En un mundo devastado por el apocalipsis zombi, la supervivencia es una guerra constante. Ayanokouji Kiyotaka, un joven calculador y frío, escapa de la opresiva Sala Blanca solo para encontrar un mundo aún más brutal. Ahora, atrapado en el instituto Fujimi, debe usar su inteligencia y habilidades estratégicas para liderar a un grupo de estudiantes en medio del caos.
A medida que las hordas de muertos vivientes se acercan, Ayanokouji se enfrenta a una amenaza aún mayor: la traición y la desconfianza dentro de su propio grupo.
Mientras los aliados se vuelven enemigos y la violencia alcanza su punto álgido, Ayanokouji debe tomar decisiones drásticas para proteger a a los suyos. Entre la lucha por los suministros y la constante amenaza de los zombis, cada día se convierte en una prueba de ingenio y fuerza.
¿Podrá Ayanokouji mantener la unidad y liderar a su grupo hacia un futuro incierto, o caerá ante las fuerzas que buscan destruirlo?
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Capítulo 20: Alianza Inesperada
Unos días atrás después del primer encuentro entre el grupo de Ayanokouji y los Vipers, el líder de los Vipers se escabulló discretamente, buscando un lugar apartado donde pudiera hablar con la persona misteriosa. Finalmente, encontró un rincón oscuro entre dos edificios medio destruidos, donde una figura misteriosa lo esperaba, era la persona encapuchada.
El líder, un hombre de aspecto rudo y mirada calculadora, la observó con una mezcla de impaciencia y desdén. Antes de que la persona misteriosa pudiera decir algo, él rompió el silencio.
—Ya encontré a la persona que buscas —dijo el líder con voz baja y áspera.
La persona misteriosa, claramente irritado dijo. —¿Por qué tardaste tanto? —preguntó, su tono ácido. —Esto debería haber sido sencillo.
El líder de los Vipers soltó una carcajada seca. —Envié a unas personas a que se infiltraran en el grupo, pero al parecer fueron descubiertos. Tuve que ir yo mismo al lugar.
La persona misteriosa chasqueó la lengua, claramente frustrada por la incompetencia de los infiltrados. —¿Y dónde está ahora? —inquirió, su voz tensa con la urgencia.
El líder se cruzó de brazos, una sonrisa burlona en su rostro. —Primero, dame lo que acordamos —dijo, su tono firme y exigente.
La persona misteriosa lo miró fijamente por un momento antes de suspirar. Sacó un pequeño paquete de su bolso y se lo entregó al líder. Él lo tomó, inspeccionándolo rápidamente antes de guardarlo en su chaqueta.
—Ahora, dime dónde está —insistió con su paciencia claramente agotándose.
El líder se inclinó un poco hacia adelante, sus ojos fijos en —Está muy cerca de aqui, pasando un área industrial, es un edificio de dos pisos con un alto muro y un portón de hierro forjado.
Lo que hagas con esa información depende de ti. Pero recuerda, este tipo de favores no son gratis, y la próxima vez no seré tan paciente.
La persona misteriosa asintió, guardando la información en su mente mientras se daba la vuelta para regresar con su grupo. En su mente pensaba, "Al fin te encontré , Ayanokouji".
Mientras caminaba de regreso, su mente estaba enredada en pensamientos. Había mucho en juego, y cada movimiento debía ser calculado con precisión. Asegurarse de que el líder de los Vipers cumpliera con su parte del trato era solo el primer paso en un plan mucho más grande.
…
El sol se alzaba en el horizonte, anunciando el comienzo de un nuevo día. En la casa fortificada, el grupo se preparaba para la jornada que les aguardaba. Habían decidido llevar a cabo una misión de exploración para buscar suministros y potenciales aliados. Ayanokouji, Takashi, Saeko, Rei y Mariko se alistaron para salir, dejando a Saya, Kohta y Shizuka encargados de la seguridad en el refugio.
Mientras caminaban por las calles desiertas, el grupo se movía con cautela. Ayanokouji lideraba la marcha, sus ojos fríos y calculadores escaneaban el entorno en busca de cualquier amenaza.
—¿Estás seguro de que esto es una buena idea? —preguntó Rei, manteniendo su lanza firmemente en sus manos.
—Necesitamos suministros —respondió Ayanokouji sin detenerse. —Y si podemos encontrar aliados, nuestras posibilidades de supervivencia aumentarán.
Mariko, que había sido aceptada provisionalmente en el grupo, caminaba a un ritmo constante, aunque sus ojos mostraban signos de nerviosismo.
—¿Qué tan lejos está la base de los Vipers? —preguntó Saeko, su katana lista para cualquier eventualidad.
—Está a unos tres kilómetros al norte —respondió Mariko. —Pero debemos tener cuidado. Los Vipers no se rinden fácilmente.
A medida que avanzaban, encontraron una pequeña tienda de conveniencia. Ayanokouji hizo una señal para que el grupo se detuviera.
