Si Me Pudieras Querer

Otro mes ya había pasado, Ciara seguía en Irlanda y aunque Anna le insistía todos los días,  la chica no pensaba regresar, Nico seguía junto a Samantha a pesar de la repulsión de su padre por la mujer y de que ya su madre también estaba rechazándola y a Helena seguía creciéndole el vientre, con cuatro meses de embarazo ya no vomitaba tanto y cada día era mejor que el otro.

Enzo no había dejado sola a Helena como le prometió y seguía al tanto de la evolución del bebé,  además de que él o Sergio siempre la acompañaban en las consultas, hoy sería una consulta especial, sabrían el sexo del bebé y además de los dos hombres que siempre la acompañaban, también estaba Amelia,  la esposa de Sergio que se había convertido en muy buena amiga.

- Me parece que todos no podremos entrar, el doctor nos va a expulsar- se rió Amelia al ver que los dos hombres estaban preparados para pasar a la habitación donde le harían el ultrasonido a la futura mamá.

- Pues entraremos, si nos quiere echar que lo diga, pero haremos el intento- dijo Sergio tomando la mano de su mujer para que no se quedara atrás.

- Señorita- salió una enfermera y le habló a Helena- ya puede pasar- la chica miró las otras tres personas,  pero no dijo nada.

- Vaya, esta mamá se trajo toda la familia- dijo el médico cuando vio la multitud dentro de la consulta- se pueden quedar pero pónganse del lado de allá de la camilla y les pediré que no interrumpan.

- No se preocupe, no lo haremos- contestó el abuelo.

- Bien- dijo el médico poniendo el aparato sobre el vientre de Helena después de aplicarle el gel- Aquí estás, por lo que veo es un feto sano, con las medidas correspondientes, la placenta con la densidad perfecta, por suerte todo lo que estoy observando está en los parámetros requeridos. ¿Ven esto de aquí?- dijo señalando a la pantalla y los cuatro siguieron el movimiento del dedo del doctor- es un bebé perfecto, ya tiene movimientos en sus miembros inferiores y superiores aunque son suaves todavía,  quizás la madre no los sienta aún , falta que me digan si quieren saber el sexo.

- ¡ Sí!- dijeron todos juntos.

- Pues vuelvan a mirar aquí- señaló un punto en la pantalla el médico.

- ¡Es un niño, voy a tener un nieto!- gritó Enzo lleno de felicidad.

- Efectivamente es un barón,  felicidades familia, tienen un bebé sano para disfrutar.- dijo el médico mientras le extendía a Helena una toalla para que limpiara su vientre-      ¿ Está bien señorita?- escucharon al médico y los otros tres dejaron de mirar la pantalla para  dirigir la vista a la chica cuyas lágrimas corrían por su rostro- les daré un momento a solas- dijo al ver el llanto de la chica y salió de la habitación.

- Oh Helena- la abrazó Amelia- nos pusimos tan contentos con lo del bebé que nos olvidamos de lo que tú puedes estar sintiendo.

- No se preocupen,  yo también estoy feliz, solo que pensé en como lo habría tomado él,  si estaría feliz si se enterara que va a tener un hijo.- dijo la chica mientras limpiaba las lágrimas que bajaban por sus mejillas.

- Sería el hombre más feliz del mundo, puedes estar segura de eso.- le habló  Enzo recordando la conversación que tuvo con su hijo unos días antes- No llores Helena, por favor,  te juro que me estoy aguantando para no ir a buscarlo y darle dos o tres golpes para ver si reacciona.

- No Enzo,  no hagas eso,  ya estoy mejor, esto es cosa de embarazadas que lloran por todo. Avisen al doctor,  que ya puede entrar.

El médico volvió a la consulta, dio las últimas indicaciones y los cuatro salieron de allí muy contentos.

Al salir el teléfono de Enzo empezó a escucharse y al ver la pantalla se leía Ciara.

- Hola pequeña mia- contestó el hombre.

- Papá- se escuchó la voz de Ciara entre sollozos.

- Ciara ¿ Que te pasa?- dijo él asustado.

- Papá,  te necesito,  necesito que vengas a abrazarme, tengo algo que decirte, ya no quiero seguir como estoy.- la chica se escuchaba desesperada.

- Ciara,  no me asustes, ya voy enseguida que pueda, ahora llamo a la hija de la nana Eva y ella se queda contigo hasta que yo llegue- el hombre no sabía que decir y los otros lo miraban sin entender.-¿Puedo colgar ahora, vas a estar bien en lo que ella llega? .

- Si papá, voy a estar bien, te quiero.

- Te quiero pequeña. - la llamada terminó y el hombre se giró a Sergio.

- Sergio,  necesito que llames al piloto del avión,  dile que necesito ir a Irlanda lo más rápido posible,  que te diga la hora que puedo partir y por favor, lleva a Helena a su casa. Helena disculpa, no sé que le pasa a Ciara,  tengo que ir, cuidate mucho. Sergio espero tu llamada- y salió corriendo del hospital mientras seguía llamando por teléfono.

Enzo se fue aquella misma tarde a Irlanda,  a estar con Ciara,  él le había prometido antes de irse que estaría para ella siempre que lo necesitara, y este era el momento de demostrarlo. Al otro día Helena recibió una llamada del abuelo de su hijo.

- Helena¿ Como están?- preguntó el italiano y por su voz se notaba contrariado.

- Estamos bien Enzo ¿ Y con Ciara,  está mejor todo?

- De eso quería hablarte, quiero pedir tu permiso para hablarle de ti y el bebé a Ciara,  ella necesita hablar con alguien que le muestre que la vida no se acaba por tener un bebé sin padre, porque eso es entre otras cosas lo que le pasa, tengo miedo que haga una locura y después se arrepienta toda su vida. Está muy desorientada y yo solo puedo abrazarla mientras llora. - el hombre se escuchaba devastado- ¿ Puedes hablar con ella?

- Claro que hablo con ella, yo puedo imaginar lo que está sintiendo,  aunque su situación no se parezca a la mía. - la chica estaba consciente que Ciara necesitaba todo el apoyo posible.

- Entonces¿ Puedo llamar a Sergio para que te acompañe? ¿ Puede ser mañana que viajes? Con el bebé todo está bien, no hay problemas para volar, yo estuve preguntando al doctor antes de llamarte,  perdón por hacerlo sin contar contigo,  pero también tengo que cuidarte a ti y al bebé.-el hombre hablaba sin parar, pero al escuchar que Helena aceptó viajar se le sintió algo de alegría en su voz ,  él no quería ver a su hija llorar, y menos por culpa de un hombre que no sabía apreciar su amor, pero como ya le había prometido que se quedaría de brazos cruzados y no tomaría ninguna medida contra el causante de sus lágrimas, se sentía totalmente frustrado,  incluso  más porque el chico era la última persona que él se pudo imaginar.

- Llama a Sergio,  si él me acompaña será mejor, espéranos- fue todo lo que la chica contestó antes de que la llamada terminara, no le extrañó,  sabía que los Parisi eran así.