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Un Nuevo Amor

Un Nuevo Amor

Status: En proceso
Genre:Madre soltera / Mi novio es un famoso / Capitán deportivo
Popularitas:4.8k
Nilai: 5
nombre de autor: Angela Cardona

A veces, el amor llega justo cuando uno ha dejado de esperarlo.
Después de una historia marcada por el engaño y la humillación, Ángela ha aprendido a sobrevivir entre silencios y rutinas. En el elegante hotel donde trabaja, todo parece tener un orden perfecto… hasta que conoce a David Silva, un futbolista reconocido que esconde tras su sonrisa el vacío de una vida que perdió sentido.

Ella busca olvidar.
Él intenta no rendirse.
Y en medio del ruido del mundo, descubren un espacio solo suyo, donde el tiempo se detiene y los corazones se atreven a sentir otra vez.

Pero no todos los amores son bienvenidos.
Entre la diferencia de edades, los juicios y los secretos, su historia se convierte en un susurro prohibido que amenaza con romperles el alma.

Porque hay amores que nacen donde no deberían…

NovelToon tiene autorización de Angela Cardona para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

complicada.

El eco de aquel beso suave en la mejilla seguía latiendo en el aire mucho después de que ambos se separaran.

David, aún en el pasillo, se quedó unos segundos mirando el lugar por donde Ángela había desaparecido, con una sonrisa apenas visible. Aquella breve caricia había despertado algo que creía dormido hacía mucho tiempo: una sensación cálida, genuina, sin pretensiones.

Por su parte, Ángela bajaba por el pasillo con el corazón desbocado, intentando encontrar en la respiración el control que se le escapaba. Sentía su piel arder en el punto donde sus labios la habían rozado. “¿Qué fue eso?”, pensó. “¿Por qué me afecta tanto?”

Cuando David regresó a su habitación, se dejó caer sobre la cama. Se frotó la cara con ambas manos, intentando poner en orden sus pensamientos. No era un beso planeado, simplemente había nacido del impulso, del momento. Y, sin embargo, ese instante le había dejado una sensación de paz que hacía mucho no sentía.

Poco después, sonó su alarma: debía prepararse para el entrenamiento matutino. Se duchó, se puso el uniforme del club y bajó al autobús junto con sus compañeros. Mientras el vehículo arrancaba rumbo al estadio, su mirada se perdía por la ventana, pero su mente no estaba allí: seguía en aquel pasillo, con aquella mujer que lo había dejado sin palabras.

Ángela, por su parte, al llegar a casa se quitó los zapatos y se recostó en el sofá. Cerró los ojos, aún con el eco del día en la cabeza. Pero no tuvo mucho tiempo para perderse en sus pensamientos; su celular vibró. Era su ex pareja.

—Hola, Ángela —dijo él con tono tranquilo—. Solo quería confirmar si este fin de semana me corresponden los niños.

—Sí —respondió ella de manera amable, pero distante—. Este fin de semana te tocan. Te los puedo llevar el sábado en la mañana.

—Perfecto… —hubo una pequeña pausa—. ¿Y tú cómo estás? Hace rato no hablamos más allá de lo de los niños.

—Bien, todo bien, gracias —contestó sin dudar—. Trabajando bastante, pero bien.

Él pareció querer continuar la conversación, pero Ángela, sin ser grosera, marcó el límite:

—Mira, no te lo tomes a mal, pero tengo que descansar.

—Claro, no te preocupes. Igual, gracias por todo. Y sabes que cualquier cosa, cuentas conmigo.

—Lo sé —respondió ella con serenidad—. Eres un excelente papá, y eso siempre te lo voy a reconocer.

Al colgar, Ángela suspiró. Agradecía que él fuera un padre presente, pero sabía que entre ellos no había marcha atrás. Lo que alguna vez los unió se había desgastado entre diferencias, silencios y una convivencia que la fue apagando poco a poco. Había aprendido a vivir con las secuelas emocionales y físicas de esa etapa; no golpes, pero sí la carga de haber callado demasiado.

A la mañana siguiente, David estaba en el centro de entrenamiento. Entre estiramientos y bromas, su compañero Ruiz lo observaba con curiosidad.

—Oye, Silva —le dijo mientras se colocaban los botines—, ¿y tú cómo vas con todo eso de la separación?