—Vamos a revisar el interior. Puede que haya algo útil —dijo, entrando con cautela, seguido de cerca por los demás.
Dentro de la tienda, encontraron algunos suministros básicos: latas de comida, botellas de agua y algunos medicamentos. Mientras recogían lo que podían, Mariko se acercó a Ayanokouji.
—Gracias por darme una oportunidad —dijo en voz baja. —Prometo que no los decepcionaré.
Ayanokouji la miró, sus ojos fríos pero su voz contenía un leve toque de comprensión. —Demuestra tu lealtad con tus acciones. Eso es todo lo que necesitamos.
De repente, un ruido proveniente de la parte trasera de la tienda alertó al grupo. Ayanokouji hizo una señal para que todos se prepararan. Lentamente se acercaron a la fuente del sonido, descubriendo a un hombre herido y desarmado escondido entre las estanterías derrumbadas.
—No disparen, por favor —suplicó el hombre, levantando las manos. —No soy un enemigo.
Takashi bajó su arma, pero mantuvo la guardia alta. —¿Quién eres?
—Mi nombre es Hiroshi —respondió el hombre. —Estoy buscando a mi familia. Nos separamos cuando todo esto comenzó. He estado solo desde entonces.
Ayanokouji lo observó detenidamente, evaluando su sinceridad. Finalmente, decidió darle una oportunidad. —Ven con nosotros. Si tu historia es cierta, te ayudaremos a encontrar a tu familia.
Hiroshi asintió con gratitud y se unió al grupo. Mientras continuaban su camino, Mariko aprovechó la oportunidad para hablar con él.
—¿Qué sabes sobre los Vipers? —preguntó, esperando obtener información adicional.
—Los he visto por la ciudad —dijo Hiroshi. —Son brutales y no muestran piedad. He tratado de evitarlos, pero escuché que planean un gran ataque contra un refugio cercano.
Ayanokouji intercambió una mirada con Takashi. —Tenemos que regresar y prepararnos. No podemos permitir que nos tomen por sorpresa.
El grupo aceleró el paso, consciente de la urgencia de la situación. Mientras avanzaban, se toparon con una barricada improvisada. Un grupo de sobrevivientes los observaba desde detrás de la protección, armados y listos para defenderse.
—¿Quiénes son ustedes? —gritó uno de los hombres desde la barricada.
Ayanokouji levantó las manos en señal de paz. —Somos sobrevivientes, igual que ustedes. Buscamos suministros y posibles aliados.
El líder del grupo de la barricada, un hombre robusto con una cicatriz en la mejilla, se acercó con cautela. —Soy Takeshi. ¿Qué les hace pensar que pueden confiar en nosotros?
—La supervivencia no es una cuestión de confianza ciega, sino de necesidad mutua —respondió Ayanokouji. —Si unimos fuerzas, aumentamos nuestras posibilidades de sobrevivir y protegernos mutuamente.
Takeshi pareció considerar sus palabras. —Tenemos escasez de alimentos y medicamentos. Si pueden ayudarnos con eso, quizás podamos trabajar juntos.
Ayanokouji asintió. —Podemos compartir lo que encontramos hoy. Y también podemos ayudarnos en la defensa contra los Vipers. Tienen planes de atacar nuestro refugio, y eso nos pone a todos en peligro.
Takeshi intercambió miradas con su grupo y finalmente asintió. —De acuerdo. Uniremos fuerzas. Pero si nos traicionan, no duden que pagarán las consecuencias.
El grupo de Ayanokouji y el de Takeshi regresaron juntos al refugio fortificado. Mientras descargaban los suministros, Saya, Kohta y Shizuka los recibieron con cautela pero también con esperanza. La alianza recién formada les daba una nueva perspectiva de fortaleza y apoyo.
Esa noche, el refugio estaba más animado de lo que había estado en semanas. La presencia de nuevos aliados y la promesa de una defensa más fuerte renovaban el espíritu del grupo. Ayanokouji observó las interacciones desde la distancia, sus pensamientos regresando a la conversación con Hiroshi y la alianza con Takeshi. Sabía que las decisiones que tomaba eran cruciales para la supervivencia de todos.
Mientras la noche avanzaba, Ayanokouji se retiró a un rincón tranquilo para reflexionar. Las palabras de Takeshi resonaban en su mente: "Si nos traicionan, pagarán las consecuencias." Sabía que la confianza era frágil en este nuevo mundo, pero también sabía que sin ella, no había esperanza.
Mirando hacia el futuro, Ayanokouji se comprometió a seguir liderando con la misma determinación y frialdad que lo habían llevado hasta aquí. Sabía que el camino sería arduo y lleno de desafíos, pero con aliados a su lado, tenía una razón más para luchar y una chispa de esperanza que mantenía viva su determinación.
Al final, la supervivencia no era solo una cuestión de fuerza, sino de alianzas y decisiones calculadas. Y Ayanokouji estaba decidido a hacer todo lo necesario para asegurar el futuro de su grupo, incluso si eso significaba enfrentar sus propios demonios y dudas.