El Dolor De Amar.

Después de irse de aquel lugar, Andy se encontró con Matthew enfrente de la villa. Matthew abrió la puerta del auto en el lado del copiloto y Andy entendió que quería que fuera con él. Vio al abogado y le dio las gracias, después fue y subió al auto de King.

—Señor, ¿qué hace aquí?

—Necesito hablar contigo, es sobre tu familia.

Andy se quedó sorprendido. Desde que tenía memoria había estado en un orfanato, sufrido solo entre cuatro paredes húmedas y llenas de moho. Le dijeron que sus padres habían muerto en un accidente y no tenía ningún familiar que se hiciera cargo de él. Siempre creyó que fue así, pero ahora, Matthew le hablaba sobre su familia, y quería saber si de verdad era huérfano o no.

Matthew lo llevó a una cafetería no tan concurrida—. ¿De verdad murieron en un accidente de auto? —Andy no pudo aguantar más la curiosidad y preguntó, agarrando su vientre.

—... Sí, realmente murieron. —Andy, que tenía la esperanza de que no fuera así, comenzó a llorar en silencio. Había pensado mucho en sus padres, y aunque sabía que habían muerto, la esperanza de que estuvieran con vida seguía latente, ahora, Matthew la había matado por completo—. Oye, tranquilo, recuerda que debes mantener la calma, no es bueno para el bebé.

—Sí, sí, tienes razón. —Andy limpió las lágrimas con el dorso de su mano—. Pero, ¿cómo sabes de mi familia?

—Soy un empleado de tu tío, él te ha estado buscando durante años, nunca se rindió, lamentablemente, existieron muchos problemas con sus negocios y sus hijos fueron secuestrados, la búsqueda se pausó por un tiempo, pero tan pronto como se recuperó económicamente y sus hijos estuvieron a salvo, el me envió a buscarte.

Andy estaba feliz. Resulta que todos esos años de sentirse sólo, había alguien que realmente se preocupaba por él y quien estaba haciendo lo imposible por encontrarlo.

—¿De verdad se preocupa tanto por mí?

—Sí. Cuando tus padres murieron y tú desapareciste, él estaba en quiebra y no pudo buscarte como era debido, al ser extranjero, las tarifas eran más altas. Pero, después de que su economía fuera estable, contrató a un par de investigadores que le dijeron que estas en un orfanato, buscaron por doquier, pero no te encontraron, para ese entonces, tendrías más o menos diez años.

—En esa época escapé, en ese lugar me trataban muy mal y no pude soportarlo más, el señor McDowell me acogió en su casa y me dio estudios. —Dijo, mientras recordaba los gritos y los golpes de esa horrible mujer.

—Pero nunca te registró como su familia, si lo hubiera hecho, hace mucho te hubiéramos encontrado. Los investigadores perdieron tu rastro, tu tío contrato a más, pero después secuestraron a sus hijos y un nuevo fraude casi acaba con sus negocios. Cuando volvimos a retomar la búsqueda, habían pasado años. Fue una suerte que te encontrara aquel día en la calle. —Explicó.

—¿Y cómo puedes saber que soy realmente yo? —Preguntó, aunque sería realmente feliz de tener familia, aun sentía que algo bueno no podía pasarle a él.

—Cuando te llevé al hospital corté un poco de cabello, lo compare con el ADN de tus primos y el de tu tío, los tres salieron positivos. Andy... sé que es tu privacidad, pero ese imbécil que tienes como esposo...

—¡No!, pedí el divorcio. —Andy bajó la mirada, la mesera ya había traído una taza de capuchino, dentro, formada con crema, había una hermosa flor—. Es mejor así. Él no me ama y no puedo obligarlo a estar conmigo, además, ahora que estoy embarazado, Edward seguramente me haría abortar, no quiero eso. Ya lo entendí, él ama a otra persona, y ya no me importa si me quiere o me odia.

—Vaya, realmente estoy sorprendido, —dijo, luego de varios segundos en silencio—, pero es mejor así... Andy, tu tío sabe sobre tu estado, dijo que, si quieres ir, él te recibirá con los brazos abiertos.

—Sí, quiero ir. —Andy levantó la mirada, decidido. Si quería comenzar desde cero, cambiar de entorno le sería muy útil.

Andy recordaba las palabras de Matthew. Ahora ya no estaba sólo con su hijo, ahora, de la noche a la mañana, tenía una familia que lo había buscado durante años, una familia con la cual compartiría su felicidad de ser padre y madre.

Pensó que su vida al fin estaba realizada. Iba a tener un hermoso hijo, tenía dos primos, un tío y una tía. Y aunque no tenía padres, ahora ya sabía sus nombres, sabía dónde estaban sus tumbas, y pronto los visitaría y les diría que serían abuelos.

