Una Novia Para El Príncipe

Se quedaron en la cama abrazados, eso lo único que aparecía que querían estar, alejados del mundo tanto solo unos minutos antes de volver a la realidad. Sebastián esta un poco inquieto mientras abraza a Mia entre sus brazos y deja un suave beso encima de su frente, tenía que llevarse de valor para decirle la verdad.

— Hay otra cosa que no te he dicho.

— ¿Qué será?— levantando la cabeza para mirar a Sebastián. Ella presintió que algo pasaba porque él estaba tenso, no habían hablado por varios minutos, aunque no era un silencio incómodo.

— Mi abuelo no quiere que vivas en el palacio.

— ¿Por qué?— Mia lo miro sorprendida no se esperaba aquello. Sabía que iba a tener problemas con la familia de Sebastián, ella es una simple plebeya que esta ahora teniendo un romance clandestino con su príncipe heredero.

— Porque todos pueden enterarse de lo nuestro, no quiere arriesgarse aun escándalo.

—¿Entonces tendré que regresarme aquí?

—No claro que no, te quedas donde estás.— Dice mientras la abraza más fuerte y deja un beso en su frente.

—Pero tu abuelo…—La interrumpió.

—Mi abuelo puedo manejarlo yo, no pienso dejarte sola. Te quedas allí viviendo conmigo.

—No crees que será como incómodo, que viva en el mismo lugar donde estará Helen?

—No, esa casa es enorme, así que no tendrás nada que ver con ella además tengo pensando que si me caso con Helen, viviremos separados, al final es un matrimonio por conveniencia.

— ¿Sebastián?

—Dime, mi amor— Besando nuevamente su frente.

— ¿Cómo sabes que Helen aceptará eso? ¿Si ella esta enamorada de ti?

—No esta enamorada de mí, solo encaprichada desde pequeña le metieron en la cabeza que tenía que casarme conmigo pero tengo entendido que ella tenía un novio. Así que estoy seguro que a ella no le iba a importar mis condiciones.

—Hmmm, ojalá porque no me quiero enfrentar a una mujer despechada, son muy peligrosas.

—No tienes porque temer, estaré aquí para protegerte.

—Lo se. “¿Será que estoy haciendo bien? ¿En convertirme en amante de Sebastián?” se hizo esa pregunta, mientras se ponía cómoda para cerrar los ojos y quedarse dormida en sus brazos.

A la mañana siguiente, Sebastián esté en la sala de reuniones con algunos ministros y trabajadores del puerto en el palacio Real, pero su mente está en otro lado, no podía negar que le preocupaba toda la situación con Mia, su hija, su abuelo y Helen. Esta última aún no sabía nada respecto a los dos primeras, está seguro que cuando se entere todo iba a hacer un desastre que le iba a explotar en la cara.

—Si, Príncipe según los informes de este semestre los aumentos de los navíos se incremento un 91% — Le informo el ministro— ¿Alteza, me esta escuchando?

—Si, claro. Perdón Gustavo ¿Qué decías, sobre el incremento de los navíos? — Se sintió avergonzado de que todos los miraran extrañado, ya no había prestado atención a nada de lo que le han hablado.

El ministro volvió a explicarle desde el principio, esta vez escucho atento, aunque aún pensaba en la conversación que había tenido con su prometida que decía que regresaba en una semana a Villa Hermosa por las navidades que se aproximaban.

—Si, Sebastián. Regreso en una semana, estoy ansiosa por verte. Más por pasar las navidades contigo. ¿No es fantástico?—Dijo emocionada la princesa Helen.

—Claro—le respondió, pero en realidad estaba enojado quería pasar año nuevo con Mia y Julieta como una familia, como lo que el deseaba, no con Helen y sus berrinches. Aquello se tornaba en una pesadilla segura.

—Entonces lo que me informo, el jefe de máquina que podemos aumentar la producción de sub-marinos, el ministro de Estados Unidos, esta interesado. Al parecer uno de los Sub-Marinos Fk234 sufrió una avería, quieren adquirir otro.

—Me parece perfecto, mándame esos informes, por email para estudiarlos, Quiero también que la compra y venta de los barcos F-23778 a los italianos sea para mañana, recuérdales que nosotros aceptamos dólares no euros, o sino no les vendemos y que vayan con los rusos— Levantándose de la silla—Cualquier cosa me gustaría que me avisarás.

—Claro que si, Alteza. No se preocupe todo lo tenemos perfectamente cubierto.

—Muchas gracias, buenas tardes a todos— Dirigiéndose al comité que también se levantaba de sus sillas.

—¿Dónde vas a celebrar las navidades este año?—Le pregunto Dominic, que había venido para asistir a la reunión del comité.

—Pues aquí, junto a mi...—No termino la frase, apretó el botón del ascensor quería decir “Mi mujer”.

—¿Junto a quien? ¿Tiene algo que ver con “Cenicienta”?—Guiñándole el ojo, pero Sebastián no respondió, cuando llego el ascensor subió e igual que su fiel guardia Román- Vamos, Sebastián. Somos amigos desde que éramos unos niños. Pensé que me tenías confianza.

—Lo tengo, Domi. Pero ahora no puedo decirte, es muy complicado.

—Esta bien, está bien no me digas.

—No te pongas así— Sonriendo—Te diré, pero a su debido tiempo, lo único que puedo decirte es que si te trata de “Cenicienta”.

—Lo sabia— Sonrió también—¿La quieres cierto?

Sebastián no respondió, pero la sonrisa que le dirigió a su amigo lo confirmo, Dominic le dio unas palmadas en el hombro.

