Destiny Love llevaba una vida tranquila trabajando como coordinadora de eventos en el club de solteros Lovely, pronta a contraer nupcias con su novio de la infancia hasta que un día se topa con el guapo y descarado James Miller quien llegó a poner su mundo de cabeza con una propuesta que no pudo rechazar.
Dispuesto a conservar su posición como nuevo CEO del negocio familiar, James está obligado a ponerle freno a las aventuras de una noche que lo sostenían medianamente cuerdo ante el dolor de su reciente ruptura. Por lo que decide contratar los servicios de una curiosa y poco atractiva mujer para entretenerse.
Ese trato inusual los embarcará en la dulce historia que cambiará la vida de ambos.
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21.
—Te envidio tanto —gimió Megan, mirando a través de la ventana de su casa al joven chofer de la familia Miller—. Esa casa debe ser como un castillo encantado, ¿son todos igual de hermosos ahí adentro?
—Desde los sirvientes hasta el príncipe encantado —bromeó Destiny dándole un mordisco a su croissant, estaba feliz de no haber tenido que lidiar con el viejo chofer amargado de siempre, en cambio fue recibida por ese chico muy amable y conversador. Había algo en él que hizo que simpatizaran al instante.
—Dime por favor que ya se acostaron —rogó Megan, Destiny llenó de aire sus pulmones para dar una negativa efusiva pero su amiga le detuvo poniéndole un trozo de pan en la boca—. ¡Recapacita, Des! Tus dias en esa mansión de lujo están contandos, debes aprovecharlos al máximo. Y tienes que regresar a casa con una experiencia inolvidable, algo que te dé alegría en tu vejez.
Destiny tragó con dificultad para a continuación reírse de los disparates de Megan.
—¿Qué tendría de memorable tener a James Miller desnudo frente a mí?
Megan rodó los ojos, subiendo su pie a la silla para dar un mejor argumento, echó un vistazo rápido al corral. Anel seguía dormida.
—Sé que odias las comparaciones, pero Ian es un hombre promedio, sé que lo amas, lo entiendo —reparó, cuidando que Destiny no saltara sobre ella por criticar a su novio eventual—. En cambio James Miller es alguien que aparecerá en tu vida solo una vez y si no lo aprovechas, sé que te arrepentirás.
—No estoy con él por dinero, si a eso te refieres.
—Ash —se quejó Megan, sacudiéndose de las manos unas cuantas migas de pan—, el dinero es lo de menos, Miller podría ser muy pobre y aún así, yo me acostaría con él. Lo he observado tanto, su cuerpo grande y fibroso seguramente te hará ver estrellas.
—De acuerdo, me acuesto con él y después, ¿qué? ¿Dejo que Ian sepa que lo engañé la noche de bodas?
Megan se rascó la cabeza desordenado sus rizos de fuego.
—Se me olvidaba que aún eres virgen —lamentó mordiéndose una uña—. Entonces qué tal un beso, pero no uno cualquiera, el beso de tu vida.
Megan notó que sus palabras causaron efecto en su amiga, todos sabían que Ian no era el hombre adecuado para casarse con Destiny. Prueba de ello era que no le había llamado ni una vez desde que se largó a Paris teniendo una diferencia horaria no tan significativa. Megan casi podía jurar que Ian no era la blanca paloma que Destiny creía pero no contaba con evidencia sólida para demostrarlo.
—Tendré la noche de mi vida cuando mi prometido esté de vuelta —insistió.
Megan esbozó un gesto apático.
—Por cierto, hice la tarea que me pediste —celebró saltando de la mesa. Destiny la observó revolviendo los libros de colorear de Anel hasta que dio un saltito de victoria, trayendo consigo una revista arrugada—. Me topé con esta revista de chismes, ¿y qué crees? La función de la aclamada April Scott en la cuidad hizo que revivieran su escándalo más reciente. Se dice que tuvo un amorío con su antiguo representante y actualmente se encuentran en una batalla legal porque él se quedaba con gran parte de sus ganancias.
