Faltan once minutos para la media noche, Alejandra con el teléfono en mano espera ansiosamente que pasen esos sesenta segundos que la separan del "Hola" de su confidente desconocido. Con él puede ser ella misma, sin la máscara de estoica que desde su infancia se colocó.
Franco está en su habitación, ya ha escrito su acostumbrado Hola y cuenta regresivamente los 25 segundos para pulsar enviar. Él es un ser sensible sin saberlo, su oculta pasión por las artes lo llevó a ella, a esa mujer de la que no conoce ni su nombre, ni su rostro, ni su edad, pero que lo sensibiliza al extremo de sentir sus caricias en el alma.
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Catorce
Las actividades de la empresa Technology Emporium comenzaron sin ningún contratiempo. Como una manera de sabotear la relación entre Franco y Alejandra y a sugerencia de Lilly, Henry contrató a Carol de asistente, sin siquiera haber visto su hoja de vida.
Franco no vio ningún problema, él encargó a su socio de las contrataciones y confía en que continúan con la política de solo trabajar con el mejor personal.
—¿Cómo es eso de que tienes novio?— pregunta Marta junto con entrar a la sala, donde se encuentra leyendo su hija.
—Aja— responde sin agregar nada más, ni despegar la mirada del texto.
—¿Y crees que va en serio? Porque los hombres ricos se fijan en las que no son de su clase únicamente para jugar— replica la madre.
—Si es así, jugaremos madre— lo dijo cerrando el libro como si no le importará, pero sintió una daga en su pecho, tal vez su romance no dure, pero siente que después de él, el vacío será enorme.
—No lo digo por mal, es que —hace una pausa— tu hermano me dijo que él es un mujeriego que nunca a tomado una mujer en serio.
Alejandra no responde al último comentario, no obstante, su rostro se ilumina cuando ve una llamada entrante de Franco...
El canadiense se encuentra hablando por el movil, cuando Carol entra a la oficina sin tocar.
—Un momento amor, no cuelgues— habla el chico frunciendo el entrecejo por la molestia —dígame señorita ¿qué desea? Y la próxima vez toque y espere el permiso para entrar— expresa refiriéndose a la asistente.
—Dice Henry que debes viajar está misma semana a Toronto— responde sin guardar las distancias, lo que no le agradó en lo más mínimo al CEO quien desde siempre ha mantenido un trato lejano y estrictamente profesional con los empleados...
—¿A ti que te pasa?— pregunta Belkis a su amiga que la nota distraída, jugando con el borde de la taza de café.
—Franco me invitó este fin de semana a Canadá— contesta con pesar.
—¿Cuál es el problema?.
—No puedo ir, ninguno de mis hermanos se puede quedar con mi mamá— suspira.
—¿No pueden o no quieren?— inquiere la amiga a lo que Alejandra, apretando los labios, se encoge de hombros.
—Hagamos algo, tú te vas de viaje con tu bombón y yo me quedo con Marta el fin de semana— le da la solución con una sonrisa —pero no digas nada hasta el último momento— hace incapié en eso, para evitar que inventen algo que le impida la salida.
Después de recibir la confirmación por parte de su novia, Franco le pide a la asistente reservar dos pasajes de avión para las primeras horas de la tarde del viernes.
Rápidamente llegó el día del viaje, Alejandra ya tiene todo preparado; una mochila, con tres mudas de ropa, unos pocos elementos de maquillaje y un libro para que la acompañe en la travesía. Las luces del móvil parpadean anunciando el aviso de su novio y con su pequeño equipaje al hombro baja junto a su amiga a la entrada del edificio.
Por su parte, Belkis tiene un plan para no estar mucho tiempo con la Marta; aprovechó que Jesús Smith siempre la ha cortejado, y le envió un mensaje informando que estará en el apartamento, sabe que él llegará, así que compartirá un rato con la madre y el hijo, para luego dejarlos acompañándose hasta que Alejandra regrese.
Franco se sorprende al ver el poco equipaje que lleva su chica. —¿Eso es todo lo que llevarás?— cuestiona curioso.
—Si, ¿está mal?— responde con una interrogante, pensando que dado su status no es apropiado.
—No, es perfecto, lo que pasa es que siempre he visto a las mujeres viajar con varias maletas, aunque sea un viaje de dos días— puntualiza y besa sus labios...
Una vez en el aeropuerto llegan al mostrador de la aerolínea a hacer el checking.
—¡FRANCO!— Se escucha el grito de una mujer, la pareja voltea encontrándose con Carol batiendo su mano derecha en alto y con la otra arrastrando una enorme maleta. Alejandra se cruza de brazos atenta en la espera de ver cómo se desarrollará este evento; ella no es de escuchar a medias, ni de quedarse con lo que parece ser.
—Franco, pensé que perdería el vuelo, ¿por qué no me buscaste?— dice la mujer sin aliento al acercarse a la pareja.
—Señorita Johnson, no sé cuál es la razón por la que debería buscarla— la joven Smith al ver la interacción, no necesitó más para saber de qué se trata.
—Soy tu asistente y pediste dos boletos, se supone que debo viajar contigo— espeta convencida de su respuesta.
—No sé de dónde sacó esa conclusión, así que retírese, mi novia y yo tenemos un avión que abordar— dice abrazando a Alejandra y comienzan a caminar, de pronto voltea —una cosa más, deje las confianzas y sea profesional, si no puede con eso espero su carta de renuncia. Sin más, ambos se retiran hacia la sala de embarque.
Carol quedó en el aeropuerto fúrica, está decidida a atrapar a Franco y piensa que Alejandra no es nadie para impedirlo.