Liliam es una chica campesina cuya vida cambiará cuando el Rey Evans se presente en la hacienda de su padre a cobrar una antigua deuda. A partir de allí empezará una historia de odio, romance y pasión entre ambos.
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CELEBRACIÓN DE COMPROMISO
...LILIAM:...
La noche había pasado rápido y Adelaida me había despertado rápidamente a la mañana siguiente, me quejé pero me sacó de la cama a la fuerza. Me dijo que el compromiso se llevaría a cabo en la tarde pero que de todas formas había que empezar muy tempranamente para poder tenerme lista a tiempo.
Fue un día atareado, tuve que desayunar en la habitación.
Después me había sorprendido cuando entraron otras dos sirvientas más jóvenes para prepararme la tina y para ayudar con el vestido que iba ponerme y para arreglar mi cabello que supuestamente estaba hecho un desastre. Sacaron los vestidos que estaban en los armarios y me dieron a elegir, pero yo me negué diciendo que no importaba el vestido que iba usar, entonces Adelaida se molestó y me mostró un vestido espantoso, diciendo que iba usar ese. En seguida me negué, ya que no quería ser el hazme reír de la fiesta y ella sonrió al ver que había logrado su cometido ya que tuve que elegir por mí misma.
Me decidí por uno de color dorado, sencillo como los que usaba pero era más elegante, con pequeñas pedrería incrustada en la falda. De mangas largas, hombros descubiertos y falda cernida al cuerpo. Esto era una farsa, si supieran que no iba comprometerme en serio.
Me daba pesar que todas esas sirvientas se estuvieran esforzando por nada.
El Rey Evans apareció en mi mente, sentir su beso en mis recuerdos me hizo estremecer. Toqué mi boca de forma inconsciente y noté que las sirvientas se estaban riendo de mí, así que rápidamente dejé de tocarme.
Eso no iba pasar de nuevo, me aseguraría de darle un rodillazo antes de que se me acercara lo suficiente, ésta vez no iba fallar.
Pasaron toda la mañana arreglando mi cabello, definieron mis rulos con una crema especial y recogieron mi cabello con rosas blancas artificiales para que hiciera juego con el color del vestido.
Me maquillaron de forma sencilla y me colocaron joyas.
No me libré de usar las zapatillas altas pero recordé mis lecciones con Itans y me sentí segura cuando di unos cuantos pasos para observarme al espejo. Me quedé atónita, yo estaba irreconocible, jamás me había visto tan hermosa en toda mi vida y lo peor era para algo que no deseaba, me producía tristeza.
Pero debajo de toda esa imagen aún seguía siendo yo, me repetí que no iba cambiar a pesar de tener una apariencia nueva. Me mantuve firme mientras tocaba el torso de mi vestido y sonreía a las sirvientas y a Adelaida para agradecerles, ellas me observaban con emoción.
Así que había llegado el momento de hacerle frente a la mentira del rey y también a todos esos estirados y nobles. No iba permitir que nadie se burlara de mí.
Cuando llegó el atardecer, Adelaida me acompañó al salón.
Me sorprendió y me acobardó al ver a tantas personas reunidas y hablando en grupos, todos muy elegante.
El salón estaba hermosamente adornado. Largas cortinas azules y doradas se extendían por las paredes. Había una larga mesa de aperitivos en la pared y unos músicos tocaban en una esquina. Un violinista, un pianista y un cantante.
Iba entrar cuando alguien entrelazó su brazo con el mío. Subí mi mirada, dispuesta a insultar a esa persona por atrevida pero me quedé petrificada.
— Los prometidos deben entrar juntos — Dijo el rey y mi rostro se tornó rojo.
Estaba guapo, con su cabello peinado hacia atrás y un traje dorado con pañuelo blanco amarrado al cuello. Estábamos vestidos del mismo tono, horrible coincidencia.
Me quedé callada y avanzamos al interior, sentí muchas miradas a nuestros pasos.
...EVANS:...
