Renace con una nueva oportunidad para ser feliz, amando a los caballos como en cada vida...
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
19) La noche inolvidable de la marquesa
20) Ni villana, ni santa
21) Salvando a mi Ernesto
22) Cartas para una princesa
23) Ya te olvidé
24) Dulce Prisión
25)Secretos de una poción
26) La venganza de Leia
27) Recuerdos de mi futuro
28) Una esposa para el príncipe maldito
29) Una madrastra reencarnada
** Todas novelas independ
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Carruaje 1
A la mañana siguiente, el ducado estaba lleno de movimiento.
Servidumbre entrando y saliendo, risas en los pasillos, flores siendo llevadas al salón principal… todo porque esa noche habria una fiesta en el pueblo cercano, una celebración anual a la que la familia Huxley siempre asistia.
El Principe escuchó el comentario al pasar, mientras un par de doncellas hablaban emocionadas sobre los vestidos de Astrid.
Fiesta.
Astrid ira.
Una chispa instantanea se encendió dentro de él..
No preguntó mas.
No pidió explicación.
Solo fue directo a Antony.
Lo encontró en la biblioteca, revisando unos documentos.
Principe: Antony. Esta noche acompañaré a tu familia a la fiesta.
Antony levantó la cabeza tan rapido que casi se le cae el libro.
Antony: ¿Que? ¿Usted? Principe, con todo respeto… usted odia las fiestas.
El Principe no pestañeó.
Principe: Voy.
Antony parpadeó, completamente desconcertado.
Antony: Pero… ¿por qué? Nunca acepta invitaciones sociales. ¡Las evita todas!
El Principe no respondió a la pregunta porque la verdadera razón no podia decirla.
[Porque Astrid estara alli.. Porque no voy a dejarla sola en un lugar lleno de hombres que la miraran.]
Asi que solo dijo con su voz tranquila y fria..
Principe: Considero apropiado asistir.
Antony lo miró con sospecha, pero no insistió.
Estaba demasiado sorprendido para entender el trasfondo.
Mas tarde, en los pasillos del ducado, el Principe bajaba las escaleras cuando Astrid apareció, toda energia y luz como siempre, ajustando unos listones de su vestido de dia.
Al verlo, la sonrisa le salió natural, facil.
Astrid: ¡Principe! Me dijeron que ira a la fiesta esta noche. ¡Qué bueno! Me alegra que venga con nosotros.
El Principe se detuvo.
Esa frase.
[Me alegra que venga.]
Él sintió que algo calido.. demasiado calido para su naturaleza.. le recorria el pecho.
Tuvo que inhalar hondo para no dejar que su magia reaccionara.
Principe: ¿Te… alegra?
Astrid rio suavemente, como si hablara con un hermano mayor, como siempre lo hacia.
Astrid: Claro. Siempre es bueno tener a alguien tan… responsable cerca.. Gracias por acompañarnos.. Con usted, todo se siente mas seguro.
El Principe se quedó completamente inmóvil.
Responsable.
Seguro.
Un apoyo.
Un hermano mayor.
La palabra no la dijo, pero él la escuchó igual detras de su tono amable.
Y eso lo atravesó como una hoja afilada.
Por dentro, algo gruñó.
Algo oscuro y profundamente celoso.
Pero logró contenerse.
Logró mantener el rostro neutral.
Principe: Iré… porque es necesario.
Astrid asintió sin sospechar absolutamente nada.
Astrid: Perfecto. Entonces lo veré mas tarde. Estoy segura de que se divertira, aunque no lo admita.
Se alejó con su paso ligero, saludando a un sirviente, riendo con una doncella que la perseguia con un pañuelo, moviendo su trenza roja como si fuera una llamarada viva.
El Principe la siguió con la mirada, los ojos grises encendidos de una decisión silenciosa..
[Si va a sonreir en esa fiesta… si va a brillar… yo estaré ahi. No la dejare sola ni un segundo.]
Antony pasó a su lado y lo vió con el ceño fruncido.
Antony: Principe… ¿seguro que esta bien?
El Principe no lo miró.
No podia apartar los ojos de Astrid.
Principe: Perfectamente.
Pero dentro de él, esa palabra se retorcia.. Astrid todavia lo veia como un hermano mayor.
Y él… él ya no tenia intención alguna de dejar que eso continuara.. No por mucho tiempo.
La tarde cayó, y la mansión se llenó de luces suaves, perfumes florales y el sonido lejano de carruajes acercandose.
El Principe estaba en el vestibulo, con las manos detras de la espalda, completamente inmóvil. Vestia su uniforme formal, azul oscuro con detalles plateados, impecable como siempre.
Pero su mente… no.
Su mente era una tormenta.
Porque en cuanto Astrid bajó las escaleras, el mundo entero se redujo a ella.
Astrid, con un vestido celeste suave que seguia sus movimientos como agua.
Su cabello rojo suelto, cayendo como llamas sobre sus hombros.
Y un escote discreto… demasiado discreto para ella, pero demasiado revelador para él.
El Principe sintió un golpe seco en el pecho.
Ella avanzó sonriendo, saludando a los sirvientes, agradeciendo a la modista, girando un poco para que su padre la viera mejor.
Y cada vez que se movia, el vestido brillaba.
Cada vez que respiraba, el escote se insinuaba.
Cada vez que reia, el Principe sentia un impulso de tomarla de la muñeca y alejarla de todos.
[Ese vestido… y todos van a mirarla… Todos]
Su magia reaccionó antes que él.
Un latido azul cruzó la punta de sus dedos, invisible para la mayoria.
Astrid lo vio y sonrió con naturalidad.
Astrid: Principe, ¿le gusta mi vestido? Lo eligió la modista. Yo solo le pedi que fuera sencillo.
[Sencillo.]
El Principe casi perdió la compostura.
Era hermosa.
Excesivamente hermosa.
Dolorosamente hermosa.
Y otros la verian.
Antony apareció, revisando unos papeles.
Antony: Astrid, el carruaje esta listo. Iremos todos juntos..
La magia azul serpenteó en el aire, tan sutil que solo un ojo entrenado la veria.
Astrid no se dio cuenta. Antony tampoco.
El cochero, afuera, se asustó de repente cuando una de las ruedas del carruaje se atascó misteriosamente entre las piedras.
Los caballos se inquietaron sin motivo.
Y una neblina helada descendió sobre el camino, inutilizando la salida.
Los sirvientes entraron corriendo.
Sirviente: ¡Duque! ¡El primer carruaje esta atascado y la rueda rota! No podremos usarlo.
Astrid abrió los ojos sorprendida.
Astrid: ¡que! ¡recien estaba bueno!
El Principe se volvió lentamente hacia el duque Huxley, con expresión impecable.
Principe: Casualidades. Podemos usar el carruaje pequeño.
El duque asintió.
Duque Huxley: Bien. Astrid ira con alguien mas, para no ir sola..
Principe: bien.. vamos..
Astrid sonrió, sin entender el trasfondo oscuro detras de esas palabras.
Astrid: Bueno, asi podremos llegar mas rapido. ¡Sera divertido, Principe!
Él la observó mientras subia al carruaje pequeño.
El vestido.
La piel expuesta.
El cabello suelto.
Todo eso solo para que otros la vieran en una fiesta.
Un fuego posesivo le recorrió el cuerpo.
Los caballos empezaban a avanzar, llevandolos a la fiesta.
Juntos.
Y solos.
Justo como él queria.