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El Hijo Del Narco

El Hijo Del Narco

Status: Terminada
Genre:Maltrato Emocional / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Completas
Popularitas:4.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Joél Caceres

Adrían lo tenía todo lo que un muchacho de 19 años pudiera tener, belleza, protección y un futuro prometedor. Pero, sus hermanos lo traicionaron revelando que es gay a sus padres, sin contemplación lo expulsaron de la casa. No esperaban,sin embargo, que todo rastro de él desaparecería, como si nunca hubiera existido, sintiendo la culpa aplastarlos.

NovelToon tiene autorización de Joél Caceres para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Como si la tierra lo hubiera tragado

La primera en notar que algo andaba mal fue su madre. No había rastro del joven: ni noticias, ni actividad en redes, ni mensajes, ni llamadas. Como si se lo hubiera tragado la tierra.

Esperaba que escribiera algo, que lanzara acusaciones o pidiera ayuda. Pero no. Solo silencio. Y aunque se negaba a admitirlo, comenzó a asaltarla una posibilidad que le helaba la sangre: que lo hubieran matado. Entonces empezó a buscar. Revisó cada página, cada foro, cada perfil. Cualquier cosa que pudiera decirle dónde estaba.

En ese momento, ya no le importaba si la noticia era buena o mala. La incertidumbre la devoraba.

Fue entonces cuando comenzó su lento derrumbe. Pensaba una y otra vez en lo que podría haber hecho, en las señales que ignoró. Cualquier madre conoce las inclinaciones de su hijo, y ella ya lo sospechaba. Pero tenía miedo. Como todos en esa casa, temía a su marido. Jamás se atrevió a contradecirlo. Además, en el fondo, le daba cierta razón: creía en los valores tradicionales, y su hijo no encajaba en ese molde.

Empezó a beber más. Antes tomaba de vez en cuando, con mesura. Ahora se emborrachaba cada noche. El muchacho había sido su sostén emocional en una casa donde todos pensaban solo en sí mismos. Era su pañuelo de lágrimas. Y ahora ya no estaba.

Cuando el hombre vio que su esposa trofeo ya no servía para exhibirla en las fiestas —con el alcoholismo evidente—, comenzó a resentirla. Empezó a golpearla, como si eso pudiera curar su adicción. Pero ella solo sonreía, desafiante. El miedo ya no lo tenía.

Entonces redirigió su ira hacia los otros hijos. Y el que recibió toda la furia fue Héctor, el hermano mayor.

—Escúchame, pendejo —dijo, con la cara encendida—. Sé que quieres ocupar el lugar de tu hermano en esta organización. Pero eres un cobarde. No lo mereces.

—¿De qué hablas, papá? —respondió, fingiendo desconocimiento.

—¡Tú entregaste las pruebas contra tu hermano! Eres una rata. En este negocio, la traición no es rara… pero la lealtad sí se valora. Nuestros socios no dudarían en hacernos lo mismo si ven cómo actuaste.

Hizo una pausa, observando el rostro de su hijo. Solo lo sospechaba… hasta que vio el miedo en sus ojos. Ya no tuvo dudas.

—Usaste a tu hermano menor para que cargara con todo. Te cubriste las espaldas. Lo dejaste caer —escupió con voz cargada de ira.

—¡Claro que no! Lucas es un mentiroso —gritó el joven.

—Eres peor que él. Él tal vez le gusten los hombres, pero tú eres un cobarde. Ni siquiera tienes dignidad.

Dicho esto, lo lanzó con fuerza contra la pared. Un cuadro cayó al suelo y se hizo añicos. En él, la familia entera sonreía, congelada en una mentira.

Luego, llamó a su chofer.

—Consígueme la prostituta más cara de la región. Necesito una ramera para sacarme esta basura de adentro.

El hombre no tardó. Fue a la ciudad y contactó a un conocido presentador de televisión local, que promocionaba a sus chicas en programas disfrazados de concursos o juegos absurdos.

Mientras tanto, Lucas, el hermano menor, era el que cargaba con la peor culpa. O quizás no era culpa, sino temor: el próximo en desaparecer podría ser él.

No dejaba de ver el rostro de su hermano: el miedo, la decepción. Cada vez que cerraba los ojos, revivía aquel día. En sus sueños, su hermano gritaba pidiendo ayuda. Se despertaba en mitad de la noche, empapado en sudor, y ya no podía volver a dormir.

Jugaba videojuegos, en un intento inútil por callar la conciencia. Se acostaba de nuevo, pero el sueño no llegaba.

