La Bruja Maldita Y El Dios Demonio

No deberías agradecerme nada, menos si no sabes cuáles son mis intenciones para traerte a mi palacio- dijo Caleb, quien no iba a demostrarle ningún sentimiento todavía.

La verdad es que no me interesan sus intenciones, ya no me queda nada así que lo que decida hacer conmigo es lo único que merezco- la vida en sus ojos se había apagado, ya no brillaban intensamente como cuando aún defendía la aldea, no había una mirada desafiante en ese rostro lleno de dolor y tristeza.

Fuera todos- dijo él rebozando de rabia, iba en contra del mundo al tenerla allí en su casa y a ella solo le importaba morir.

Úrsula y Gabriel no esperaron a que repitiera la orden, salieron tan rápido como silenciosamente del lugar. Y al irse cerraron la puerta, en algún punto el sirviente suponía lo que iba a pasar y esperaba que al menos el amo pudiese contenerse, había visto por primera vez en siglos una pizca de cariño en sus ojos cuando le aviso que la muchacha estaba viva, esperaba que ella fuese capaz de frenar un poco la locura de su amo, así como la madre del joven lo había hecho con su padre.

desvístete- dijo en cuanto la puerta se cerró a sus espaldas.

Uno pensaría que por la mente de Ámbar pasaría miedo, pero no nada de eso había allí adentro, obedeció la orden dejando caer la bata que tenía puesta. Sus ojos no demostraban nada y eso era lo que al lobo más le molestaba, no importaba si era miedo, amor, felicidad o lo que fuese cualquier sentimiento le haría entender que aún estaba viva y peleaba por vivir. Pero ahora solo parecía una marioneta como las que la hechicera tenía.

Al ver ese hermoso cuerpo desnudo solo para él, intento contenerse un poco de no devorarla ahí mismo, pero sus intenciones siempre habían sido otras, ella tenía que ser su mujer. Así que sin besos y sin caricias, la acostó bruscamente sobre una mesa y delineo sus curvas con sus garras sin lastimarla. Mordió uno de sus senos con locura y sin previo aviso, sin tomar en cuenta que ella era virgen, la embistió. Miro directo a sus ojos esperando aunque sea una mueca de dolor, pero eso jamás llego. Motivo que hizo enloquecer aún más el instinto salvaje del lobo. la tomó por el cuello y siguió sus embestidas, pero antes de llegar al final, hundió sus colmillos en su hombro y por primera vez la escucho quejarse de dolor. Luego los retiro y lamió la zona para cerrarle la herida con su saliva. Nunca había hecho eso con nadie, pero con ella todo era diferente, no solo sería su juguete sexual, era su mujer y esa marca lo confirmaba. Termino dentro de ella, volviendo a mirarla a los ojos, encontrándose con un color violeta brillante, por fin nuevamente veía un mínimo sentimiento en ellos, así fuese odio no le importaba, era por el.

Salió de dentro de ella y comenzó a cambiarse sin dejar de mirarla un solo segundo. Ámbar se intentó sentar sobre la mesa, pero una puntada de dolor en su pecho la hizo gritar fuertemente, dejando a Caleb sorprendido porque no entendía que era lo que estaba pasando. no tardo en rodearla con sus brazos. No importaba cuánto intentará convencerse a sí mismo de que no sentía nada por ella, porque no le funcionaba, estaba a sus pies desde que habían cruzado la primera mirada.

Mi pecho duele, duele mucho- dijo tomándose con ambas manos como si el corazón se le fuese a salir del lugar -¿por qué me siento así?- fue la última pregunta que hizo antes de desmayarse.

Por suerte estaba en sus brazos si no hubiese ido de frente al piso, el verla así tan delicada y débil al mismo tiempo solo lo hizo sentirse como un idiota por lo que le había hecho. Al principio iba a llevarla a la pieza que habían preparado para ella para que descansara, pero las muecas de dolor que hacía aún estando inconsciente lo hicieron pensar detenidamente y decidir llevarla a directamente a su propia habitación. El dolor que se reflejaba en ella era el producto de como tenía el alma en ese momento. Y él sin creerlo con lo que le hizo pudo haber hecho que volviese a estallar, pero por alguna razón eso no había ocurrido, era como si se resignara a la vida y todo lo que le ocurriese a partir de ahora era un castigo por la gente que había matado.

La cargo en sus brazos y salió del lugar donde estaban, afuera aún se encontraban parados esperando el sirviente y la hechicera, quienes no necesitaron saber lo que había ocurrido ahí adentro, porque a pesar de que su amo cubrió a la muchacha con varias ropas, se notaba una línea de sangre que corría por su pierna. Solo Gabriel decidió seguirlo, Úrsula ya no era necesaria en este momento así que regreso a terminar los trabajos que aún tenía pendiente por haber estado cuidando de la chica. Fueron en silencio caminando hasta la habitación de Caleb, y aunque el sirviente estaba asombrado por eso no pregunto ni intento decir nada. Solo vio como acomodo a Ámbar cuidadosamente en la cama y se quitó de su cintura la estola para cubrirla.

Con esto al menos disminuirá el dolor que sientes- le dijo pasando sus dedos por su frente, bajo la sorpresa de Gabriel que no creía lo que veía.

El momento fue interrumpido por dos golpes suaves en la puerta.

¿quién se atreve a molestarme?- grito con fuerza.

Disculpe amo, soy coral, traigo algo que quizás ayude a calmar su dolor y a evitar que se siga fragmentado su alma- dijo sin levantar la vista a verlo. Se acercó despacio hasta la cama y cuando se inclinó a verla él la retuvo el brazo.

Espero que no sea ningún juego tuyo- el tono amenazador no inmutó a la sirena, estaba más que feliz del trato que le había propuesto y jamás arruinaría su oportunidad de ser libre de las atrocidades que él le hacía.

Confíe en mí, mi señor- dijo y abrió su mano. Dejando ver una hermosa perla plateada - esto es una perla de mar muy difícil de conseguir, ya que la gran mayoría son lilas o negras. Esta perla atrapará todas las futuras fragmentaciones del alma y le disminuirá considerablemente el dolor. Pero debo advertirle amo, no es eterna y en cuanto se parta a la mitad liberara el demonio que vive en ella- dijo con tristeza, pues si eso llegaba a pasar la primera en morir sería ella.

Le coloco el collar al que estaba agarrada la joya alrededor del cuello y automáticamente la cara de Ámbar reflejo serenidad, ya no tenía esas muecas de dolor profundo que hasta hacía segundo mostraba. El corazón de Caleb también se sintió aliviado de verla así.

¿cómo consigo más de esas perlas?- dijo volviendo a dejar a todos sorprendidos ¿en serio ese tan temible Lord se estaba preocupando por alguien que no fuese el mismo?