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Del Odio Al Amor

Del Odio Al Amor

Status: Terminada
Genre:Aventura de una noche / Embarazada fugitiva / Traiciones y engaños / La Vida Después del Adiós / Reencuentro / Completas
Popularitas:58k
Nilai: 5
nombre de autor: abbylu

Aldana una joven doctora que cuando con un prometedor futuro, cambia su destino al cometer un gravisimo error...

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capítulo 23

Un portazo interrumpió el silencio tenso del departamento. Richard había llegado. Su rostro mostraba la frustración de quien llevaba varios minutos escuchando la discusión desde el pasillo.

—Aldana, es suficiente —dijo con voz firme al cruzar el umbral—. No puedes hablarle así a tu madre.

Aldana se volvió hacia él, con una expresión mezcla de rabia contenida y agotamiento emocional.

—Richard, por favor. Esto es entre ella y yo. Por años callé todo esto… me mantuve lejos, no volví porque ella me lo pidió. Jamás se preocupó por mí, y ahora quiere fingir que le importo…

El hombre la miró con severidad, a punto de replicar, pero se detuvo en seco al ver cómo Aldana se encorvaba de pronto, llevándose una mano al vientre.

—Aldana… —murmuró Leonardo, acercándose con rapidez—. ¿Qué pasa?

Ella apretó los dientes, con el rostro tenso.

—Mmm… algo no está bien… me duele...

Sarah se puso pálida.

—¿Qué esperas? ¡Llévala al hospital!

Sin perder un segundo, Leonardo la alzó en brazos y salió del departamento sin mirar atrás. Bajó corriendo las escaleras, con Aldana respirando de forma entrecortada contra su pecho. Richard y Sarah los siguieron hasta el coche.

El trayecto fue silencioso, tenso, lleno de preocupación. Leonardo no soltó la mano de Aldana en ningún momento. Ella mantenía los ojos cerrados, intentando controlar el dolor.

A su llegada al hospital, Letty los recibió en la entrada de urgencias, ya avisada por mensaje.

—¡Llévenla a la sala tres, ya! —ordenó con voz autoritaria a una enfermera—. Tú, acompáñame —le indicó a Leonardo.

Cuando vio a Sarah y Richard acercarse al cubículo, Letty los detuvo con una mirada feroz.

—¡No! Ustedes se quedan fuera.

—¿Qué? ¡Es mi hija! —exclamó Sarah.

—Y está embarazada de doce semanas, con antecedentes de desmayo, estrés emocional y una gestación que aún no supera la etapa de riesgo. Necesita tranquilidad, no más discusiones ni gritos. Si quieren ayudarla, empiecen por callarse.

Sarah se quedó petrificada, mientras Richard bajaba la mirada sin decir nada.

Letty cerró la puerta tras ella y se acercó a Aldana, que ya estaba recostada con Leonardo a su lado, sujetándole la mano. Ella sabía perfectamente toda la historia que tenía Aldana con su madre y como su mejor amiga, se podría decir que hasta le tenía cierto recelo, al verlos allí no dudaba de que el estado de su amiga se debía a ella.

—Shhh... respira profundo, ya estás a salvo. Vamos a revisar todo, ¿de acuerdo?

Aldana asintió con lágrimas en los ojos, y esta vez no solo por el dolor físico.

Letty comenzó el procedimiento con rapidez, pero suavidad, dándole pequeñas indicaciones a una enfermera mientras Leonardo acariciaba la frente de Aldana, repitiendo palabras de aliento en voz baja.

Afuera, Sarah no lograba quedarse quieta. Caminaba de un lado a otro, mordiendo su labio, con los ojos húmedos.

—¿Crees que esté bien? —preguntó a Richard sin atreverse a mirarlo.

—No lo sé… pero creo que por primera vez deberías pensar en lo que ella siente. No en lo que tú esperas de ella.

Sarah cerró los ojos, como si esas palabras dolieran más que la escena misma.