A la mañana siguiente, decidió hablar con su madre. Ella, entre todos, era la única que podía estar preocupada. Tal vez tenía alguna noticia. Salió al jardín, conociendo su rutina. Y allí estaba, como siempre.

—¿Qué sabes de Adrián? —preguntó, con la esperanza de que su madre estuviera ayudándolo o preparando su regreso.

—No me vengas con eso, Lucas. Fuiste tú quien lo traicionó. Deberías haber pensado en eso antes.

—Tampoco tú hiciste nada por detener a papá. Eres tan culpable como yo —se defendió.

Hizo una pausa, luego bajó la voz.

—Pero necesito saber. No puede haber desaparecido así nomás.

Ella sollozó. Su voz temblaba, cargada de arrepentimiento.

—No quiero pensar lo peor… pero no hay rastro. Ni una sola conexión en redes. Como si nunca hubiera existido.

—Dime qué piensas —insistió el joven.

La mujer respondió sin convicción:

—Estará bien… Tal vez con la lluvia, se le descargaron las baterías… —Pero en el fondo ya creía lo peor. Ella no conocía los peligros que su hijo podía enfrentar ahí afuera.

—Si sabes algo, avísame —dijo Lucas, con la cabeza gacha—. No debimos actuar así. No se merecía esto.

Más tarde, el padre regresó. Había terminado sus negocios y se hundió en su sillón de madera. Estaba inquieto. La falta de noticias era una tortura. No podía haber desaparecido así.

Miró la calle serpenteante, roja de tierra mojada. Gente de todas las edades pasaba, pero ninguna era su hijo.

En su imaginación, era un padre amoroso, esperando a un hijo arrepentido. Soñaba con matar un buey, con una fiesta grande. Con el perdón.

Pero la realidad golpeaba sin piedad: no hubo llamadas, ni mensajes, ni rastros. Nada. Como si la tierra lo hubiera tragado.

Llamó a sus hombres. Los envió por el vecindario a buscar pistas. Pero llovió ese día, y nadie había prestado atención al exterior. No encontraron nada.

Furioso, amenazó con torturarlos a todos. Fue entonces cuando uno, más avispado, dijo:

—El muchacho tiene un iPhone. Podría rastrearse.

Tras varios días, lograron dar con el dispositivo. Lo habían vendido a bajo precio en un lugar conocido por comprar objetos robados.

Con las armas en la mano, interrogaron a los compradores. Subieron hasta los responsables. El jefe llegó personalmente, acompañado por sus secuaces, a una vivienda en ruinas.

Uno de los marginales los enfrentó, sin saber quiénes eran. El jefe sacó su pistola y le disparó en la pierna. Los demás, rodeados por hombres armados con fusiles, se asustaron. Intentaron huir, pero fueron capturados.

Los ataron a sillas. Les dieron golpes. Suplicaron por sus vidas. El jefe escupió al suelo, con el rostro encendido.

Quería saber dónde estaba su hijo. Lo máximo que obtuvieron fue el nombre de una plaza donde lo habían dejado, herido.

No los perdonó.

Les cubrieron la cara con bolsas negras. Los llevaron al sótano de la mansión. De ahí, al helicóptero. Y desde una altura extrema, los arrojaron a un río caudaloso.

Como eran criminales, nadie los buscó. Nadie los extrañó. Simplemente desaparecieron.

Los otros dos hermanos siguieron indiferentes. Aún no medían las consecuencias. Para ellos, solo era un estorbo menos.

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Ferchx
Gracias por comentar, ayuda a que el algoritmo recomiende la historia :)
Ferchx
Las apariencias engañan /Casual/
Ferchx
Las apariencias engañan /Casual/
Luci🥰
ami me gusto mucho la historia gcs x compartirla 😍
Luci🥰
wooo jajaja y yo creía q Dani seria el de arriba🤭jeje pero bien q me encanta 😍🫦
Luci🥰
jajaj esq se lo quería devorar riko riko🤭😍sl q tu interrumpiste 🤦‍♀️
Luci🥰
ahhh me encanta😍❤️
Luci🥰
jejej esta bien flechadito x mi bb 🤭😍
Sofia Muriel villegas
/Cry/se me metió algo al ojo
Ana Castellon
me gusta mucho tu historia la amoooo
Ferchx: Gracias
total 1 replies
nahomi sofia rodriguez castañeda
ahora con la cabeza fria si pienza
nahomi sofia rodriguez castañeda
incomodo
Turul
se ve muy interesante
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