David sonrió con una mezcla de resignación y alivio.

—La verdad… tranquilo. El último año fue como un ring de boxeo. Ya separados, por fin hay calma.

—¿Y los niños? —preguntó Ruiz.

—Eso sí es lo más duro —respondió bajando la voz—. No poder verlos cuando quiero me parte el alma.

Ruiz le dio una palmada en el hombro.

—Te entiendo, hermano. Pero la paz no tiene precio.

—Eso es cierto —asintió David.

Ruiz soltó una risa y, con tono juguetón, añadió:

—¿Y el corazón? ¿Vacío o hay alguien que te anda revolviendo la cabeza?

David rió suavemente.

—No sé… tal vez hay alguien que me llama la atención, pero no sé si sea buena idea. Es complicada.

—¿Complicada? —rió Ruiz—. Eso suena a que te gusta en serio.

David sonrió, sin confirmar ni negar. No podía dejar de pensar en Ángela, pero sabía que debía ir con cuidado.

Al otro lado de la ciudad, Ángela conversaba con su madre mientras doblaba ropa.

—Mamá —dijo con voz calmada—, he estado pensando en volver a vivir sola con los niños. Ya me acostumbré a mi independencia y tengo un ingreso estable.

Dalila la miró con ternura.

—Hija, no hay prisa. Me encanta tenerlos aquí, pero si sientes que es momento, solo te pido que lo pienses bien. Sabes que tu salud a veces te juega malas pasadas.

Ángela sonrió agradecida.

—Sí, lo sé. Pero me siento más fuerte ahora. Ya no tengo miedo de estar sola.

Su madre asintió, aunque en sus ojos se leía cierta preocupación. Conocía muy bien las heridas que su hija cargaba, esas que no se veían, pero que aún dolían.

Pasadas unas horas, Ángela regresó al hotel para su turno nocturno. Esa noche, el encargado le pidió un favor:

—Ángela, necesitamos apoyo en el área del restaurante. El equipo viene a cenar y estamos cortos de personal. ¿Nos ayudas?

—Claro, con gusto —respondió. Un ingreso extra siempre venía bien.

El comedor del hotel estaba lleno. Risas, charlas, y el aroma de la comida recién servida llenaban el ambiente. David llegó con sus compañeros, entre ellos Ruiz, y tomaron asiento. Él trataba de mantener la atención en la conversación, pero sus ojos inevitablemente buscaban a Ángela.

Ella, vestida con su uniforme impecable, atendía cada mesa con profesionalismo, evitando mirarlo. Sabía que si cruzaba su mirada con la suya, no podría ocultar lo que sentía.

David la observaba con discreción, admirando su elegancia, la serenidad con la que se movía. No era solo atracción; había algo más, una curiosidad profunda por conocerla realmente.

Cuando la cena terminó y los jugadores empezaban a levantarse entre bromas, Ángela pasó cerca llevando una bandeja con los postres. David aprovechó un instante en que ella quedó sola, lejos de la vista de los demás.

—Ángela —susurró con voz baja, acercándose con suavidad.

Ella se sobresaltó un poco al escucharlo tan cerca.

—Mañana a las 7:30 en el parqueadero del hotel —dijo él con calma—. No te preocupes, seré discreto. No quiero que tengas problemas.

Ángela lo miró a los ojos; no dijo una palabra, pero asintió levemente. David sonrió apenas, entendiendo el mensaje.

Aquella noche, mientras el restaurante se apagaba lentamente y el silencio llenaba los pasillos, ambos sabían que algo estaba empezando a cambiar.

No había promesas, ni palabras grandes, solo una cita sellada en silencio… y la certeza de que al día siguiente, sus caminos volverían a cruzarse.

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Ana Cachon
Excelente historia, me encanta!!
GALYGAM
exelente
vianca mar
estoy enamorada del capi ❤🤭
Ana Gonzalez
más capitulos 🙏
Angela Cardona
Aprovecho este espacio para agradecer a todas las personas que se han tomado el tiempo de leer mi novela y dejarme un “me gusta”. 💕
Su apoyo me motiva muchísimo a seguir escribiendo y avanzando con esta historia. ¡Gracias de corazón por acompañarme en este camino! ✨
vianca mar
me encanta
vianca mar
me encanta es una historia muy atrapante y diferente.
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