En la ciudad de Solis, un cometa llamado "Eos" trae consigo el despertar de poderes extraordinarios en muchas personas. Axel, un joven de 17 años, descubre que puede controlar varios elementos y hasta puede ser que mas... pero cada uso tiene un alto costo.
Mientras la ciudad se sumerge en el caos y surgen facciones rivales, Axel recluta a un grupo de resistencia para luchar contra una amenaza oscura que busca dominar Solis. La historia aborda la lucha por la supervivencia y el sacrificio en un mundo transformado.
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Capítulo 3: Los Tecnomantes
Axel no podía quitarse las palabras de Kai de la cabeza mientras ambos caminaban hacia el corazón de la ciudad. Los edificios parecían cada vez más imponentes, sombras frías que los envolvían mientras se adentraban en el territorio de los Tecnomantes. Desde que el impacto del cometa Eos había sacudido Solis, las facciones se habían apoderado de la ciudad, dividiendo el territorio como si fueran señores feudales de un mundo antiguo. Las calles, una vez vibrantes y llenas de vida, ahora estaban marcadas por patrullas de cada grupo que reclamaba su dominio. Los Tecnomantes habían fortificado su espacio en la antigua zona industrial, donde controlaban la tecnología que aún quedaba en pie, mejorándola, combinando carne y máquina de formas que desafiaban la naturaleza.
"Esto ya no es Solis," murmuró Axel, mirando cómo los drones zumbaban sobre sus cabezas. "Cada día que pasa, todo cambia más."
Kai asintió en silencio, su expresión endurecida. Había pasado tanto tiempo desde que ambos habían recorrido las mismas calles despreocupadamente, soñando con un futuro lejos de la monotonía de su vida. Ahora ese futuro se había convertido en una pesadilla tangible. Cada esquina escondía un peligro, y el caos parecía devorar lo que quedaba de la civilización. Kai, con su habilidad de aumentar su velocidad, había aprendido a moverse rápido entre las facciones, actuando como un mensajero entre aquellos que aún no se habían unido a ninguna facción.
"Necesitamos respuestas," dijo Axel, mientras sus pensamientos se acumulaban. "No sabemos lo suficiente sobre los Tecnomantes, ni sobre lo que realmente está ocurriendo en Solis. ¿Y si todo esto es parte de algo más grande?"
Kai lo miró de reojo. "Los Tecnomantes son impredecibles, pero tienen recursos. Si logramos entrar en su base, tal vez podamos aprender algo."
Axel no pudo evitar sentir una punzada de duda. Entrar en el territorio de los Tecnomantes no sería fácil. Cada uno de ellos estaba fusionado con la tecnología de alguna manera, ya fuera a través de prótesis cibernéticas, mejoras en el cerebro, o el control remoto de máquinas. Su capacidad para manipular todo lo digital los hacía peligrosos, pero también les daba acceso a la información que nadie más tenía. Sabían cómo moverse entre los sistemas, infiltrarse en los bancos de datos que aún quedaban activos, y recolectar secretos.
Antes de que pudieran decidir su siguiente paso, una figura emergió de una esquina oscura. Era un hombre joven, de unos veinte años, con un brazo completamente metálico que zumbaba con energía. Su rostro tenía cicatrices y su expresión era de desconfianza.
"¿Qué buscan en nuestro territorio?" preguntó con voz áspera, sus ojos clavados en ellos.
Axel dio un paso adelante, sin querer mostrar debilidad. "Necesitamos hablar con uno de los tuyos. Sabemos que tienen información sobre lo que está ocurriendo en Solis. Solo queremos respuestas."
El Tecnomante soltó una risa seca. "Respuestas. Eso es lo que todos buscan, pero no saben cómo formular las preguntas correctas." Sus ojos brillaron con un destello peligroso. "Si de verdad están dispuestos a pagar el precio, tal vez pueda llevarlos con alguien que tenga lo que buscan. Pero nada es gratis aquí."
Kai entrecerró los ojos. "¿Qué precio?"
El hombre señaló el brazo de Axel, que aún estaba ligeramente iluminado por la energía dorada que recorría su cuerpo. "Tu poder. Necesitamos probarlo. Ver si eres digno de la información que deseas."
Axel sintió una oleada de incomodidad. No confiaba en este hombre, y mucho menos en sus intenciones, pero sabía que no tenían otra opción. Si querían respuestas, tendrían que arriesgarse. Sin decir nada más, asintió.
El Tecnomante sonrió de manera siniestra y giró sobre sus talones, llevándolos por un camino serpenteante entre las ruinas de los viejos almacenes. A medida que avanzaban, Axel pudo ver cómo el lugar había sido transformado. Las antiguas fábricas, antes desmoronándose, ahora estaban llenas de cables y maquinaria que zumbaban con energía. Las estructuras metálicas parecían extenderse como venas por todo el lugar, conectando diferentes edificios y creando un laberinto tecnológico.
Finalmente, llegaron a una gran puerta de acero que se abrió con un chirrido. Detrás de ella, una sala enorme se extendía ante ellos, llena de pantallas y terminales, con figuras sentadas detrás de cada una, monitoreando el mundo exterior. En el centro de la sala, una mujer alta con implantes visibles en su rostro los esperaba. Su mirada fría los recorrió antes de hablar.
"Mi nombre es Vera," dijo con voz metálica. "Soy la líder de los Tecnomantes, sé por qué están aquí."
Axel sintió un escalofrío. ¿Cómo podía saberlo?
"Nosotros vemos todo lo que pasa en Solis," dijo Vera, respondiendo a su expresión de sorpresa. "Controlamos los flujos de información, los movimientos de cada facción. Pero solo compartimos lo que sabemos con aquellos que lo merecen."
"¿Y cómo probamos que lo merecemos?" preguntó Kai, su voz cargada de desafío.
Vera sonrió de manera calculada. "Es simple. Sobrevivan."
Con un chasquido de sus dedos, la sala se separó y comenzó a llenarse de drones. Las luces parpadearon y un zumbido ominoso llenó el aire. Axel y Kai se miraron, sabiendo que habían sido arrastrados a una trampa. Las máquinas se acercaban, y no había forma de salir sin pelear.
Axel estaba listo y no podía permitirse el lujo de dudar. Para descubrir la verdad detrás de las facciones y detener el caos que consumía a Solis, tendría que enfrentarse a lo peor de la ciudad... y sobrevivir.