Herida en el Corazón

Al día siguiente, el rugido de un motor resonó en el estacionamiento de la escuela secundaria. ¿Quiénes podrían ser sino la pandilla Antariksa? Uno por uno, se quitaron los cascos con movimientos lentos y calculados, provocando la histeria de las alumnas, cautivadas por su atractivo.

Pero había algo que rompía la armonía de la escena: una chica que siempre estaba cerca de la pandilla Antariksa, la mismísima Lili, una joven aparentemente tranquila que escondía una doble cara.

Mientras se bajaba de la moto, Lili sonrió, observando la atención que los demás estudiantes les prestaban, o mejor dicho, a la belleza de la pandilla Antariksa. Siempre disfrutaba de su presencia entre ellos, sintiéndose el centro de atención, orgullosa de haberlos conquistado y de ser el objeto de su atención.

Su alegría duró poco. Un deportivo irrumpió en el estacionamiento estudiantil. ¿Quién podría ser sino Clara Anderson? Abrió la puerta del coche con un movimiento lento y estudiado, cautivando a todos los presentes con su estilo y belleza.

¿Cómo no iba a ser el centro de atención con el bolso colgado del hombro izquierdo y la mano ocupada recogiendo su cabello con una pinza, dejando al descubierto su largo y blanco cuello?

Tío, la reina de las bravuconas está guapísima hoy, dijo un estudiante.

Ya no es una reina, colega, parece un ángel bajado del cielo.

Juro que su aspecto me dan ganas de acercarme a ella.

Los elogios de sus compañeros le hicieron olvidar que se había convertido en el centro de atención, incluida la pandilla Antariksa, que no le quitaba ojo a Clara mientras ella estaba ocupada con su cabello.

¿Por qué cada día está más guapa?, pensó alguien.

Clara ni siquiera se daba cuenta de que se había convertido en el centro de atención de todos los alumnos presentes.

“Mierda, ¿por qué tiene que ser ella el centro de atención? Espera, Clara, no voy a dejar que seas el centro de atención de esta manera, especialmente no del mío”, pensó Lili.

En cuanto Clara dio un paso, Lili se acercó a ella.

"Clara, ¿acabas de llegar?", preguntó con su fingida cara de inocencia.

Clara asintió con la cabeza.

"Vine con Leon", dijo Lili.

Clara levantó una ceja.

Esta chica no tiene remedio, pensó.

"Cla".

¡Pum!

De repente, Lili se cayó al suelo delante de ella de la forma menos elegante posible.

Los estudiantes se rieron al ver la nada estética caída de Lili.

Menos mal que Clara se apartó justo a tiempo, de lo contrario habría acabado en el suelo también.

Leon y la pandilla Antariksa corrieron hacia Lili. Clara, al ver la caída de Lili, le tendió la mano para ayudarla, pero Lili no aceptó su ayuda, sino que prefirió la de Leon.

"¿Estás bien?", preguntó Clara, observando a Lili.

"Parece que has dormido poco, por eso no andas bien y te has caído. Si eso es todo, me voy", dijo Clara, dejando atrás a la pandilla Antariksa y a Lili.

"La próxima vez, átate los cordones de los zapatos", dijo Danu, conteniendo la risa, divertido por la caída de Lili.

"Pfttt".

"Leon, estoy avergonzada", dijo en voz baja, escondiendo la cara en el pecho de Leon.

*****

¡Brakkkkk!

"¡Argh, qué vergüenza he pasado hoy!", exclamó mientras se revolvía el pelo, frustrada. Las burlas de los demás estudiantes por lo sucedido aquella mañana no ayudaban.

"Esta vez no te dejaré ganar. Haré que te odien y te excluyan en el colegio. Ya verás mi venganza, Clara Anderson", dijo llena de rabia.