Letty terminó el ultrasonido en silencio. Su rostro era serio, concentrado, lo que solo aumentaba la ansiedad de Leonardo. Aldana lo notó y, con la voz apenas audible, preguntó:

—¿Está todo bien?

Letty guardó el dispositivo y limpió el gel del abdomen de Aldana antes de responder.

—El bebé está bien, su corazoncito late con fuerza —dijo finalmente, y ambos soltaron un suspiro de alivio—. Pero tu útero está respondiendo al estrés. Has tenido pequeñas contracciones. Aún no es grave, pero es una señal clara de alerta.

—¿Eso significa que puedo perderlo? —preguntó Aldana, con la voz temblorosa.

—No, no si te cuidas. Pero no puedes seguir así —respondió Letty con suavidad—. Necesitas reposo, emocional y físico. Nada de esfuerzos, nada de disgustos. Y por ahora, vas a quedarte en observación esta noche. Quiero asegurarme de que todo esté bien antes de mandarte a casa.

Leonardo apretó con más fuerza su mano.

—Voy a quedarme contigo —le susurró—. No pienso dejarte sola.

Aldana lo miró, sus ojos cristalinos por el miedo y el cansancio.

—Lo siento… por todo esto.

—No tienes que disculparte. No después de todo lo que estás cargando sola —respondió, llevándose su mano a los labios y besándola con ternura—. Estoy aquí, ¿me oyes? Y no me voy a ir.

Aldana cerró los ojos y por un momento, todo el dolor, la rabia, la confusión… se disolvieron en el calor de su mano sostenida.

Un rato después, cuando Letty salió del cuarto y se encontró con Sarah y Richard, fue directa.

—Aldana y el bebé están estables, pero no puede seguir en ese ambiente. Necesita apoyo, no presión. Y si no pueden dárselo, háganse a un lado.

Sarah bajó la mirada, tragando saliva. Era la primera vez que alguien se atrevía hablarle así, y ella se sentía cohibida, no podía decirle nada ya que la culpa de ver a su hija allí no la dejaba.

—Yo… solo quería protegerla.

—Pues lo estás haciendo muy mal —soltó Letty sin más—. Tal vez aún estés a tiempo de enmendarlo. Pero no lo lograrás si no admites que te equivocaste.

Sin esperar respuesta, Letty se alejó por el pasillo.

Adentro, Leonardo se había sentado en el borde de la camilla. Aldana giró su rostro hacia él, aún débil.

—¿Crees que podré… seguir con esto?

—Sí. Pero no sola. Esta vez no —afirmó con suavidad, acariciando su mejilla.

Y en sus ojos, Aldana por fin vio algo que durante años le había faltado: certeza.

Leonardo salió de la habitación en silencio, dejando a Aldana dormida. La tranquilidad en su rostro no era completa, pero al menos respiraba con menos dolor. Al cerrar la puerta tras de sí, se encontró con Sarah y Richard sentados en el pasillo, en completo silencio. Era extraño verlos así, derrotados, sin esa habitual altivez que solían llevar como armadura.

Se detuvo frente a ellos, los miró un largo segundo antes de hablar.

—Necesitamos hablar —dijo con voz firme.

Sarah fue la primera en ponerse de pie, casi con desesperación.

—¿Cómo está? ¿Y el bebé?

—Estables. Pero si no cambiamos las cosas, no lo estarán por mucho tiempo —respondió él con dureza, sin rodeos—. Este embarazo está en riesgo. Y si siguen presionándola, si siguen pretendiendo que todo lo que han hecho no tiene consecuencias, entonces no voy a permitir que estén cerca de ella ni del bebé.

Sarah parpadeó, herida.

—Solo queremos ayudar…

—¿Ayudar? —repitió Leonardo, con amargura—. ¿Ayudar como cuando la alejaron? ¿Como cuando la obligaron a callar, a cargar con decisiones que ningún hijo debería cargar? ¿Como cuando ustedes dos esperaban que ella fuera la hija perfecta mientras dejaban que nuestros hermanos menores hicieran lo que querían?