El vacío que Edward había dejado nadie lo podría cubrir, pero con la llegada de su familia, aquel lugar que parecía infinito, se iba haciendo cada vez más pequeño, no había pensado en Edward en los últimos días. Su recuerdo iba haciéndose más pequeño con cada día lejos de él.

Su mente estaba completamente puesta en su hijo. Había estado pensando en el nombre que le pondría y que ropa le compraría. Era feliz, con una vida sencilla y una familia, como siempre había soñado.

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Andy entró al mini mercado y agarró un frasco de leche, un paquete de carne y algunas verduras. Matthew le ayudaría con los gastos de manutención hasta que sus papeles para viajar al extranjero estuvieran arreglados y pudiera dejar el país.

Realmente iba a comenzar una nueva vida, lejos de Edward, de Teri, y de la ciudad que le recordaba toda la infelicidad que había vivido.

La noche había caído y cubría cada rincón de la enorme ciudad. Las tenues luces de la vía pública estaban tan alejadas unas de las otras, que había algunos espacios totalmente oscuros, algunos ladridos de perros a lo lejos y el maullido de los gatos le daba un aspecto tétrico a la desolada calle, sin embargo, Andy seguía con una sonrisa en el rostro, caminaba tarareando una canción de cuna que recientemente había aprendido.

Su celular vibró, y él se detuvo a ver el mensaje, era Matthew preguntando si ya había cenado, él respondió que iba hacia su casa para preparar la cena, guardó el celular y dio un paso antes de detenerse. De la oscuridad del callejón, unos pasos se escucharon, eran como tacones golpeando el pavimento.

—Vaya, vaya, sí que eres difícil de encontrar, pequeña rata. —Esa voz llena de burla y desdén sólo podía pertenecer a una persona. Teri, vestida completamente de negro y guantes hasta los codos, se paró frente a él.

—¿Qué haces aquí?, me fui de su vida, ¿no puedes hacer lo mismo? —Andy, al cual ya se le veía más el vientre, puso la bolsa con los víveres enfrente para cubrirlo. Los ojos afilados de Teri vieron esa acción, la ira estalló y un golpe sordo resonó en la vacía calle. Teri abofeteó a Andy con fuerza, el anillo de diamante que traía en la mano lo había puesto deliberadamente con el diamante hacia dentro de la palma, el golpe logró desgarrar parte de la mejilla de Andy y un hilo de sangre escurrió por su mejilla.

Andy retrocedió un par de pasos, soltando la bolsa y abrazando inconscientemente su estómago, se preparó para la caída que nunca llegó. Su espalda golpeó contra algo, Andy giró la mirada y un hombre alto, musculoso, y con una horrible cicatriz en la cara, estaba justo detrás de él. El hombre agarró ambos brazos de Andy y los llevó a su espalda.

—¡Cállate maldita perra! —Andy soltó un quejido, sus manos estaban siendo presionadas con tanta fuerza que sentía que se iban a romper en cualquier momento—. Mira lo patético que te ves con ese bastardo que llevas en el vientre.

Teri acarició el vientre de Andy. Él la miró con horror y comenzó a llorar, forcejeando para soltarse del agarre—. Por favor, déjame... me iré, jamás volveré, no tienes que preocuparte por mí o mi hijo, por favor Teri.

Teri se rio fuerte, Andy sintió escalofríos por todo su cuerpo. De pronto, una patada le hizo arrodillarse frente a ella, el golpe fue tan fuerte que provocó que sus rodillas sangrarán al instante—. ¿Crees que yo quiero hacer esto?

—Sé que eres tú, tienes miedo de que chantaje a Edward con mi hijo, pero no soy así. Teri, ¡por favor, te lo ruego!, no me hagas daño, no lastimes a mi hijo, por favor. —La voz y los ruegos de Andy se ahogaban en su llanto, viéndolo bien, realmente era lamentable.

—Si besas mis pies, te dejaré ir. —Andy abrió los ojos con sorpresa, nunca creyó que ella fuera tan cruel e inhumana, pero ahora comprendía porque Edward y Teri eran el uno para el otro. Los brazos de Andy fueron soltados y cayó pesadamente al suelo—. Ahora si pareces un perro. —Se burló ella. Andy se tragó el coraje que sentía, en ese momento, su hijo era más importante que su dignidad. Andy, con los labios temblando, bajó la cabeza y besó el pie de Teri.

—Por favor, déjame ir. —Andy, aun de rodillas, levantó la mirada, sus ojos estaban inundados en lágrimas. Teri se dio la vuelta y le dio la espalda—. Gracias, muchas gra...

Sus palabras fueron interrumpidas por un repentino golpe. Teri se había dado la vuelta y con todas sus fuerzas, le dio una patada en el abdomen, el golpe le hizo gritar del dolor, Andy cayó hacia atrás y cubrió su estómago gritando del dolor.

