El matrimonio, con el tiempo, irremediablemente, se transforma en rutina, pero cuando una retaila de "M" se unen, se convierte en dinamita pura, que detona en una peligrosa explosión, destruyendo la vida misma de forma Siniestra: Matrimonio de Mierda, Monotonía, Mentiras, Maldad, Misterio... Muerte! ¿Fue realmente el azar? ¿O fueron malas decisiones? ¡Las señales estuvieron siempre a la vista y, no las vimos! ¿O tal vez, no las quisimos ver?.. Este es más un drama, con eventos de suspenso sobrenaturales, espero lo disfruten.
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Capítulo XX La Verdad
Patricia está disfrutando sometiendo a Robert:
-¡Esto me está gustando mucho! ¡Grita!, grita todo lo que quieras, esta habitación está muy bien condicionada, ¿no lo recuerdas?, tú mismo la hiciste, para que grites y que nadie escuche, ¡Me encanta!- ella en modo gatuno, y con sus largas botas negras hasta sus muslos, lo suelta luego se abre encima de él. toma el látigo, y comienza a darle en el torax, luego en las piernas, lo voltea, y marca sus nalgas y espalda, le da con furia, en su mente recuerda las veces que Carolina llegaba destruída por él. Ahora quiere desquitarse. Toma un vibrador le aplica gel, y se lo introduce al hombre.
-¡Ahhhh, nooooo eso duele! ¡Ya basta!, eso no lo acordamos, no quiero seguir en este papel de sumiso- grita Robert, mientras su carne se desgarra con la dilatación.
-¡Supongo que has sido un niño muy malo, con otras mujeres, así que mereces un buen castigo por eso ¿No crees que lo mereces?- cambia su rostro, colocando una mirada y sonrisa aterradora, poniendo el vibrador a modo máximo, dándole con toda las fuerzas que ella puede. Los gritos de dolor del hombre con insultos vulgares, llenan la habitación, con ecos de regocijo hacia los oidos de Patricia.
-¡Perra, puta maldita! ¡Carajo, eso duele!-
-¡Si grita, grita mi niñito malo, te has portado muy mal y tu bien que lo sabes!, pero lo estas disfrutando bastante ¿No es verdad?, tu amiguito ya despertó. Ahora dime: ¿Que has hecho de malo últimamente? - Ella comienza aacariciar sus nalgas, toma un látigo, se dispone a golpearlo, hasta que lo ve sangrar, acaricia las heridas, provocando dolor cuando mete sus uñas en las heridas sangrantes. Ella, está diafrutándolo también, se comienza a encender, sin buscarlo... pero, todavía no rebelará que conoce a Carolina. Quiere ganarse su confianza. Pronto, se quita el vestido quedando en una especie de ropa interior con correas de semicuero negro, que se mimetizan con su piel oscura. Le pertenecen a Carolina. Pero, él ni siquiera lo recuerda.
La braga, o lo que eso parece, mas bien son tiras abiertas desde adelante hacia atrás, tiene unas correas alrededor de su redondas caderas y alrededor de sus grandes pechos, ella se posiciona en su cara dejándola ver en toda su plenitud, toda su intimidad rasurada, mientras se acerca, ella sola se toca, él empieza a disfrutar el espectáculo, comenzando a responder, ella se va acercando poco a poco a su rostro para que la saboree.
-¡Vamos enseñame cómo puedes usar esa lengua afilada que tienes!, ¡Esmérate más!¡Puedes hacerlo mejor! ¿O quieres que te siga castigando?-
Él termina cediendo usando el sentido del gusto, la lengua juega, mientras ella mueve sus anchas caderas en va y ven. Ella gime, exagerando sus gritos, porque ya sabemos, cuales son sus verdaderas preferencias. Luegos se voltea dejándole ver su redondo trasero, ella observa que está reaccionando, lo toca para aumentar su estimulación, mientras él continúa desesperado saboreandola, ella aumenta la velocidad de su accionar, con habilidad, su boca apenas lo humedece, escupiéndolo, hasta que él acaba en éxtasis, dando un grito de satisfacción.
