El esposo de un famoso ingeniero de robótica se suicida un día de repente y él al no soportarlo decide revivirlo con partes de robot, pero no todo será de color rosa como él lo pensó.
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Capítulo 3: Nos volveremos a ver.
No dije nada, él estaba dando muchos rodeos. Estaba claro que no quería decirme, así que me acosté y me tapé hasta las orejas dándole la espalda. Sentí su cuerpo pesado acomodándose a mí lado, él extendió su brazo y me tocó el pelo empezando a jugar con el.
—Cuando tu corazón dejó de latir empecé a buscar una manera de que vuelvas a la vida, ningún doctor lo logró. Te dieron por muerto, pero yo sabía que algo podía hacer. No dejaría a mi esposo morir de esa forma siendo tan joven, —dijo Edwy quitando su brazo de en medio y apoyando su mentón en mi cabeza—. Logré unir partes de un robot a ti y funcionó. Estás vivo.
Volteé mi cuerpo para mirarlo, pero él estaba muy cerca que me puso nervioso. Desvié mis ojos y agaché mi cabeza sin poder evitar soltar un llanto que aplastó mi estómago como una bolsa de agua caliente. Sus brazos me rodearon y me apretaron contra su pecho, tanto lloré que mis lágrimas humedecieron su camisa.
—Perdón por tardar tanto.
—No. Perdóname a mi por haberme enamorado de ti, —dije volviendo a levantar la cabeza y mirar fijamente a sus ojos verdes que se cristalizaron ante mis brutas palabras.
Hace unos 10 años atrás...
—Oye, así pareces un acosador, —dijo una joven comiendo una barra de cereal.
—Baja la voz Lea, él te puede escuchar, —retrucó Hans volviendo a espiar desde atrás de un muro a los chicos de sexto año jugar basketball.
—Estás enfermo y loco, él ni siquiera sabe que existes. Además, ¿sabes que hay un montón de chicas que estás detrás de él? Y son mucho más bonitas que tú.
Hans se volteó enojado y le quitó su barra de cereal. Luego se metió todo el dulce a la boca y masticó con fuerzas mientras su amiga lloriqueaba. Pero en un momento ella dejó de hablar, tenía su rostro sorprendido, mirando detrás de él. Hans se volteó confuso y miró a Edwy parado frente a él.
—Uhg... —Terminó de tragar Hans apresurado y se volteó a mirar a su amiga muy avergonzado, dándole la espalda a su crush.
—Disculpa amigo, ¿No viste caer una pelota por aquí? —preguntó él tocando un hombro de Hans.
Lea empezó a sonreír forzada a no tener reacción, pero era inevitable. Ella agachó su cabeza como si buscara la pelota, pero realmente era para disimular su ataque de emoción que le estaba dando. Al final salió de aquél lugar ahogando sus gritos mordiendo la manga de su ropa.
Hans volvió a mirar a Edwy negando con la cabeza tímido, intentó decir algo, pero acabó en un fiasco cuando se trabó y la vergüenza se apoderó de él.
—Ah, está bien. La buscaré de todas formas, —dijo Edwy dedicándole una sonrisa amigable.
—Te ayudaré. —Soltó Hans de sus labios por fin diciendo algo, a lo que Edwy asintió con la cabeza y ambos se pudieron a buscar el objeto.
—¿Te gustan mucho las barras de cereales Hans? —Edwy se acercó a unos arbolitos y buscaba la pelota ahí mientras le hacía conversación a su compañero.
—Sí, me gustan, —respondió Hans preguntándose en su cabeza como es que sabía su nombre si nunca habían entablado una conversación, esta era la primera vez.
—¡Edwy! Amigo, ¿Qué estás buscando? —pregunta otro chico de sexto, un compañero de Edwy.
—La pelota que perdimos en esta dirección, —responde él levantándose.
—¿Pelota? deja de jugar y ven, es hora de almorzar.
Edwy miró a Hans y le entregó una barra de cereal en sus manos.
—Toma, gracias por ayudarme. Nos veremos después, —dijo marchándose.
—¿Nos volveremos a ver? —susurró Hans para si mismo apretando el dulce como si se tratase de un tesoro.