Terapia De Pareja, Para Dejar A Tu Pareja.

Sophie entró al consultorio con una mezcla de nervios y esperanza. Al ver a Lorenzo, le sonrió tímidamente, sin sospechar que él no era el terapeuta que decía ser, aunque se veía muy profesional en un traje negro y una camisa blanca. Se veía muy guapo.

Lorenzo, con una sonrisa profesional, la invitó a sentarse.

Lorenzo observó a Sophie el día de hoy; se veía hermosa; llevaba un enterizo color blanco y una chaqueta beige; sus tacones eran del mismo calor que su chaqueta. Se veía preciosa hoy; llevaba el cabello suelto en ondas y su sonrisa era inmensa. "Es un placer verte de nuevo, Sophie, adelante", su sonrisa era genuina igual a la que le dio ella después.

"Sophie, ¿cómo te has sentido desde nuestra última sesión?", preguntó Lorenzo, tratando de sonar convincente mientras se dirigía a su portafolio.

Sophie se acomodó un poco más en la silla, cruzando las piernas y jugueteando con sus dedos.

—Bueno, he estado pensando mucho en lo que hablamos. Creo que he empezado a ver las cosas de una manera diferente; me siento… bien—respondió, con una mezcla de sinceridad y duda.

Lorenzo asintió, intentando mantener la compostura mientras abría su portafolio. Su corazón dio un vuelco al darse cuenta de que había traído el maletín equivocado. En lugar de los documentos de terapia, tenía un montón de papeles sin relación alguna. Entró en pánico. El color abandonó su cara, pero se obligó a mantener una expresión tranquila.

—Eso es excelente, Sophie. Dame un momento —dijo, descubriendo su muñeca y llamando a su mejor amigo Alejandro con el reloj inteligente sin necesidad de utilizar su teléfono. La llamada fue en modo manos libres; por suerte estaba tan acostumbrado a ese aparato para sus negocios que lo traía puesto siempre. Mientras Sophie estaba sentada, él tenía una disimulada conversación.

—Alejandro, necesito tu ayuda. Urgente —murmuró, tratando de no levantar sospechas mientras tomaba documentos que nada que verían en su mano.

—¿Qué pasa? —respondió Alejandro, con voz somnolienta; era muy temprano.

—Traje el maletín equivocado. Necesito que me dictes algo sobre terapia, algo que tenga que ver con lo que te comenté, pero rápido.

Alejandro, aún medio dormido, comenzó a buscar en Internet.

"Ya, voy, ya voy, tú y tus locuras y yo de cabeza a ayudarte", se quejó aún medio dormido.

—a ver... lo tengo, Dile que hoy se trata de identificar sus cualidades y fortalezas. Pregúntale sobre momentos en los que se ha sentido orgullosa de sí misma.

Lorenzo se acercó a Sophie y se sentó frente a ella. Repitió las palabras de Alejandro, tratando de sonar natural.

—Sophie, hoy vamos a hablar sobre tus cualidades y fortalezas. ¿Puedes pensar en algún momento en el que te hayas sentido orgullosa de ti misma?

Sophie, sin notar el caos detrás de la fachada profesional de Lorenzo, comenzó a hablar sobre un proyecto en el trabajo que había liderado con éxito: hablaba de cómo diseño las boutiques y los talleres de su amiga Isabella. Sus ojos brillaban al hacerlo y Lorenzo solo se perdía en sus ojos y su dulce voz. Era fascinante verla que se volvía otra cuando hablaba de ello; perdía la timidez y se veía segura.

"Me gusta mucho el arte, el diseño, de hecho ayer creé el diseño de un jardín, me encanta el paisajismo, disfruto mucho de crear, por eso estudié arquitectura y diseño", siguió hablando tan fluidamente de que parecían dos grandes amigos de toda la vida.

"Cuéntame más, Sophie" la alentó.

Sophie miró por la ventana del consultorio con su mirada lejos. "Siempre me ha fascinado la arquitectura de esta ciudad. Milán tiene una mezcla tan rica de lo antiguo y lo moderno. Cada edificio cuenta una historia", dijeron las grandes estructuras.

Lorenzo sonriendo le respondió: "Es cierto. La arquitectura puede ser una forma de arte muy poderosa. ¿Siempre te ha apasionado? Siguió indagando.

"Sí, desde que era niña. Recuerdo que solía dibujar planos de casas y edificios en mis cuadernos. Mi madre pensaba que era solo un pasatiempo, pero para mí era mucho más. Era una forma de expresar cómo veía el mundo", respondió.

"Sí, la arquitectura es algo maravilloso, es increíble poder crear grandes estructuras, conozco a un muy buen arquitecto", dijo Lorenzo, ganándose más la atención de Sophie, quien quitó la mirada de la ventana y la posó en sus ojos.

"¿De verdad, eso es fascinante?" Dijo maravillada.

"Si es muy buen arquitecto, tiene de hecho una enorme compañía donde crea todo tipo de estructuras, diseña espacios, es muy inteligente, muy capaz, hasta guapo es el hombre", dice refiriéndose a él mismo y Sophie sigue sonriendo encantada con la conversación.

"Gracias, amigo, no sabía que pensarás todo eso de mí" dice por el auricular y se ríe a carcajadas. Lorenzo se había olvidado de su amigo.

"Idiota" espera y Sophie frunce el ceño.

"¿Idiota?" Sophie preguntó confundida y Lorenzo se puso nervioso solo unos segundos.

