"He regresado de las profundidades del infierno, un viaje oscuro y tortuoso, para reclamar lo que me pertenece. Soy Lucía Casanova, la única heredera de una dinastía marcada por la traición y el secreto. Mis enemigos pensaron que podían arrebatarme mi legado, pero no conocen la furia que despierta en mí la injusticia. Ahora, con cada paso que doy, el eco de mi venganza resuena más fuerte. ¡El tiempo de la redención ha llegado!"
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Capitulo III Rumores
Lucía seguía forcejeando conmigo; sin embargo, yo no quería soltarla. Algo estaba despertando en mí: esa necesidad de tenerla nuevamente entre mis brazos y hacerla mía una vez más.
“¡Suéltame, bastardo! ¿Qué crees que estás haciendo?”, gritó con frialdad.
“Pensé que te había olvidado, pero ahora me doy cuenta de que te deseo como el primer día”.
“Déjate de ridiculeces. Te exijo que me sueltes”.
Intenté besarla a la fuerza, pero una voz familiar me hizo reaccionar. Era el imbécil de Dimitri Ivanov, un socio de mi familia.
“No te metas en esto. No es tu asunto”, le dije, lleno de arrogancia.
“La señorita te ha pedido que la sueltes. Si ella no quiere que la toques, entonces sí es mi incumbencia. No permitiré que la fuerces a nada”. Dimitri me miró con desprecio. Este descuido mío le dio la ventaja a Lucía, quien me pateó fuertemente en mis partes sensibles, obligándome a soltar mi agarre sobre ella.
“En tu miserable vida vuelvas a tocarme. Me das asco y te desprecio. Como te lo dije antes, no me detendré ante nadie; ustedes serán destruidos aunque se me vaya la vida en ello”. Lucía se dio la vuelta y caminó hacia un auto negro estacionado a las afueras de lo que una vez fue la mansión Casanova. El auto arrancó en cuanto ella subió y se perdió en el horizonte, dejándome adolorido y bajo la mirada burlona de Dimitri.
“Siempre eres tan inoportuno”, le reclamé mientras trataba de recuperarme del golpe.
“Nunca imaginé que fueras un abusador de mujeres”, respondió mientras sacaba un cigarro de su bolsillo.
“No sabes de lo que hablas. Esa mujer es más peligrosa de lo que piensas. Si no te hubieras entrometido, ahora mismo estaría domándola”, dije con determinación.
“Si quieres creer que domarás a esa fiera, entonces te deseo suerte”. Dimitri se burlaba de mi situación; ese sujeto no terminaba de caerme bien, pero ¿qué podía hacer si era socio de mi padre?
“La familia se encuentra reunida en este momento, así que mejor lárgate”, le dije con desprecio.
“Tu padre me citó hoy, así que permiso”, respondió echándome a un lado.
“¡Espera! No puedes entrar así, lo que está en juego aquí es más grande de lo que piensas”, le grité mientras intentaba detenerlo, pero él ya había cruzado la puerta. Mi mente estaba en un torbellino de emociones; por un lado, la ira por lo que había pasado con Lucía me consumía, y por otro, la preocupación por lo que Dimitri podría decir en la reunión familiar.
Decidí seguirlo, no podía permitir que hablara sin control sobre lo que había sucedido. Al entrar al gran salón, vi a mi padre y a otros miembros de la familia mirarme fijamente. La atmósfera era tensa, como si el aire estuviera cargado de secretos y resentimientos no expresados.
“¿Qué está pasando aquí?” preguntó mi padre al ver mi expresión.
“Dimitri está hablando de Lucía, y no creo que le dé la versión correcta de los hechos”, respondí mientras me acercaba a ellos.
Dimitri se giró hacia mí con una sonrisa burlona. “Tu hijo tiene una forma muy particular de abordar las relaciones, señor Lombardi. Tal vez debería considerar un enfoque más... respetuoso”.
“¡Cállate!” le grité, sintiendo cómo la rabia me subía por el cuerpo. “No sabes nada sobre ella ni sobre lo que realmente ocurrió”.
“Y tú tampoco pareces saber mucho sobre ti mismo”, replicó Dimitri con frialdad. “¿Crees que puedes salirte con la tuya porque eres un Lombardi? La gente empieza a hablar y no siempre a tu favor”.
Mi padre frunció el ceño, claramente interesado en escuchar más. “¿Qué quieres decir con eso?” preguntó.
Dimitri sacó su teléfono y comenzó a mostrar algunos mensajes y fotos. “Hay rumores en la ciudad sobre cómo tratas a las mujeres que te rodean. Esto podría dañar mucho más que tu reputación”.
Sentí el sudor frío recorrer mi espalda mientras miraba a mi padre, quien parecía cada vez más decepcionado. “Lucía no es solo una mujer más para mí, todos aquí sabemos lo que ocurrió hace cinco años, así que no me miren como si el culpable de todo fuese yo”, intenté defenderme, pero mis palabras sonaron vacías incluso para mí.
“Parece que deberías pensar bien en tus acciones antes de actuar impulsivamente”, dijo Dimitri con una voz llena de satisfacción.
La tensión en el ambiente era palpable; todos los ojos estaban fijos en mí, esperando alguna respuesta o defensa válida. Pero lo único que podía pensar era en Lucía y cómo había dejado escapar una oportunidad para recuperar lo que alguna vez tuvimos.
“Necesito salir”, dije finalmente y me di la vuelta sin esperar respuesta. Caminé hacia la puerta decidido a encontrarla antes de que fuera demasiado tarde.
Mientras salía, sentí el peso de las miradas tras de mí, pero no me importaba; solo quería rectificar mis errores y demostrarle a Lucía que aún había algo entre nosotros que valía la pena luchar.
Sé que mi esposa estaba presente en aquella sala y que la reunión familiar se debía a que pronto sería padre, pero ahora necesitaba aclarar las cosas con Lucia, necesitaba saber que era eso que tenía, con que pruebas contaba para acabarnos.
Mientras salía de la mansión me puse a pensar en esos rumores que se cernian sobre mí, cosas que no eran ciertas, yo nunca trataría mal a una mujer y mucho menos la obligaría a estar conmigo, tenía tantas cosas que aclarar parecía que todo se estaba confabulado en mi contra.
lo mismo
intrigante
espero mantenga el nivel de interés en toda la trama