Alexa lleva cerca de diez años siendo asistente de Aron el CEO de su empresa Stixia Corp. Un tipo, maniático, despótico y narcisista, y bastante cruel con sus subordinados. Son diez años conociéndolo, sirviéndolo lealmente y soportándolo a él como jefe y a todas sus bobadas y salidas de tono.
De repente hoy es el día. Una sola tontería resulta ser la gotita que colma el vaso y como si hubiera bajado un Arcángel a iluminarla, en un segundo apenas toma la decisión más grande de su vida hasta ahora. Es hoy. Es el momento para ella de empezar una nueva vida con lo que realmente quiere hacer. Ella ya no necesita este trabajo ni a Aron en su vida. La pregunta es... ¿Podrá el CEO apañarse sin la eficiente Alex?
NovelToon tiene autorización de Coke del Castillo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 21. ¡Vaya, que horror!
Capítulo 21
¡Vaya, que horror!
Alexa salió del hotel y tomó un taxi hasta el apartamento de Aron. Entró directamente con su tarjeta y vio la comida sobre la encimera de la cocina. Se sorprendió pensando que era raro que Aron pidiera comida a domicilio pues normalmente iba fuera a comer o el servicio de la casa le preparaba algo.
Probablemente él estaba muerto de hambre y cansado y necesitó reponer fuerzas después de la increíble noche que habían pasado, se rió. Supuso que estaría durmiendo, aún agotado, y fantaseó con la loca idea de despertarlo a besos y que él la tumbara en la cama para empezar de nuevo con lo mismo que estuvieron por la noche.
Dejó la chaqueta y el bolso sobre el sofá y se dirigió al cuarto. Mientras se acercaba y para su horror escuchó la voz de Aron gimiendo igual que la noche pasada cuando estuvo con ella. Así que frenó sus pasos y se acercó cautelosa y con el corazón en un puño. No era posible que... no sería capaz... ¿verdad?.
Y rogando por haberse equivocado se asomó discreta y silenciosamente al cuarto del CEO. La puerta estaba abierta de par en par así que no tuvo problema para verlo todo. Esta vez no necesitó quedarse un minuto entero como cuando vio a Ran engañándola.
Se dio la vuelta para irse obligándose a pensar que tampoco había nada importante entre ellos, desde luego estaba claro que por parte de él, no. Así que ni siquiera tenía derecho a la pataleta.
Se reprendió a sí misma por ser tan ilusa y estúpida. Pero aunque se obligó a pensar esto la tristeza la invadió completamente. Y sintió dolor. No tanto como cuando encontró a su ex. Pero si dolió. Cogió el bolso y la chaqueta. Ya iba a salir cuando se le ocurrió que esta vez no se iría en silencio y sin dejar huella.
No del todo.
......................
Un par de horas más tarde Julien ya estaba en la ducha mientras Aron tumbado con los brazos detrás de la cabeza tenía una expresión pensativa. Le había costado dejarse llevar y aunque Julien le hizo una felación espectacular como siempre, él no conseguía concentrarse del todo y de hecho se sintió incómodo y con cierto sabor amargo que no lo dejaba disfrutar como siempre.
A su cabeza no paraba de venir la imagen de Alex y su cara libidinosa cuando se la follaba esa noche. De hecho tuvo que pensar en ella para excitarse lo suficiente con Julien y poder correrse al final.
No sabía que le había hecho esa mujer pero empezaba a pensar que no iba a ser tan sencillo sacarse esta lujuria por esa mujer y tener sexo con otras mujeres. Iba a ser problemático a partir de ahora, tal y como acababa de comprender. Sobre todo si no dejaba de pensar en ella, en su cuerpo, su olor, en su boca, su coño… y en toda ella.
No dejaba de venirle a la cabeza una y otra vez. Su forma de amarlo, tocarlo y besarlo. No había punto de comparación entre lo que había sentido con cualquier otra mujer, incluso con Julien ahora mismo y lo que había pasado con Alexa. Ella era de otro mundo. ¿Qué era esto y qué le estaba pasando?
Julien salió del baño ya vestida le lanzó un beso volado y se despidió recordándole guardar los restos de comida en la nevera para que no se estropeara. Él asintió, distraído y ni siquiera se disculpó por no acompañarla a la salida. Ella lo miró un poco molesta y se fue. Aron se dio vuelta en la cama y sin pensar nada más, se durmió.
Cuando despertó ya había oscurecido y se quedó un rato remoloneando entre las sábanas. Se desperezó por fin y se estiró sobre la cama acercando su móvil para ver la hora. 20:30 rezaba el reloj.
Tenía una larga lista de mensajes y algunas llamadas pero nada de parte de Alex. No se había comunicado, así que imaginó que estaría tan incómoda y avergonzada como él y quizá tan arrepentida como él mismo.
De todos modos, pensó que, antes de que se encontrarán el lunes en el trabajo, debían aclarar correctamente la situación. Por el bien de los dos, suspiró. Debían volver a retomar su lugar de jefe y empleada. Aunque por otro lado se preguntaba si honestamente él sería capaz de mantener las manos lejos de ella después de probarla y además no dejaba de pensarla.
Hacer el amor con Álex había sido una cosa de otro planeta y precisamente él, que había tenido numerosas amantes, identificaba perfectamente que lo sucedido con su asistente no habías sido lo normal en sus relaciones. De hecho él jamás besaba en la boca a esas mujeres, ni siquiera a Julien, y mucho menos dormía con ninguna de ellas. Pero todo eso se había ido al carajo con esta mujer.
Recordó cómo se había sentido con ella sobre su espalda acariciándolo y besándolo. Y de verdad que no sabía qué hacer con eso. Igualmente tendrían que hablar. Quizá ella sería capaz de aclararle las ideas como en tantas otras ocasiones, aunque hasta ahora siempre había sido en el ámbito empresarial. Cuando él se sentía bloqueado Alex siempre parecía tener la respuesta correcta, algo que le hacía ver las cosas de distintas maneras. Por eso la consideraba un elemento invaluable de la corporación. Ella era en sí misma un activo más de la empresa.
Seguramente si hablaban, le iba a dar la mejor respuesta posible también en esa situación. Sin duda, era mejor manejándose en el ámbito emocional que él.
Después de darse una ducha que lo dejó como nuevo, vistió unos vaqueros y una camisa blanca sencilla, disponiéndose a volver al hotel a hablar con ella. Al pasar por la cocina vio las sobras de comida sobre la encimera y recordó lo que Julien le había encomendado, así que se acercó y mientras metía los recipientes en la nevera, le llamó la atención un objeto que antes no estaba sobre la encimera.
Era una tarjeta. Una tarjeta que se parecía a las de la entrada de su personal en la empresa. Arrugó la frente y pensó, "¿Quién coño dejó eso ahí?" tras que al mismo tiempo caía en la cuenta de que sólo una persona en el mundo podía entrar a su casa con total libertad y la cara le cambió de color. Se sintió como un pobre diablo, nuevamente derrotado por un extraño destino.
"¡Mierda!". La tarjeta era la de Alex.