Ella se separa de él,
-¡Eso es todo por hoy, de lo bueno en raciones pequeñas!- se viste lentamente. Toma sus pertenencias.
-¿Eso es todo? ¡Yo necesito mas! Espera ¿No me vas a soltar? ¡No me dejes así!- grita desesperado.
-Si me cuentas sobre tus otras aventuras, te suelto- aprovecha ella para intentar sacar una confesión. Pero Robert, no es estúpido para confesar de buenas a primera.
-La proxima vez que nos veamos hablaremos de nuestras conquistas, también tengo cueiosidad por conocer tu pasado, pero debes soltarme, no me dejes atado - responde Robert.
-Solo una manita, lo demás lo haces tú solito, ya eres un niño grande, dejaste de ser virgen ¿No es así?- le sonrie con un guiño. Ella sale, mientras él grita
- ¡Espera! ¿Cuando volvemos a vernos? ¡Quiero verte de nuevo!- él intenta desatarse la otra mano, pero ya ella se había ido, solo le grita desde la puerta:
-No me busques, yo lo haré cuando lo considere oportuno- cierra la puerta y se va.
Robert, estaba con fuertes palpitaciones, respirando cansado, nunca pensó que disfrutaría de esa manera. Termina de soltarse y se va a la ducha, adolorido por todos lados, pero esa experiencia fue única, reconoce que fue de lo más excitante, vuelve a darse automasajes, pensando en lo que sintió con esa hembra. Ahora definitivamente, quiere volver a verla, no descansará hasta poseer a esa bestia de mujer.
Lejos de allí, en otro lado de la ciudad:
Samanta se dirige hacia la oficina contable, pero el contador la recibe sorprendido, Robert le habia pedido un informe, no se imaginó que la esposa se lo llevara ella misma, antes de que Robert hiciera el supuesto arreglo. Ella se queda mientras va a la fotocopiadora y copia el documento, luego se lo devuelve al contador, no sin antes fotografiar cada pagina y enviarla a su padre, él puede asesorarla mejor que nadie. El contador no se atreve a decir nada, puesto que ella también es socia mayoritaria.
Samanta se lleva el documento original y le deja la copia a Robert en su oficina.
Se va hacia el bufete de abogados, empieza a hojear el informe, quedando horrorizada de las cantidades de dinero que la Presidencia, en ese caso Robert, ha sustraido. Llama a su padre, se encamina a su oficina, la cual está en el piso 30 del mismo edificio donde ella trabaja.
-Papá, creo que después de todo el dinero invertido, la Empresa Fuentealba, nuevamente, pronto estará en quiebra; hay una demanda en su contra, y supongo que es la primera de muchas, si es así, prefiero vendas mis acciones, aquí te traigo los documentos de propiedad, también tienes un pode, para que hagas negocios con ellas, quiero el dinero para indemnizar a la víctima, mientras sea socia, luego que él resuelva con las futuras demandas que va a tener y los escándalos que se le avecinan- explica la situación Samanta.
- Hija te lo dije cuando decidiste casarte con Robert, ese hombre no es de buen proceder, todavía no entiendo cómo dejaste a Leonel, por ese sátrapa- molesto el padre le reprocha.
-Papá, ya no hay motivo para seguir mintiendo, Arturo es hijo de Leonel, pero él me fue infiel y por eso lo dejé. Ahora entiendo que no hay ningún hombre fiel, y vine a caer con el más depravado- responde avergonzada Samanta.
-¿Qué dices? ¿Por qué no me lo dijiste? ¡No tenías que destruir tu vida! ¡Podíamos tener a Arturo! ¿Es que acaso te faltaba dinero para criar a tu hijo?- el padre está horrorizado ante la verdad de lo sucedido.
A veces, la dura realidad logra superar la ficción, y este ha sido el caso en su familia.
Es a los diez años es que entra la crisis de pareja, donde se empieza hacer balances, sumas y restas para darse cuenta si valió la pena el sacrificio y el esfuerzo