Elena Martínez es una mujer que ha construido su vida alrededor de mentiras y secretos. Tras la trágica muerte de su hermano, se ha visto obligada a asumir una identidad falsa para infiltrarse en el círculo más íntimo del enigmático y poderoso Alejandro Montenegro, un empresario con un oscuro pasado. Alejandro, conocido por su frialdad y su habilidad para descubrir la verdad, comienza a sospechar de la nueva integrante de su equipo.
Lo que Elena no esperaba era que sus corazones comenzaran a entrelazarse en un juego peligroso de seducción y engaño. Mientras más se adentra en el mundo de Alejandro, más difícil se vuelve mantener su fachada. Las tensiones aumentan y los secretos que ambos ocultan amenazan con destruirlos.
A medida que la línea entre la verdad y la mentira se desdibuja, Elena deberá decidir entre revelar su verdadera identidad y arriesgarlo todo por amor, o seguir detrás de la máscara que ha creado para protegerse.
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Capitulo 3: Rostros En La Sombra
Los días siguientes fueron un torbellino de trabajo para Elena. Se sumergió en el proyecto de expansión internacional, dedicando largas horas a revisar documentos y asistir a reuniones con Alejandro y otros ejecutivos. Cada encuentro con Alejandro era una mezcla de tensión y fascinación; su presencia la afectaba más de lo que quería admitir.
Una tarde, mientras Elena revisaba unos contratos en su oficina, recibió una llamada de un número desconocido. Al contestar, una voz masculina y grave le habló en un tono que la hizo estremecerse.
—Clara Gómez, o debería decir Elena Martínez —dijo la voz—. Sabemos quién eres y qué estás haciendo.
Elena sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies. Intentó mantener la calma mientras respondía.
—No sé de qué estás hablando —dijo, tratando de sonar firme.
—No juegues con nosotros, Elena. Tenemos ojos en todas partes. Deja de husmear en asuntos que no te conciernen o habrá consecuencias.
La llamada se cortó abruptamente, dejándola con el corazón acelerado y la mente en un torbellino. Sabía que su verdadera identidad había sido descubierta por alguien, pero ¿quién? Y lo más importante, ¿cómo?
Decidida a no dejarse intimidar, Elena guardó sus cosas y salió de la oficina. Necesitaba respuestas y un plan para protegerse. Decidió visitar a Javier, un viejo amigo y hacker experto que había sido su aliado en varias ocasiones.
Al llegar al modesto apartamento de Javier, lo encontró frente a varias pantallas de computadora, trabajando en algún proyecto clandestino. Al verla, Javier levantó la vista y esbozó una sonrisa.
—Elena, siempre un placer verte. ¿En qué lío te has metido esta vez?
Elena le explicó la llamada y sus sospechas sobre la conexión entre Alejandro y la empresa extranjera. Javier asintió, pensativo.
—Déjame ver qué puedo encontrar —dijo, comenzando a teclear furiosamente.
Mientras Javier trabajaba, Elena no pudo evitar sentirse vulnerable. Estaba rodeada de sombras, rostros invisibles que la vigilaban y conocían sus secretos. Sabía que el tiempo se agotaba y debía moverse con rapidez.
Después de una hora, Javier se giró hacia ella con una expresión grave.
—Tienes razón en preocuparte, Elena. La empresa con la que Alejandro está tratando tiene vínculos con una red de tráfico de información y otros negocios turbios. Y parece que alguien dentro de Montenegro Enterprises está filtrando información sobre ti. Están más cerca de lo que pensabas.
Elena asintió, agradecida por la ayuda de Javier. Sabía que debía proceder con extrema cautela. Al salir del apartamento de Javier, se dirigió a su propio hogar con la mente llena de planes y precauciones.
Esa noche, mientras se preparaba para dormir, recibió un mensaje en su teléfono. Era una foto de ella, tomada sin que se diera cuenta, acompañada de un mensaje que decía: "Estamos observándote."
