Burn Notice

El bosque se extiende silencioso bajo la luz del mediodía, los rayos del sol filtrándose entre las copas de los árboles mientras Emma y Ana avanzan con sus sacos de dormir al hombro. Emma, notando la expresión triste y preocupada de Ana a su lado, reduce el paso y le pregunta con suavidad:

—¿Qué pasa, Ana?

Ana baja la mirada por un momento, sus pasos vacilando mientras lucha con sus pensamientos.

—Por un momento me había olvidado de mi hermano León —dice, su voz temblorosa—. Espero que esté bien.

Emma la observa con empatía y responde con un tono reconfortante:

—Seguro que está bien con los rebeldes.

Su confianza intenta aliviar la carga de Ana. Ana levanta la vista, sus ojos brillando con una mezcla de miedo y esperanza.

—Sabes, mi hermano es tímido, tiene miedo —murmura, su voz quebrándose ligeramente—. No sabe pelear, pero también es una persona leal. Lo único que me queda de mi familia es una persona simplemente buena que daría todo para ayudar a los demás.

Sus palabras llevan un peso profundo, reflejando su amor y preocupación por León, mientras siguen caminando, el bosque absorbiendo el eco de su confesión. Emma asiente, colocando una mano en el hombro de Ana en un gesto de apoyo.

—Lo encontraremos —promete, su voz firme mientras continúan su camino hacia la base rebelde.

El aire frente a la puerta de la base rebelde está cargado de tensión mientras el Capitán, con su máscara oscura y su mirada fija, espera la respuesta de Joel desde la torre de vigilancia. Joel, erguido a pesar del dolor en su brazo, sostiene el tubo con fuerza y lo mira directamente a los ojos. Por un momento, su mirada vacila, y gira la cabeza para mirar atrás. Ve a León con su arco listo, Mark con el hacha en mano, Robb temblando, pero firme con su cuchillo, y Zoé, Liam y Edward alineados detrás, una muralla de apoyo silenciosa. Respira hondo, vuelve a encarar al Capitán y dice con voz seria:

—Mi nombre es Joel.

El Capitán, tras un instante de silencio, deja escapar una sonrisa fría que se curva bajo su máscara.

—Bien, ahora tienes nombre —responde, su tono cargado de un sarcasmo amenazante.

Da un paso adelante, sus Cuervos tensándose a su alrededor, mientras la brisa agita las banderas negras que rodean la base. Su mirada no se aparta de Joel, como evaluando al joven que osa enfrentarlo, el primer movimiento de un juego que apenas comienza.

El Capitán permanece frente a la puerta de la base rebelde, mientras los Cuervos armados se mantienen en formación a su alrededor. Mira hacia Joel en la torre de vigilancia y habla con una voz calma pero cargada de autoridad:

—Bueno, Joel, ¿por qué no se rinden tú y los rebeldes? Todo terminaría en paz. Les prometo que no pasará nada a los inocentes, mujeres y niños. A los soldados les daremos juicios; si son inocentes, no les pasará nada.

Joel, desde lo alto, aprieta el tubo en su mano, su rostro endureciéndose mientras procesa las palabras. Mira hacia abajo, donde León, Mark, Robb, Zoe, Liam y Edward lo observan con atención. Con un nudo en la garganta, alza la voz y pregunta, su tono desafiante:

—¿Y si no son cualquiera?

Su mirada se clava en el Capitán, buscando una respuesta que revele sus intenciones. El Capitán suelta una risa baja, casi imperceptible, y responde con frialdad:

—Tendrían un pequeño castigo.

Su sonrisa bajo la máscara sugiere que "pequeño" es un eufemismo, y el aire se llena de una tensión aún mayor mientras los rebeldes intercambian miradas, evaluando la oferta y la amenaza implícita.

La tensión en la base rebelde alcanza su pico mientras Joel, tras un momento de reflexión, decide bajar del muro de vigilancia. Con determinación en los ojos, sale frente a la puerta, enfrentándose a la mirada de todos sus amigos.

—Voy a hablar cara a cara —anuncia, su voz temblorosa pero firme.

Mark, con el hacha en mano, frunce el ceño y da un paso adelante.

—No vas a salir solo —dice, uniéndose a él.

Robb, nervioso pero leal, se coloca al otro lado de Joel, su cuchillo temblando ligeramente en su agarre. Joel se para frente al Capitán, flanqueado por Mark a su izquierda y Robb a su derecha, los Cuervos observándolos en silencio. Con el corazón latiéndole fuerte y un nudo de miedo en la garganta, Joel respira hondo y dice:

—No quiero pelear.

Su voz tiembla, pero hay sinceridad en ella. El Capitán, con una sonrisa fría bajo su máscara, inclina la cabeza.

—Me parece perfecto, es lo mejor —responde, su tono casi burlón, esperando que Joel ceda.

Joel respira de nuevo, buscando una respuesta, y mira a su alrededor: los rebeldes en la puerta, los Cuervos armados, la gente del pueblo entre la multitud.

—Pero no nos rendiremos —dice finalmente, su voz ganando fuerza—. No, pero tampoco quiero lastimar a los Cuervos o a la gente que queda en el pueblo de Grayskull.

El Capitán lo mira, su expresión endureciéndose, la ira brillando en sus ojos.

—¿si así lo quieres? —gruñe—. No me dejas opción.

Joel lo encara, su miedo dando paso a una resolución desesperada.

—Porque somos humanos, todos podemos vivir en paz —el enemigo son los caminantes declara, su mirada firme a pesar del temblor en su cuerpo.

El Capitán lo observa en silencio por un momento, luego responde con voz grave y cortante:

—El mundo no es de rosas, ni ahora ni antes.

Su mano se posa en el mango de su hacha, el aire cargado de una amenaza inminente mientras los Cuervos se tensan a su alrededor.

El aire frente a la puerta de la base rebelde está cargado de tensión mientras Joel, Mark y Robb enfrentan al Capitán, las palabras de paz de Joel aún resonando. De pronto, la puerta se abre con un chirrido, y Zoe sale con pasos decididos, su katana envainada pero su postura firme.

—como Líder de los rebeldes —dice, su voz clara y autoritaria, mirando directamente al Capitán—. Lo último que quiero es que sufra la gente del pueblo y de la base.

El Capitán gira hacia ella, su máscara ocultando sus emociones, pero sus ojos brillan con interés. La observa en silencio por un momento antes de responder, su tono calculador:

—Ven con nosotros. Así nos aseguramos un acuerdo de paz. Los rebeldes verán que la líder eligió la paz y se entregó. ¿Qué dices?

Su sonrisa fría sugiere una trampa, pero también una oportunidad, mientras los Cuervos a su alrededor permanecen inmóviles, esperando su decisión. Joel, Mark y Robb se tensan, mirando a Zoe con una mezcla de asombro y preocupación. Los rebeldes en la puerta murmuran, y el peso de la propuesta cae sobre el grupo. Zoe mantiene la mirada fija en el Capitán, su mente trabajando a toda velocidad mientras evalúa las implicaciones de su respuesta.

Nota 20

Escribo esto con las manos temblando de rabia. Vi a Zoe caer, entregándose al Capitán, y no pude hacer nada. Ana... ¿dónde está? Siento que los he perdido a todos, y la culpa me quema el pecho. ¿Por qué no los protegí? Golpeé el suelo hasta que mis nudillos sangraron, pero el dolor no se desvanece. Estoy furioso conmigo mismo, con este mundo roto que nos arrastra al abismo. ¿Qué sentido tiene seguir si no puedo salvarlos?