Así que por ese motivo la zorra esa quería atrapar de nuevo a James. Apuñó la mano con fuerza, antes muerta. Ella no lo merecía, James podía ser insoportable y coqueto, pero no era alguien para desechar a la ligera. Si osaba procurarlo de nuevo, ella le daría una lección.
—Por tu cara asumo que ha vuelto a frecuentarlo, cierto.
—Sí, aunque no ha tenido la oportunidad de hablar directamente con él.
—Tienes una competencia muy dura, amiga —advirtió Megan, cerrando la revista para que Destiny se fijara en la portada. Era April—. Ella es muy atractiva.
Lo admitía, April Scott era una belleza fuera de serie. Una piel pálida, labios llenos, ojos del color de la miel y mejor ni mencionar su exuberante y perfecta figura. Sin embargo nada de eso tenía validez si por dentro era una persona horrible y ambiciosa. Liberar a James de las garras de ese demonio era su nuevo objetivo personal.
Suspiró masajeándose la cien. Creyó que pasaría un día libre dónde James Miller no tendría cabida en su memoria pero su vida parecía girar en torno a él y eso la asustaba. Recordó el misterioso sobre que James dejó sobre su cama, lo llevó consigo en caso se tratase de un buen detalle como una tarjeta de crédito sin límite o similar, probó verlo a tras luz y con decepción descubrió que era un papel común y corriente.
—Es tan estúpido —murmuró desdoblando la hoja. Su rostro se convirtió en un arcoíris a medida que su aturdido cerebro procesaba cada una de las letras. «Lista de deseos por James Miller.»
—Acampar, tener un día de picnic, ir al cine, andar en bicicleta… —Megan le arrebató la carta para leerla en voz alta, devastada por la vergüenza, Destiny luchó para arrebatársela pero siendo su amiga varios centímetros más alta, le fue imposible—. Prácticamente dice que quiere hacer el amor contigo. ¿Aún después de esto te atreves a decir que no le gustas a este sujeto? Dios mío, son puras cosas cursis.
—Justo por eso las haría solo conmigo, se siente cómodo a mi lado porque no tiene que fingir ser interesante para conquistarme. Soy la única mujer en este amplio mundo que no le atrae sexualmente.
—Puedes decir lo que quieras, pero te apuesto que antes de terminar su dichoso contrato, ustedes dos, terminarán enredados.
Destiny se mordió el labio, escuchar a Megan dañaba su salud mental. Era una mujer comprometida que había perdido el derecho de hacerse ilusiones con otro hombre. Pero lo admitía, ella se sentía dolorosamente atraída por James.
Los pensamientos impuros se alejaron de ella cuando el chófer tocó la puerta, Megan se apresuró a abrir, recostándose de manera coqueta en la entrada. Oliver se quitó la gorra de manera tímida y la apretó entre sus manos. Destiny negó con la cabeza y empujó a su amiga para que el chico pudiese hablar.
—Espero me disculpe, señorita, pero olvidé entregarle esto —dijo extendiéndole un pequeño sobre de manila. Destiny lo tomó con cierta reticencia, no quería otra sorpresa de James—. Me mantengo a sus órdenes. Permiso.
Megan agitó sus dedos haciéndole un guiño de despedida.
—¿Otro regalo?
Destiny bufó imaginándose lo peor. Miró el contenido de mala gana pero tuvo que sentarse en el sofá encima de un montón de juguetes para creerse lo que contenía.
Megan gritó.
«Ten un buen día, pórtate todo lo mal que quieras.»
Contenía una tarjeta de crédito.
—Esta es la oportunidad de tu vida —chilló Megan, tirando de los brazos a Destiny para que se despegara de su asiento. Le alcanzó su bolso y la sacó a empujones de la casa—. Ve a comprar todo lo que se te ocurra, recuerda que soy talla 4 y tu sobrina Anel necesita zapatos nuevos.