Había estado toda la mañana trabajando, apenas y noté la hora, cuando llegó el atardecer me dirigí a mi habitación para alistarme. Yo no tenía sirvientas para eso, me gustaba alistarme en total soledad, me coloqué unos de mis mejores trajes de gala, dorado y con mis botas pulidas de cuero. Peine mi cabello hacia atrás y ya estuve listo.
No iba llevar la corona, solamente la utilizaba para eventos políticos.
Seguramente el salón ya estaba lleno, ordené al General Itans de que se encargara de recibir a los invitados y cuidar de que no se colora alguien pero con la estupidez de mi hermano de invitar sin cartas de invitación eso iba ser muy difícil.
Salí de mi habitación, en dirección al salón cuando visualice a la Señorita Liliam caminando por el pasillo junto a Adelaida.
Las seguí en silencio, cuando se detuvieron en la entrada, observé como la Señorita Liliam admiraba todo con expresión de asombro. Estaba preciosa, se me secó la boca como si fuera la primera vez que observaba a una mujer, observé lo bien que le quedaba el vestido, era dorado como mi traje y cernido al cuerpo, realzando cuervas que al principio creí que no tenía.
Su cabello estaba acomodado perfectamente, alisado y con ondas que caían como cascada por su espalda.
Adelaida notó mi presencia y muy alegre me saludó, incluso me dió un beso en la mejilla.
— Mi querido niño, ahora es un hombre.
Sonreí.
— Yo me encargaré de la Señorita Liliam, tu también debes disfrutar de la fiesta — Dije y asintió emocionada.
Adelaida se marchó y al parecer la señorita estaba tan distraída observando todo sin atreverse a entrar que ni se percató cuando me acerqué lentamente y rodeé su brazo con el mío.
Se tensó y en seguida observó como si fuera a insultar a quien se había tomado dicho atrevimiento. Pero sus ojos maquillados de pestañas largas brillaron en sorpresa, cerró su boca y sus mejillas se tornaron de color carmesí.
Me atreví a observar el escote que dejaba en descubierto un poco de piel de sus senos. Había un collar adornando su cuello delicado y un medallón reposando en su pecho. Notó mi mirada, estaba desconcertada y completamente nerviosa.
Me recordó como temblaba cuando la había acorralado.
— Los prometidos deben entrar juntos — Dije, apartó su mirada de mí, volviendo su atención a la celebración.
Avancé y me siguió, sorpresivamente no se tropezó, ni sonó sus zapatillas al andar. Todos los presentes tenían sus miradas en nosotros, dejaron de hablar y solo se escuchaba la música de fondo.
— Usted y yo no somos prometidos de verdad, no se tome su papel en serio — Murmuró de forma baja pero aún así la escuché.
— Lo sé y no me lo estoy tomando en serio, no se haga ilusiones — Dije para hacer que se molestara y lo logré, su nariz se ensanchó y no me observó — Nuestros invitados deben creer que somos una pareja de verdad, así que es necesario tendremos que besarnos de nuevo.
Se sobresaltó y fingió una sonrisa.
— No me va importar golpearle las pelotas frente a todos, no voy a permitir que me vuelva a tocar — Su agarre se aflojó, parecía que iba soltarse, pero no lo dejé ir.
— Guarde sus amenazas, a diferencia de usted yo no ando con palabras antes de actuar, si lo deseo puedo desnudarla frente a todos y nadie se atreverá a llevarme la contraria — Gruñí entre dientes para que las personas no notarán que estábamos discutiendo, en el fondo me divertía su actitud y quería seguir provocando.
Los nobles y magnates hicieron reverencias a nuestros paso. Me detuve a hablar con muchos de ellos y les presenté a la Señorita Liliam, respondió cordial pero la mayoría del tiempo se mantuvo callada, me sorprendió cuando muchos de los invitados la saludaron como si ya la conocieran.
Entonces recordé la visita con Eidan a la ciudad y que seguramente él le había presentado a muchos de ellos, robándome el protagonismo de hacerlo.
