lo extraño que era todo aquello: estar con León, vivir con él, compartir esos momentos. Pero, al mismo tiempo, sabía que no quería estar en ningún otro lugar. Y, aunque León nunca lo diría en voz alta, sabía que él sentía lo mismo.
Al día siguiente ella estaba sentada cómodamente en el regazo de León, abrazándolo como si fuera un oso de peluche mientras él trabajaba en su computadora. Sus manos se movían con precisión, trazando líneas y ajustando detalles en el diseño de un nuevo vestido, pero su atención también estaba en Sophia, que jugaba distraídamente con un mechón de su cabello.
—¿Sabes que esto no es muy profesional, verdad? —dijo León con una sonrisa mientras le daba un suave beso en la frente.
—No me importa —respondió Sophia, acurrucándose más contra él—. Eres tan cómodo como una almohada de lujo.
León dejó escapar una risa baja y continuó trabajando, su mano libre acariciando la espalda de Sophia con movimientos lentos y relajantes.
—¿Y ahora soy almohada? Estás llena de cumplidos, querida.
Sophia levantó la vista para mirarlo, sus ojos brillando con cariño.
—Te quiero, León.
León dejó de teclear por un momento, mirándola con una expresión que mezclaba sorpresa y ternura.
—Yo también te quiero un montón, Sophia.
En ese instante, la puerta de la habitación se abrió de golpe. La madre de León entró con una bolsa de compras en una mano y una expresión de triunfo en el rostro.
—¡Lo sabía! —gritó, señalándolos dramáticamente—. ¡Lo negaron y ahora ya están trabajando en hacerme un nieto!
Sophia se sonrojó intensamente y trató de levantarse del regazo de León, pero él la retuvo con suavidad, sin perder la compostura.
—Madre —dijo León con un tono cansado pero divertido—, ¿por qué siempre tienes que hacer estas entradas tan teatrales?
—Porque soy tu madre, y tengo derecho a saber lo que pasa en tu vida —respondió ella, cruzando los brazos—. Y claramente esto es lo que pasa.
Sophia intentó explicarse, su voz un poco temblorosa.
—Señora, no es lo que parece…
—¿Ah, no? —interrumpió la madre de León, alzando una ceja—. Entonces explícame por qué estás sentada en su regazo como si fuera tu trono personal.
León suspiró y dejó a un lado su computadora.
—Madre, Sophia y yo estamos juntos, pero no estamos ‘trabajando en hacerte un nieto’.
—Todavía —agregó la madre con una sonrisa maliciosa.
Sophia se llevó las manos al rostro, completamente avergonzada, mientras León reía suavemente y la abrazaba más fuerte.
—No le hagas caso, querida. Mi madre siempre ha tenido una imaginación demasiado activa.
La madre de León suspiró dramáticamente y se dejó caer en una silla.
—Bueno, al menos ya no tengo que preocuparme de que termines solo con tus gatos. ¡Esto es progreso!
León negó con la cabeza, divertido, mientras Sophia trataba de calmarse. Pero en el fondo, ambos sabían que las excentricidades de la madre de León eran solo una parte más de la locura que compartían juntos.