El portazo a sus espaldas le ocasionó un respingo. Jamás pensó que James compartiría su dinero con ella así sin más. No quería aprovecharse pero tampoco despreciar su buen gesto, Megan tenía razón, compraría algunas cosillas. Bajó las gradas dando brinquitos, aún faltaban varias horas para la cena. Era tiempo suficiente.
Oliver quien tenía una curiosa mirada color avellana corrió para ayudarla a entrar al coche.
—¿Dónde se dirige ahora, señorita?
—Puedes llamarme Destiny.
—No creo que al señor Miller le agrade escuchar que me dirijo a su novia por su nombre de pila.
Destiny soltó una risita, esa era su oportunidad para saber qué pensaban los empleados de ella. No había nada mejor que tener información directa de la fuente. Cruzó la pierna acomodando delicadamente su falda, tenía que aparentar ser alguien importante en la vida de James para que su estancia en esa mansión fuese un poco más llevadera.
—Y dime, ¿llevas mucho tiempo trabajando aquí?
Oliver se aclaró la voz, dándole una mirada fugaz por el retrovisor.
—Poco menos de tres meses, antes tomaba muchos trabajos temporales para pagar la universidad, pero egresé el mes pasado, solo estoy esperando la ceremonia de graduación —relató, él parecía de su edad, quizá por eso era fácil conversar—. Además de una buena paga, ofrecen alojamiento. Así que decidí tomar este empleo hasta conseguir uno mejor.
—¿Puedo saber qué estudiaste?
—Ingeniería en redes computacionales —respondió con orgullo.
—Debes ser muy inteligente —elogió Destiny, imperiosa por ganarse la confianza de Oliver—. Cuando tengas tu titulo avísame, tal vez pueda conseguirte un lugar en la empresa. Yo misma me encargaré de hablarle bien de ti a James.
—Estaría muy agradecido —dijo Oliver esbozando una amplia sonrisa—. No me gustaría regresar a casa con el rabo entre las patas.
—¿Eres de otra ciudad?
—No que yo sepa —respondió el chico con un tono de voz apagado—. Mi padre se casó hace pocos años y mi madrastra y yo no nos soportamos, intentamos convivir un tiempo pero la situación se volvió incontrolable. Al terminar la preparatoria decidí irme a vivir solo.
A Destiny le fascinó su valentía. Ella lloró la noche entera cuando tuvo que abandonar el hogar de niños. De pronto un recuerdo alteró su vivaz realidad, ¡el hogar de niños!
—No, no, no… —murmuró, el temblor de sus manos ocasionó que el móvil se le resbalara de las manos. Enrolló su dedo en la delgada cadena alrededor de su cuello mientras marcaba el número de Jennifer. Saltó el buzón—. Soy una tonta.
—¿Qué sucede? —preguntó Oliver alarmado.
—Olvidé un compromiso muy importante —sollozó Destiny, perdiendo toda compostura de señorita educada para sumergirse en su miseria moral. James Miller era el culpable de todo.
—¿Necesita que cambie de ruta?
Negó con la cabeza, era muy tarde para ello.
—¿Puedo preguntarte algo? Sé que te puede parecer indiscreto, pero necesito saber.
—Por supuesto —concedió Oliver, quería ayudarla, tal vez incluso, conocerla un poco más.
—He notado que no le agrado a algunos de tus compañeros, ¿tú sabes por qué?
Oliver hizo un gesto incómodo con la boca y tardó casi un minuto en responder.
—Es porque las personas que llevan más tiempo al servicio de los Miller creen que usted es un mal augurio. Es una vieja superstición que dice que todas las mujeres que James Miller ha considerado importantes en su vida le han traído solo desgracias. A excepción de su abuela, por supuesto. Y estando tan cerca su nombramiento oficial como CEO de la compañía, están muy tensos por su repentina aparición.
Destiny alzó sus cejas muy sorprendida. Suponía que además de April Scott la otra mujer importante era su madre. Sin embargo ella les demostraría que su paso en la vida de James sería positivo y fructífero.