Me felicitaron, alegando que mi prometida era alguien preciosa, sumado a eso llegaron comentarios lame suelas y halagadores. Por un momento me olvidé de que estábamos fingiendo.
— No me equivoqué, ella es perfecta — Dije y observé a la Señorita Liliam, ella me observó con mirada incrédula pero sus mejillas cada vez estaban más rojas, cualquiera pensaría que se aplicó demasiado rubor artificial.
— ¿ Eres familia de algún miembro de la corte ? — Preguntó uno de ellos.
Sentí como la Señorita Liliam se tensaba, dispuesta a insultar al hombre frente a nosotros.
— No, ella es hija de un hacendado... Conocen perfectamente que nunca me fijo en esos detalles sin importancia, la sangre es lo de menos puesto que yo tampoco tengo sangre azul, ni vengo de ningún linaje real... Ella al igual que yo viene del orfanato de Urla — Dije y todos asintieron, conformándose con mi respuesta.
Nos apartamos de los invitados, la Señorita Liliam no podía creer lo que había escuchado. Estaba ida en sus pensamientos, nos detuvimos cerca de una de las ventanas y un sirviente se detuvo para ofrecer de las copas de vino que llevaba en una bandeja.
Tomé dos y le ofrecí uno a la chica, lo tomó aún desconcertada.
— Adelante, alimente su curiosidad.
— ¿ Es cierto que es adoptado o lo inventó? — Preguntó.
Me coloqué frente a ella y bebí de mi copa. No me sorprendía que lo desconociera, ella ni siquiera había nacido cuando yo fui sacado del orfanato, muchos de mis súbditos no sabían eso de mí, mis padres habían sido muy discretos cuando nos adoptaron, luego lo habían anunciado en una celebración a los más allegados.
Los súbditos de lugares lejanos se hicieron a la idea de que éramos hijos de sangre cuando se conoció de nuestra existencia.
— No lo inventé, lo soy... Al igual que Eidan, mi madre era estéril, tenía cincuenta años y aún no dejaba un heredero, realmente quería tener hijos y mi padre quería seguir la dinastía Asgarria, así que en contra de todo escándalo acudieron al orfanato de Urla... Yo apenas tenía diez años y Eidan dos — Las imágenes del orfanato llegaron a mí pero las aparté a un lado, ese lugar me traía malos recuerdos — Fue un gesto noble, ambos se dedicaron a lo que siempre nos faltó, amor y educación... Me regalaron los mejores siete años de mi vida — Dije y me observó detenidamente.
— ¿ Por qué no lo dijo ?
— No es algo que me guste hablar y no tiene importancia — Corté.
Se quedó pensativa mientras bebía un pequeño trago de vino.
Observé a mi alrededor y encontré la mirada de Anabella entre un grupo de damas. Sonrió con picardía, cuando volví mi vista hacia Liliam ella tenía su mirada en la duquesa. Su expresión era de una molestia que no comprendí. Recuerdo que en la cena de ayer me había estado espiando desde la entrada del comedor.
— ¿ Debo permanecer con usted en todo momento? — Preguntó irritada.
Me enojaba que quisiera alejarse de mi lado, me sucedía con todos pero los demás no me importaban, repentinamente había comenzado a fastidiarme la idea de que la Señorita Liliam repudiara estar a mi lado.
— Por ahora y durante el compromiso, que será anunciado cuando terminen de llegar los invitados.
— Creí que tendría un plan para acabar con el supuesto compromiso — Dijo susurrando.
— Es muy intuitiva Señorita Liliam, planeo posponer esto para dentro de un año — Susurro de vuelta y me da una expresión de alivio.
— Y supongo que después se dará cuenta que no soy la indicada y que dicho compromiso no se realizará — Murmuró con sarcasmo y asiento burlón — Pero... ¿ Qué sucederá si mi padre no cumple con el trato ?
Me quedé helado con su pregunta.
