Ivette Mora es una madre de dos hijos que prefiere pasar su vida sola, el maltrato y desamor que sufrió con el padre de sus hijos dejó huellas en lo más profundo de su ser, en una jugada del destino se cruza con Gustavo Martínez y viven una historia de amor plena. Pero un error hará perder la confianza, allí empezará la difícil tarea de reconquistar a su amor o dejar que todo se pierda.
Una historia de amores y desencuentros.
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La charla de Ivette y sus hijos
El trato que tenían entre ellos era excelente, nunca discutían, contaban sus cosas y escuchaban con madurez, cada día Ivette esperaba por las tardes a Gustavo, le preparaba algo de comer para compartir, junto a sus hijos cenaban y luego veían alguna película o noticias, la idea era compartir.
—¿Cuándo tienes tus vacaciones?
—En el mes de enero o febrero, la verdad debo pedir con tiempo.
—Me gustaría que viajemos juntos ¿Qué opinas? — preguntó Gustavo.
—Pasa que yo no dejo a mis hijos solos.
—Lo sé, estoy proponiendo que viajemos juntos, tal vez una semana.
Ivette se quedó pensando, a decir verdad el verano anterior estaba enferma y no vacacionaron, y el tratamiento le había hecho gastar mucho dinero, ella no quería ser una carga para él. — Pienso que debo sacar unas cuentas y también hablar con ellos— Respondió con sentimientos encontrados.
—Yo te dejo la propuesta sobre la mesa lo piensas y me lo dices — Se sintió un poco frustrado, pensó que ella le daría mucha alegría, sin embargo, no mostró mucho entusiasmo.
Ese día cenaron y luego se sentaron en el sofá, Gustavo seguía sintiendo la frustración, ella pudo percibir algo extraño en él, le preguntó — Amor ¿te pasa algo?
Gustavo no respondió, tampoco quería hablar de su frustración. Ella lo abrazó él sintió su cariño y se ablandó su corazón.
—Amor, pensé que te gustaría salir conmigo en las vacaciones, pero parece que no.
Ella entendió su sentir — mi amor, perdón si te hice sentir mal, me encantaría salir contigo, solo que no quiero molestarte.
—¿Y por qué me molestarías? Yo te estoy ofreciendo salir juntos.
—Si amor, pero salir de vacaciones implica un gasto que debo ver si puedo hacerlo, también debo hablar con mis hijos por si están cómodos o no.
Su frustración se calmó — Entiendo lo que dices, pero con el dinero nos acomodamos y habla con tus hijos.
— Si amor, si bien hasta el momento se llevan bien contigo y comparten sin problemas, una cosa es el momento cada día y otra es compartir un par de días completo.
—así es, yo le pregunté a mi hija si vacacionabamos juntos y me dijo que este año se iría con sus suegros.
—¿Y tu hijo? Preguntó Ivette.
— Él comenzó hace poquito en su trabajo, no tendrá vacaciones aún.
Las cosas volvieron a estar tranquilas y sin incomodidad como siempre entre ellos, era una pareja que sabía resolver sus diferencias, se parecían mucho en su tranquilidad, Ivette siempre irradiaba paz a su alrededor, por eso sus hijos eran muy tranquilos, respetuosos y maduros para su edad. Gustavo se sentía en paz con ellos, habían podido relacionarse y aceptarse muy bien.
Al día siguiente Ivette le preguntó a sus hijos que le parecía si salían juntos de vacaciones con Gustavo, le dijo, el quiere llevarnos a un lugar que dice que es hermoso y nosotros no conocemos,
El hijo le respondió — Mamita ¿está segura que es buena idea?
Su hija le respondió de inmediato — a mí me gustaría.
—¿De verdad nena? — Preguntó el hermano mayor.
—Si, Gustavo ha sido bueno con nosotros, se ve buena persona y hace feliz a mamá y a nosotros también nos regalonea. ¿Por qué diría que no?
— Es que siempre hemos salido solo los tres, aun así tienes razón, tal vez sea bueno cambiar lo que siempre hemos sido.
Ivette escuchaba en silencio su conversación, se sentía contenta de que pudieran razonar entre ellos, así no eran sus dichos los que impusieran algo.
—Hermano, nosotros nunca tuvimos a nadie más que mamá que pensara en nosotros, ahora hay alguien que nos ofrece lo que puede con mucho cariño. Por eso a mi si me gustaría salir juntos, como si fuéramos familia.
A Ivette se le hundió el pecho al oír esto. Ella nunca pensó que su hija sintiera esa ausencia paterna y que esto poco que brindaba Gustavo tuviera tanto significado para ella.
Su hijo entendió las razones. Y aunque no se sentía tan cercano a Gustavo empezaba a sentir que era una buena persona que había ganado el corazón de su mamá.