En esta novela #Creativa y Fresca , Mar conoció a su Rumi por unos días y creyó realmente que era Gay. Carlo, un empresario exitoso, quedó tan prendado de ella, que decidió no sacarla del error para mantenerla a su lado. Pero este inicio falso tornará caótica su relación.
NovelToon tiene autorización de Elsa Elena Isasa para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 3. Doble Crisis.
Caos y Pasión 3
Elsa Elena ISASA
Capítulo 3 : Doble Crisis en el primer día.
Mar se despertó apresurada. Era ya la mañana de su primer día de trabajo. El día se notaba hermoso desde el ventanal de su dormitorio. Saltó de la cama y entró al baño. Tomó una ducha rápida y se maquilló con detalle. Conocería al doctor que era una eminencia y quería causar buena impresión. Eligió dos conjuntos y con ellos en la mano fue a despertar a su nuevo amigo Carlo. Quería saber su opinión. Los gay eran grandiosos en seleccionar prendas y atuendos. El hecho que este Dios griego sea gay, daba cuenta que la suerte amorosa no era su aliada.
Dió unos toques a la puerta y luego la abrió.
Pero la habitación estaba vacía. Carlo ya se había marchado. Debió seleccionar sola su vestimenta.
En el comedor estaba su desayuno servido con una rosa sobre la servilleta blanca de lino.
Se imaginó como una mujer normal con un marido como Carlo. Que le ayude a cocinar o le prepare el desayuno entre besos y caricias.
En fin.
Sus sueños de sexo con un homo se debían, ella lo sabía muy bien, que hacía más de un siglo que no tenía relaciones con nadie.
Terminó su desayuno y tomó un taxi hacia el sanatorio.
Stella Rojas era la enfermera jefe del equipo médico encargada de recibir a los doctores de todo el país, seleccionados para trabajar durante una semana junto al doctor Dartes.
Apenas la vio , la reconoció por su foto en su currículo.
–¿Señorita Velotti verdad? Soy Stella. La acompañaré junto al equipo del jefe.
– Gracias - respondió Mar saludando la con su habitual carisma - ¿y que me puede contar del doctor Dartes, Stella?-
– Serio, profesional y un genio.Exigente y detallista. No busca relaciones sino enseñar y hacer bien su trabajo. - le respondió cortante.
– Me imagino - respondió Mar y la acompañó en su recorrido al salón de conferencias. Allí saludó al equipo que esperaba a Dartes. Dos doctoras y tres doctores. Tomaban un café mientras esperaban al genio médico hasta que el salón quedó en silencio y vieron entrar al especialista.
Tenía su chaquetilla puesta y se veía más atrayente aún que en las fotos de las revistas o los videos que Mar había visto. Delgado, alto y de anteojos de marco negro y un gran ego estampado en su frente.
Los miró a todos como desde la cima del mundo y comenzó de inmediato a detallar las reglas de trabajo y luego por por unas transparencias proyectadas las operaciones que debían realizar.
La comitiva acompañó a Michelangelo en el recorrido de las habitaciones de los dos pacientes que serían operados al otro día, operaciones que de hecho ella participaría.
Escuchaba las explicaciones del médico y los pasos de los procedimientos que se realizarían. Tomaba notas en una carpetilla que Stella le había suministrado.
Un señor muy obeso sería quien recibiría una bomba gástrica y una joven con la tráquea quemada un injerto de material inteligente, para poder, si daba cierto, comer y seguir sus alimentos.
Ambos parecían asustados cuando escuchaban las explicaciones del cirujano.
Mar acarició la frente sudorosa del paciente de gordura mórbida y este tuvo un ataque de tos con arcadas.
El hecho que el paciente devolviera hizo que los presentes sujetarán las inmediatas reacciones normales de arcadas que se producen cuando alguien vomita.
Mar buscó de inmediato un baño cercano para componerse.
– Esto no podía estar sucediendo– se dijo. Era médica. Había visto miles de circunstancias vergonzantes y heridas repulsivas y nunca se había inmutado. Ahora le pasó este percance justo frente al genio médico a quien admiraba.
El doctor la miró desde que salió hasta que volvió a ocupar nuevamente su lugar.
Mar avergonzada se disculpó ante el equipo y el doctor.
El siguiente paso fue la reunión para informar en el salón de conferencias los pasos de cada procedimiento. Increíblemente para Mar Velotti, el doctor Dartes la eligió pará ayudarle junto a él en estás cirugías.
Mar no se explicaba porque ella, del grupo de cinco médicos brillantes que hacían la pasantía fue seleccionada ese día. Sólo podía deberse a que ante el mínimo error sería expulsada del equipo.
Después de las indicaciones sobre el horario de las operaciones que se llevarían a cabo el siguiente día, la enfermera General Stella los despidió pidiendo puntualidad a todos.
Cuando quedó sola con Stella Mar preguntó:
– ¿Por qué crees que el doctor me ha elegido como ayudante en las dos cirugías de mañana Stella?
– Algo habrá visto en tu recorrido que le hizo seleccionarte. -
– ¿Vómitos y arcadas ante un paciente?- respondió cabizbaja Mar.
– ¡Ah No! ¿Qué le pasó doctora?¿ No estará embarazada verdad?-
– No Stella. Puedo asegurarlo. -
– Entonces quizá para ponerla a prueba…rigurosamente.
Mar entendió. El doctor Dartes la pondría a prueba antes de despedirla. ¿Qué doctor eficiente vomita ante un enfermo? Ni los fallecidos en la morgue le hicieron nunca asquearse de esa manera.
Quería volver al departamento de Ro y contarle a Carlo su estupidez. Necesitaba el hombro de un amigo para calmar su ansiedad y llorar su error.
Apenas entró al departamento escuchó las charla de una mujer, cautivadora y melosa.
– Oh. ¿Eres tu Mar! - dijo Carlo–. La vecina Nataly del tercero, ha venido a que le ayudemos con una taza de azúcar. -
Mar miró a la tal Nataly con odio contenido.
Era una hermosa morena con la falda muy corta y ojos apasionados.
Sabía que la tipa vino no por azúcar por supuesto. Y ella le dejaría bien claro que ese homo era suyo y de nadie más.
– Como doctora te digo que el azúcar te hará mucho daño – le dijo abrazando a Carlo y dándole un sonoro beso en la comisura de sus labios. – pero si quieres seguir engordando,allá tú. - terminó.
Carlo se preguntó qué había pasado allí. Tenia a la belleza que lo había convertido en homosexual prendida de su cuerpo y en una actitud belicosa con la vecina de piso.
– Bien doctora. Entonces me marcho. – dijo la morena –¿ me acompañas Carlos?-
– Aquí tienes la taza de azúcar. Y no se llama Carlos sino Carlo. Yo te acompañaré querida - dijo Mar entregando la taza a la visita con una sonrisa inexplicable en su rostro, tomándola del brazo y marchando hacia la puerta.
¡Felicitaciones por esta entrega!
👏🏼💖✍🏼💖👏🏼