— Ya lo veremos, aún falta mucho para que se cumpla un año, además su padre es un genio y tiene cierta ventaja, las piezas que le dí son suficientes para levantar una hacienda en ruinas, sino lo logra es porque no posee inteligencia — Dije con arrogancia.
Se quedó callada.
Hizo una expresión de incomodidad mientras movía sus piernas, apoyando un peso en un pie. Al parecer le molestaban las zapatillas y provocó una risa de mi parte. Me observó con el ceño fruncido, me acerqué lentamente y observé su boca pintada de rosa, sus mejillas estaban tan rojas al notar dónde tenía mis ojos.
— Alejese de mí — Retrocedió pero me acerqué de nuevo.
— ¿ A caso tiene miedo de mí? — Pregunté mientras observaba el medallón en su fino cuello, levanté mi mano y puse mi dedo índice sobre el medallón, sentí como su pecho se movía rápidamente, ni siquiera le estaba tocando la piel y ya estaba temblando — Si quiero, si puedo, me acerco a usted... No soy una bestia Señorita Liliam... Soy un seductor.
Subí mi mirada de nuevo y nuestros ojos se encontraron, se le cortó la respiración. Por un momento parecíamos estar solos.
Se apartó de mi toque y tomó distancia.
— Se equivoca de mujer.
Volví a reír cuando tomó el vino bruscamente y casi se ahoga.
Me fulminó con la mirada.
— Modere su genio, su furia no concuerda con nosotros — La observé seductoramente.
Noté como tragó con fuerza y se limpió las palmas de sus manos con la falda del vestido. Claramente estaba nerviosa y me excitaba el hecho de que tuviera ese efecto en ella.
— Usted modere su distancia y moderare mi genio.
Arqueé las cejas — La besaré de nuevo si sigue amenazándome.
Alzó su cabeza para observarme, era tan pequeña, antes me parecía una niña pero ahora la estaba empezando a ver cómo lo que era.
Repentinamente se nos acercaron los hermanos de Anabella y la diversión acabó.
Rita hizo una reverencia al unísono con Danien, respondí cortésmente, pero me sorprendió la indiferencia de la señorita, como si ya se hubiese topado con ellos.
— ¡ Felicidades majestad, felicidades a su futura esposa ! — Dijo Rita mientras nos observaba a ambos.
— Su prometida es hermosa — Dijo Danien mientras se mantenía con la mirada en ella y me provocó arrancarle los ojos.
— Gracias, sí lo es.
Le sonreí a Liliam y ella forzó una sonrisa.
Repentinamente Rita la observó como si estuviera percatando de algo.
— Un momento — Dijo y la señaló, la señorita Liliam se tensó — Creo que la he visto en alguna parte — Observó a su hermano — ¿ No lo crees Danien ?
Su hermano estrechó los ojos — Si, yo también la he visto.
— Claro, fue apenas anoche que nos topamos — Se adelantó la señorita con una expresión tensa.
Los observé con curiosidad — ¿ En serio? ¿ En qué momento fue ?
— ¡ Fue después de la cena, los tres estábamos de camino a nuestras habitaciones cuando nos topamos con ella ! — Dijo Rita mientras ondeaba su mano para hacer énfasis, luego frunció el ceño — Pero... Pensé que eras la novia del General Itans, ya que te encontrabas con él y nos dejaste en claro que ambos tienen una relación...
Sentí un enojo que me recorrió de pies a cabeza cuando Rita soltó semejante cosa. La chica notó que se le había soltado la lengua y se cubrió la boca con su mano enguantada.
— Lo siento...
Liliam fulminó a la chica con la mirada.
— ¡ Eso a ti no te concierne !
— Disculpen la impertinencia de mi hermana, nos retiramos para no hacer mal tercio, disculpe majestad — Dijo Danien y ambos se alejaron.
Era demasiado tarde, ya sentía como la furia corría por mi sangre y tomé a Liliam del brazo.
Esa niña es un diamante en bruto, pobre de la duquesa cuando ella aprenda a manejarse por si sola.