Richard bajó la mirada. Sabía que Leonardo tenía razón, aunque doliera.

—No lo hicimos con mala intención. Creímos que así la preparábamos para la vida.

Leonardo bufó suavemente.

—La prepararon para el sacrificio. Para vivir por otros, no por ella. Y eso, padre, eso no es amor. Eso es control.

Sarah tembló, sin saber si llorar o defenderse.

—¿Entonces qué quieres? ¿Que nos alejemos?

—Quiero que se hagan cargo de lo que han hecho. Que la escuchen. Que por una vez, dejen de hablar de lo que ustedes sienten y empiecen a ver lo que ella ha vivido —respondió Leonardo—. Si de verdad quieren estar en la vida de su nieto, van a tener que demostrar que merecen estarlo.

Sarah asintió lentamente, las lágrimas deslizándose silenciosas por sus mejillas.

—Yo… quiero pedirle perdón. Pero no sé si me escuchará.

—Escúchala tú primero —dijo Leonardo, más suave ahora—. Tal vez entonces ella también lo haga.

Sarah lo miró con los ojos vidriosos, y por primera vez en mucho tiempo, sin máscaras.

—Gracias… por cuidarla —murmuró.

Leonardo asintió sin decir nada más. Luego dio media vuelta y regresó junto a Aldana.

Quedaron solos en el pasillo. Sarah respiró hondo. Richard le tomó la mano, en un gesto torpe, pero sincero.

—Tenemos que cambiar —dijo él.

—Sí. Antes de que los perdamos para siempre.— Sarah bajó su mirada y luego agregó. — Nunca oí a tu hijo hablar tanto.

— Ni yo...— Murmuró Richard sabiendo que sus palabras no solo iban dirigidas para su esposa, sino también para él.

1
Isadora Razo Gutiérrez
me encanto 👏
Bar_Rok
Excelente. me encantó
Anonymus
Esta historia, me la encontré por casualidad, sin mucha expectativa, me encuentro con una obra de mensaje profundo, pinceladas de realidad, como quien se pesca el dia a dia , de la familia de la esquina, humana y muy real , simplemente PERFECTA 👌🏻💯✅️
Jackeline Gaido
Sólo falta q la bruja de Sarah lo esté envenenando.
Marimar Ponce Ramos
Fue espectacular
Beatriz Nicolás
❤️
Martha Padilla
Autoraaa ya no tengo palabras para expresarte mi admiración 😍 Gracias por esta historia tan bella, cautivadora y llena de amor ❤️❤️❤️ Felicidades .!!! 🙏👏🎊👏🎉👏
Martha Padilla
Me dolió el estómago de los nervios
lupita
una historia fenomenal,llena de prejuicios e intrigas pero q al final nuestra prota si tuvo su final feliz y un amor muy lindo
susej orta
muy bonita la novela, felicitaciones 😍
Mariela De Los Angeles Serrano
Amor de adolescencia, dura poco, es raro que continúen una vida entera
Rosa Paredes
Éste hombre es una joya jajajaja 🌸🍀😁
Rosa Paredes
Excelente
Maritza Elizabeth Campos Rebolledo
Laura está de novia de Sebastián
Leslie Valencia
😍😍😍😍😍
Amadahy paz
me gusto sin enrredo ni tanto drama
Zugey Mendo
muy buena novea gracias autora ❤️
Miraval 💃🇨🇴🇨🇴🇨🇴🇨🇴🇨🇴
Hermosa historia. 👏👏👏👏👏👏🤗🤗🤗🤗🤗🇨🇴🇨🇴🇨🇴
Miraval 💃🇨🇴🇨🇴🇨🇴🇨🇴🇨🇴
Mucho loco , ese Leonardo. 😂😂😂😂🇨🇴🇨🇴🇨🇴
Miraval 💃🇨🇴🇨🇴🇨🇴🇨🇴🇨🇴
Solo han sido cinco semanas...🤔🇨🇴
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