Un Golpe: Vínculo Mortal

Michael entrecerró los ojos, incómodo por su posición y por la respuesta de Elysian. Intentó liberar su mano, pero no lo logró hasta el segundo intento. A pesar de que la belleza de Elysian no había disminuido y su expresión seria realzaba su apariencia, su humor no ayudaba a apreciarlo.

—Aun así, no deja de ser peligroso —murmuró, estirando el brazo que había sido tomado. Su percepción de la aldea como un lugar seguro cambió radicalmente.

Elysian frunció el ceño al escuchar sus palabras y captar su miedo. Si hubiera sido en otro momento, no habría dudado en dejarlo allí, pero, gracias a su vínculo y al tiempo que habían pasado juntos, comenzó a tener algo de consideración hacia él, aunque no mucha. Ya había decidido irse a buscar a su maestro, y la opinión del humano no era relevante para él; solo se aseguraría de que estuviera a salvo. Para horror de Michael, el lugar más seguro era la aldea.

—¿Por qué te preocupa tanto? Este festival trae seguridad; estarás bien dentro de la aldea —preguntó Elysian, sin comprender del todo, pero subestimando las inquietudes de Michael.

—¡No lo entiendes! —respondió Michael, frustrado.

El pelinegro sintió un dolor de cabeza al darse cuenta de que Elysian no captaba sus intenciones.

—Es un cúmulo de cosas... Primero, dices que me dejas en la aldea, aunque todavía tenemos el vínculo. Aunque no quería que fueras, igual te irás. Luego, intentas convencerme de que algo que no puede ser normal sea normal. He tratado de ser paciente, diciéndome que no quiero tener un conflicto porque eres aterrador y que nuestras diferencias no deberían preocuparme. Pero... ya no puedo. Tengo miedo, dolor, y las cosas han cambiado tanto que he comenzado a dudar de todo —explicó Michael, quebrándose por primera vez. Había estado evitando enfrentar esos sentimientos demasiado tiempo.

Solo él sabía cuánto lamentaba sus acciones impulsivas que habían desencadenado su primer encuentro.

Las palabras de Michael impactaron a Elysian. Comprendió que este cambio no había sido fácil para él. Se dio cuenta de que sus acciones anteriores habían dañado al humano; había supuesto erróneamente que Michael había superado su miedo y se había adaptado a la aldea con sus peculiaridades. Una culpa que había enterrado surgió de nuevo. Quiso estirar su mano y decirle algo, pero las palabras se le atragantaron en la garganta. En lugar de eso, decidió apoyarla suavemente en su hombro.

La acción sorprendió a Michael, quien estaba a punto de responder cuando la voz de una niña, Lesia, los llamó por sus nombres en voz alta.

—¡Elysian! ¡Michael! —exclamó la niña, que sonaba cansada.

Ambos giraron en dirección al sonido. Elysian retiró su mano, y un incómodo Michael se distanció un poco.

Lesia, que parecía haber despertado hace poco, estaba corriendo y se la veía nerviosa. Pronto llegó frente a ellos con un puchero, se quejó y preguntó curiosa:

—¿Por qué no me despertaron? ¿La competencia ya empezó? ¿El maestro ya regresó?

La mención de la competencia que se realizaba durante el festival incomodó a ambos. Elysian se acercó y acomodando los cabellos desordenados de la niña, le dijo con calma:

—Debiste cambiarte antes de salir. La competencia se puede realizar el otro año.

Ante estas palabras, Michael solo forzó una sonrisa silenciosa, sintiendo que la tensión del momento se disipaba un poco.