"Si a veces es muy idiota, nadie es perfecto", se ríe tratando de salvar su metida de pata.

"Sí, es idiota y también es mentiroso y sobre todo no es terapeuta", dice Alejandro por el auricular y Lorenzo se lo saca de la oreja y corta la llamada con un botón en el aparato.

"Ay, esto me molesta, me lo quitaré, lo uso para manejar y se me olvidó sacármelo hoy", dice sonriéndole a Sophie y ella igual.

Lorenzo, con una sonrisa nerviosa, rápidamente cambió de tema.

"¿Y qué es lo que más te gusta de la arquitectura?"

La miró con atención, esperando su respuesta. Quería saber todo de ella; le intrigaba esa mujer.

Sophie con entusiasmo respondió: "Me encanta cómo puede transformar un espacio y afectar las emociones de las personas". Un buen diseño puede hacer que te sientas seguro, inspirado, incluso feliz. Es como si los edificios tuvieran el poder de influir en nuestro estado de ánimo", dijo, esta vez cambiando su semblante a uno triste.

Eso no pasó desapercibido para Lorenzo, y preguntó curioso.

"¿Y en tu casa como está decorado todo?"

"En mi casa todo es blanco y sobrio; es elegante, pero…" Se detuvo suspirando.

"Mi suegra se encargó de todo y a Ricardo no le gusta que cambie nada, solo pocas cosas he cambiado en la habitación de huéspedes donde duermo" el hombre sonrió sin poder ocultar su emoción.

"¿No duermes con tu esposo?" Indagó y Sophia se sonrojó un poco.

"No, doctor…" Esto lleva pasando ya algún tiempo. "Me siento más cómoda aquí" dice con la mirada baja.

"No bajes la mirada de nuevo, de acuerdo"; el tono ronco y firme hizo estremecer a Sophie.

"Esto no es tu culpa, nada es tu culpa, repítelo cuando creas lo contrario", dijo de nuevo y él asintió.

"Bueno, volviendo al tema interesante, ¿tienes algún proyecto en mente que te gustaría realizar algún día"?

Sophie sonríe de manera soñadora; sus ojos le brillan mucho más. "Me encantaría diseñar un centro comunitario que combine elementos de la naturaleza con la modernidad".

Un lugar donde las personas puedan reunirse, relajarse y sentirse conectadas con su entorno. "Creo que la arquitectura puede ser una herramienta para mejorar la calidad de vida de las personas". Al terminar se sonroja de nuevo.

Lorenzo la mira con admiración y dice: "Tienes una visión muy clara y apasionada. Es inspirador, escucharte, hablar de ello; ojalá puedas lograrlo, pero para eso debes ejercer", dice al final.

Sophie, sonriendo de manera tímida, dijo: "Gracias, doctor". Hablar de esto me recuerda por qué amo tanto esta carrera. A veces, en medio de todo el caos, es fácil olvidar nuestras pasiones", suspiró y asintió.

"Lo haré, volveré a trabajar". Lorenzo casi la abrazó, pero se contuvo. Ella vio su intención, pero como se echó para atrás pensó que lo había imaginado, aunque quería que de verdad la abrazara.

"Me alegra mucho y espero algún día ayudarte con eso. La arquitectura es algo maravilloso, Sophie, debes regresar". El momento era casi mágico; solo risas había en el lugar.

De pronto Lorenzo se acercó un poco, rodándose hasta el borde de su asiento y la miró fijamente: "Sophie, ¿alguna vez has pensado en lo que realmente te hace feliz, más allá de tu relación?", preguntó, esperando una respuesta. Lo quería saber todo.

"Quisiera sentirme segura como cuando mi abuela vivía; ella, a pesar de todo, siempre me quiso, me hacía sentir importante; yo adoro a los niños y me haría muy feliz construir un lugar de acogida; eso sería maravilloso". Dijo impresionado más a Lorenzo; él frunció su ceño de nuevo.

"¿No tienes hijos?" Él estaba extrañado por eso.

"No, yo… Tengo un problema; es por eso que trato de ser buena en todo para mi esposo. A pesar de que no soy una mujer completa, está conmigo". A Lorenzo lo lanzaron hasta el último piso y lo dejaron caer. Su rabia recorrió su cuerpo. ¿Qué estaba diciendo esta mujer?

"Tú y yo tendremos un problema si vuelves a despreciarte o a bajar la cabeza; nadie está por encima de ti, a nadie se le baja la mira, al contrario, se le sostiene", dijo y ella asintió, sintiendo sus palabras como una orden que su cerebro rápidamente detectó.

"¿Eres estéril, fuiste a un médico?" Él preguntó y ella negó.

"No, pero tenemos años juntos y no le he dado hijos; él se revisó para no exponerme y salió bien. "La del problema soy yo", un suspiro pesado, salió de la nariz de Lorenzo.

"No será hoy, pero empezaremos un tratamiento para eso; hay que saber qué sucede, solo no pienses que estás dañada de acuerdo". Ella asintió y él se retiró para pedirle que repitiera una serie de cosas en el espejo y que practicara el ser egoísta. Le puso la prueba del no; debía decir no a todo, así ella con pesar se retiró. Esta vez fueron cuatro horas y algo más, pero Lorenzo solo se dedicó a buscar una cita para que revisaran a Sophie. Él haría todo por ella, aunque era seguro que si lograba tener un hijo no sería con ese imbécil.