Jesica, es una chica de una familia media, cuando su madre enferma se ve obligada a comenzar con un trabajo como novia por contrato donde conocerá a Max quien la llevará a un mundo de mentiras y dolor
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alcohol
Jessica lo miró sonriente antes de soltarse de su lado. Con determinación, se dirigió hacia Micaela, y juntas se adentraron en la pista de baile en el corazón de la fiesta, donde todos los hombres las miraban y les silbaban, disfrutando del espectáculo que ofrecían.
Mientras tanto, Max avanzó hacia ellas, molestándose por las tonterías que los hombres les gritaban desde la multitud. Sin pensarlo dos veces, tomó a Jessica de la mano con firmeza, alejándola del alboroto y el bullicio de la fiesta.
—¡Aww, basta, me lastimas! —exclamó Jessica, entre risas, mientras ambos se dirigían hacia el auto.
Max la tomó de la cintura y la empujó suavemente contra el auto.
—Te dije que ya nos vamos, ahora vas a subir al auto —dijo Max, acercándose a Jessica de tal manera que ella sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Podía sentir su respiración entremezclándose con la suya, y sus labios estaban tan cerca de los de ella que casi se rozaban.
Jessica se metió en el auto y, desde ese momento, permaneció en silencio durante todo el trayecto.
Cuando llegaron a su destino, Max se bajó del auto para ayudarla a salir. Al abrir la puerta, ella lo miró con una sonrisa divertida en el rostro.
—Si sigues enojándote, ¡te van a salir muchas arrugas! —exclamó Jessica entre risas.
—¡Shhh! ¡Vas a despertar a todos en la casa! —respondió Max, estrechando la mano de ella mientras la ayudaba a descender del vehículo.
Ella se rió y se tapó la boca con las manos, conteniendo el sonido, y juntos caminaron hacia la habitación.
Cuando Jessica cruzó la puerta de la habitación, no se dio cuenta de que el tapete, ligeramente deslizante, estaba fuera de lugar. Al poner el pie en él, perdió el equilibrio y, en un instante, se tambaleó peligrosa hacia adelante. Sin embargo, Max, que estaba cerca, reaccionó rápidamente; en un movimiento ágil, la tomó de la cintura con firmeza para evitar que cayera al suelo.
Sus miradas se encontraron en ese momento. Los ojos de Jessica reflejaban una mezcla de sorpresa y complicidad, mientras que Max la miraba con una mezcla de preocupación y interés. Jessica, embriagada por la bebida que había tomado antes, se sentía desinhibida, como si el mundo a su alrededor se desvaneciera, y no era capaz de controlar sus impulsos. La sensación de cercanía con Max la llenó de una adrenalina inusitada, y no recapacitaba sobre las posibles repercusiones de sus acciones.
Jessica se acercó a Max con una intensa mirada en sus ojos y, sin pensarlo dos veces, empezó a besarlo suavemente. Max, sorprendido pero también deseoso, correspondió al beso, abrazándola con firmeza y envolviendo su cintura con sus brazos.
Esto no es lo que deberías hacer, advirtió Max, mientras sus manos bajaban lentamente por la cintura de Jessica hasta llegar a sus nalgas, intentando mantener un equilibrio entre el deseo y la razón, pues era evidente que la deseaba demasiado Pero no se podía dar el lujo de hacer algo con ella sin pensar en las consecuencias.