Elena apagó su teléfono y se tumbó en la cama, tratando de calmarse. Sabía que los rostros en las sombras estaban cada vez más cerca. Pero también sabía que no se detendría. El peligro solo fortalecía su determinación de descubrir la verdad y protegerse a sí misma y a los que amaba.
El misterio se volvía más oscuro y los enemigos más cercanos, pero Elena estaba preparada para enfrentarlos, sin importar el costo.
Elena pasó la noche en vela, con cada sonido de la ciudad amplificando sus miedos. Se levantó al amanecer, sabiendo que no podía permitirse el lujo de la parálisis. Se dirigió a la oficina con renovada determinación, consciente de que cada paso que daba era crucial.
A medida que el día avanzaba, Elena notó que algunos compañeros la observaban con curiosidad. La sensación de estar constantemente vigilada se intensificó, pero no dejó que eso la desviara de su objetivo. Mientras revisaba unos documentos en su oficina, Laura apareció en la puerta.
—Alejandro quiere verte en su despacho —anunció Laura con una sonrisa profesional—. Es urgente.
Elena asintió, tratando de mantener la calma. Caminó por el pasillo hasta la oficina de Alejandro, sintiendo la mirada de Laura en su espalda. Al entrar, Alejandro estaba de pie junto a la ventana, mirando la ciudad. Se giró al escucharla entrar.
—Siéntate, Clara —dijo, señalando la silla frente a su escritorio.
Elena obedeció, intentando interpretar su expresión. Había una tensión en el aire que la inquietaba.
—Hemos tenido algunos problemas con la seguridad de la información —comenzó Alejandro, cruzando los brazos—. Parece que alguien ha estado intentando acceder a documentos confidenciales sin autorización. Quiero asegurarme de que todos en mi equipo estén completamente comprometidos con la discreción y la lealtad.
Elena sintió un nudo en el estómago. Sabía que estaba caminando sobre una cuerda floja.
—Entiendo, señor Montenegro —respondió—. Haré todo lo posible para asegurarme de que nuestra información esté protegida.
Alejandro la observó por un momento, sus ojos oscuros pareciendo buscar algún indicio de traición en los suyos.
—Espero eso, Clara. Nuestra expansión depende de la integridad de nuestro equipo.
Al salir de la oficina de Alejandro, Elena sintió que la presión aumentaba. Debía ser más cautelosa que nunca. Volvió a su escritorio y continuó con su trabajo, pero sus pensamientos estaban en constante alerta.
Esa tarde, mientras revisaba unos correos electrónicos, encontró un mensaje cifrado. Utilizó una de las herramientas que Javier le había proporcionado para descifrarlo. El mensaje era breve pero claro: "Reunión esta noche en el almacén de la calle 42. 10 p.m."
Elena sabía que esta era una oportunidad para obtener más información, pero también un gran riesgo. Decidió acudir, preparada para cualquier eventualidad. Pasó el resto del día trabajando y planificando su salida.
A las 9:30 p.m., se dirigió al almacén, un lugar abandonado en una parte menos transitada de la ciudad. Al llegar, se escondió en las sombras, observando a los que llegaban. Vio a varios hombres de aspecto duro y finalmente, a un hombre que reconoció: uno de los ejecutivos de Montenegro Enterprises.
El ejecutivo habló con los hombres, entregándoles un sobre grueso. Elena no podía escuchar lo que decían, pero tomó fotos con su teléfono, asegurándose de capturar cada detalle. Sabía que esto era crucial.
De repente, uno de los hombres miró en su dirección, y Elena se dio cuenta de que la habían visto. Intentó alejarse sin levantar sospechas, pero su corazón latía con fuerza. Sabía que debía salir de allí antes de que la atraparan.
Al llegar a su apartamento, Elena envió las fotos a Javier, pidiéndole que investigara a los hombres en las imágenes. Sabía que estaba jugando con fuego, pero también que estaba más cerca de descubrir la verdad.
Los rostros en las sombras eran cada vez más claros, y Elena estaba determinada a desenmascararlos. Sabía que el peligro aumentaba, pero su deseo de justicia y verdad la impulsaba a seguir adelante, sin importar el costo.