—Levántalo. —Ordenó al hombre con la horrible cicatriz en el rostro. Andy sentía tanto dolor que sus fuerzas habían abandonado su cuerpo. Aquel hombre agarró a Andy de las muñecas y le hizo levantarse, pero Andy no tenía fuerzas así que su cuerpo quedó apoyado en las rodillas y con las manos sobre la cabeza—. Lo lamento —Dijo Teri llevando la cabeza de Andy hacia atrás cuando le tiró del cabello con fuerza.

—Po..r... fa... favor. —Andy luchaba por mantenerse despierto, pero el dolor era insoportable y el bebé en su vientre se estaba moviendo demasiado de un lado a otro.

—Bebé. —Teri agarró el vientre de Andy y bajó su rostro hasta el—. Perdóname, sabes que tengo que hacerlo, eres una amenaza para mí, bastardo.

Después de terminar de hablar, se levantó y volvió a golpear el vientre de Andy, él quería cubrirse, sin embargo, sus manos estaban agarradas fuertemente y le resultó imposible.

—No, por favor, no sigas, Teri, no sigas —Suplicaba llorando, pero ella simplemente se reía una y otra vez mientras golpeaba su abdomen. Fueron cinco golpes fuertes, pero, su hijo había de moverse en el segundo golpe.

—Vámonos. —Teri giró sobre sus tacones y el hombre soltó a Andy, su cuerpo cayó pesadamente al suelo. Él trató desesperadamente de moverse, de levantarse y pedir ayuda, pero al final, el dolor venció a su cuerpo y se desmayó, lo último que vio fue las luces de un auto parpadear un par de veces.

Andy tuvo un sueño. Estaba en una pradera, había mariposas y conejos por doquier, sintió un tirón en sus pantalones, miró hacia abajo y vio un bebé, su piel era blanca y sus ojos eran café brillante, el niño sonrió y río, pero su risa fue llevada por el viento fuerte. Andy trató de agarrarlo, pero el niño desapareció junto con su risa. Las mejillas de él se humedecieron, llevó sus manos a su cara y hasta ese momento se dio cuenta que había comenzado a llorar.

Una voz suave y lechosa se escuchó alrededor—. Yo fui feliz papi, adiós.

Andy despertó de golpe y sus mejillas estaban completamente húmedas, no sólo había llorado en sus sueños. Tocó desesperadamente su estómago, pero lo sintió, incluso más plano que antes de su embarazo. Se levantó de golpe y se palpó con desesperación.

—Mi bebé, ¿Dónde está mi bebé? —Su voz llena de miedo y angustia se escuchó hasta el pasillo.

—Oye, oye, tranquilo. —Matthew, que escuchó los gritos, entró corriendo y miró a Andy completamente desesperado.

—Matthew, ¿Dónde está mi hijo?, ¿Por qué tengo el estómago plano? —Andy se aferró con fuerza a los brazos de Matthew, mientras sollozaba y gritaba por su hijo.

—Andy... estuviste inconsciente dos días, cuando te trajeron... lamentablemente, él ya se había ido, lo siento mucho, de verdad, lo lamento Andy. —Dijo, después de tres minutos en silencio. Lamentaba tanto ser él quien le diera la noticia.

Andy se quedó mirando a Matthew, sus ojos parecían pozos sin fondo, y sin ningún tipo de vida en ellos. Las lágrimas escurrían como cascadas por sus mejillas y, un segundo después, un grito desgarrador se escuchó en los alrededores. Andy cayó de rodillas al suelo gritando en negación.

Apenas tres días antes había visto a su pequeño, la última ecografía mostraba que había crecido un poco y había engordado. Andy estaba tan feliz, era como vivir en un sueño lleno de felicidad, pero como cualquier otro sueño, tenía que terminar.

Andy estaba desgarrado. Dejó a Edward y nunca iba a volver a verlo, entonces, ¿Por qué tenía que sufrir tal injusticia?, ¿Por qué su pequeño tenía que irse?

Ni siquiera pudo elegir un nombre. No lo vio reír ni llorar, no lo vio jugar y hacer amigos. Todos sus planes con él habían desaparecido de un momento a otro.

El dolor era desgarrador, sus lágrimas fluían como ríos. Se abrazó a sí mismo tratando de consolarse.

Toda su vida había sufrido. Sólo una persona había sido bueno con él, pero había muerto. La persona a la cual había amado y entregado todo, nunca dudó en lastimarlo, traicionarlo y usarlo. Él sólo deseaba algo, y eso había llegado.

La noticia de su embarazo le cambió la vida. El bebé era todo lo que necesitaba para ser feliz.

Pero se lo habían arrebatado sin piedad.

Le robaron la felicidad, lo destruyeron, le quitaron todo.

Y él haría lo mismo.