Mientras Mia estaba en el salón principal ayudando a las domesticas adornar el palacio por la Navidad. Julieta estaba en su sillita de bebe, vestida de rojo con detalles verdes y blancos. Con un lazo rojo en su cabecita. Se veía súper tierna, Mia no paro de reír, al ver como todas las domesticas se amontonaban para darle besos y tocarla.

— Que linda se ve la pequeña Julie con su vestido navideño— dijo Stephy, mientras le daba su sonaja a la niña.

—Si hermosa. Ya quiero que llegue su papá— Lo último lo dijo en voz baja para que lo escuchara la niñera— Y la vea.

—Seguro le va a encantar—Mia siguió colocando los adornitos en el árbol de navidad, mientras las demás arreglaban las ventanas.

Se escucharon el sonido de unos vehículos que se acercaban, todos dejaron de hacer lo que hacían, llego el mayordomo.

—Vayan a recibir a su Alteza— Todos se fueron hacía la puerta, colocándose en columna, aún Mia no entendía porque tanto protocolo para la llegada de Sebastián, tomo a Julie del brazo y se fue hacía la puerta también.

Sebastián entró con Dominic ambos venían riéndose, todos los sirvientes le hicieron una reverencia como siempre.

— Buenas tardes, príncipes— Dijo Alfred haciendo una exagerada reverencia luego todo los abrigos de ambos, Mia tuvo que aguantarse para no reírse.

—Oye, Sebastián. De verdad me sorprende como es de atenta tu personal pero es demasiado ridículo que hagan semejantes recibimientos— Riéndose.

Todo el personal del palacio se retiro para continuar con sus deberes mientras Sebastián, Dominic y Mia entran hacía unos de los salones privados.

—Si a mí también me parece pero mi abuelo le gusta vivir en el pasado.

Dominic miro a Mia, se acerco con una bella sonrisa que lo hacía más atractivo de lo que ya es.

—Hola, Cenicienta—Saludo a Mia con un beso en cada mejilla.

—Hola, Dominic—Sonrio divertida— me alegro verte de nuevo— Mia miro a Sebastián con adoración y él la miro igual.

—¿Ella es tu hija? Que bella— Tocándole la mejilla haciendo sonreír a Julieta, Dominic se ha enamorado de lo tierna que es la hija de su mejor amigo.

—Si, así es—Mirando a la bebé con ternura— Se llama Julieta.

—Que bonito nombre, por cierto ella se me parece…

Sebastián lo interrumpió.

Mia vio que Dominic miraba mucho a Julieta, como si estuviera maquineando algo en su cabeza.

—Por cierto, Dominic ¿Por qué me dices Cenicienta?— Le pregunto para sacarlo de sus pensamientos.

—Porque el día del baile, dejaste tu zapatilla de cristal— Riéndose divertido— Sebastián parecía el típico príncipe azul— Se burlo—En busca de su cenicienta por todo el salón.

Mia soltó una carcajada pero Matt lo golpeo en el hombro, Dominic se toco el brazo y se rió más fuerte.

—Eres muy gracioso— Dijo Mia después de reírse—Es que estaba apurada y perdí un zapato, no es por lo que piensas.

—Tranquila, su secreto esta salvo conmigo ¿Verdad, Sebastián?

—Así es— Sonrió encantado de que Dominic y Mia se hayan llevado bien—  Que bella, te ves princesita— besando a Julie, quitándole a la bebé en brazos de su madre.

—Claro ahora lo entiendo todo—Dijo el príncipe, mirando a padre e hija— Mismo color de cabello, mismo color de ojos, aparecen una copia exacta ¿Es tu hija, Sebastián?— Aún sorprendido por su descubrimiento.

—Shhh, Domi. No lo digas tan fuerte—Le dijo Mia asustada.

—Si lo es pero no vayas a decir nada.

—No claro que no, pueden confiar en mí. Aún no puedo creerlo, eres padre. Después que tu le huías a esas cosas— Riéndose para romper la tensión que se había creado en la habitación— Felicidades, hermano— abrazándolo— Y a ti también— besando en la mejilla a Mia.

—Gracias, aunque cada vez se hace mas difícil ocultarlo. Mucha gente se esta dando cuenta—Afirmo Sebastián con preocupación.

—Es que se parece mas a ti, amigo. Imagínate cuando la vea tu mamá, tu hermana o peor aún tu abuelo.

—Mi abuelo ya lo sabe.

—¿En serio?— Sorprendido— ¿No te dijo nada?

—Que no me dijo, mejor dicho me amenazo.— Recordando la desagradable conversión que había tenido con su abuelo hace unos días— No quiero que ni Mia ni mi hija se vean envueltas en un escándalo.

—Claro entiendo pero deberían irse a otro lugar, aquí es muy peligroso que estén.

—Si, pero quiero pasar las navidades aquí—Le explico Mia— Tal vez a principio de año, me mude.

—Que problemón— Pasándose su mano por su cabello— Sabes que cuentas conmigo para lo que sea, tengo una casa cerca del palacio. Si quieres puedes irte para allá. No la uso mucho hasta tenía pensado venderla.

—¿En serio?

—Si, esta amoblada, se sentirán cómodas allá. Claro no es un palacio como este— Sonrió.

— Gracias de verdad, gracias Dominic, es perfecto Sebastián¿No crees?

—No mucho porque eso implica alejarme de ti.

—Oh, Sebastián— Abrazándolo  y él pasa su brazo por su cintura le da un beso en la frente mientras Julie se lleva su pequeño puño para chuparlo sin quitar sus grandes ojos grises de Dominic.

—Por favor no se coloquen romanticones ahora. Mientras yo estoy vagando solo por el mundo— Los dos rieron por el comentario dramático de Dominic.

Gracias a Dominic había quitado la tensión de sus hombros por unos minutos, pero Mia y Sebastián sabían que tanta calma significaba que pronto se acercaría una tormenta.