Casada Con Un Desconocido

Casada 19

Casada con un Desconocido.

Capitulo 19 : Ella se fue.

Elsa ISASA .

– Lo siento. No pueden quedarse aquí. Los acompañaré al hotel de Lago Azul y allí hablaremos.. Alejo nos llevará -

– ¿Por qué no podemos pernoctar aquí y vamos todos mañana?--

– He hablado con mis padres amor mío. Tienen contactos en Estados Unidos. No tendrás problema alguno si necesitas viajar allí. – repetía Mariano.

– No soy tu amor. Ya te he explicado esa situación Mariano. - dijo firme María Cristina– y no pueden quedarse en esta casa. No son bienvenidos.Molestaron a Lucas con mentiras…

– ¿Quién es Lucas? Solo dijimos la verdad. Vinimos por ti y no nos iremos sin ti. -

– Alejo. Recoge las maletas de los señores. Nos vamos al pueblo. ¡Ya !mismo–dijo Cris.

Lucas tenía los ojos llenos de lágrimas.

– Arreglaré esto y volveré. Se los prometo. - dijo Cristina besando al pequeño y acariciando su cabello con amor.-- ¿Cómo pudiste dudar de mi Fernando?- agregó.mirando a su esposo con dolor.

Ante el asombro de Alejo y Matilda, aun con rezongos y murmullos, todos terminaron saliendo por la puerta con Cristina hacia el carro.

Fernando se tiró en un sillón abrazado a su hijo.

Ella, la mujer que amaba con pasión, para su desgracia, no se había despedido de él. No lo había abrazado ni besado. Tenía en su mente sus ojos con esa profunda mirada triste de reproche. Y verla partir con ese hombre le nublaba la visión.

Ese tal Mariano era un citadino elegante y bien mozo. Rico y sin dudas enamorado de su mujer. Sabía que en el pueblo pequeño correrían rumores varios días por esta comitiva.

En el auto Roque Alcántara, molesto, refunfuñaba.

– ¡No entiendo qué diablos te pasa Maria Cristina.! Te hemos dicho que arreglamos toda la situación. Te vienes con nosotros o me haré cargo de la empresa de mi padre. Te recuerdo el testamento de tu abuelo. Si no tomas tu el mando, en segundo lugar estoy yo. –

– No he dejado la empresa ni la dejaré. Hablaremos en el hotel. No aquí en el carro papá. –

– ¿Adónde nos llevas hija? ¿Cuántas estrellas tiene ese hotel? Estamos desfallecientes. Apenas Ayer llegamos de Francia. – decía la inconsciente de su madre.

– Me importa poco si tiene alguna estrella. Han venido por su gusto y allí quedarán.-- replicó Cristina.

Las luces del hospedaje rústico titilaban en la noche helada que se avecinaba.

Asombrados pero urgidos por el frío los padres de María Cristina se bajaron y entraron.

– Señora Espinosa. ¿La espero?-

– No Alejo. Puedes marcharte. Me quedaré aquí. Tenemos mucho de que hablar con mis padres. - respondió.

En la casona de Lago Azul la noche llegó también con mucho frío y tristeza.

Lucas había dejado de llorar pero

no quería cenar. Ni siquiera había querido revisar las cajas de regalos que Cristina los había traído de Mar del Plata.

Todos miraron la puerta con esperanza cuando Alejo llegó.

Apenas había avanzado unos pasos su teléfono sonó.

– Sí Señora. Acabo de llegar. ¿Cómo dice? ¿Viajará con sus padres a la capital?...Está bien. Les avisaré. -

Dijo ante el asombro de todos. Luego le pasó el teléfono a su jefe.

– La Señora quiere hablar con usted- dijo serio.

–¿ Tienes algo que decirme Fernando?- escuchó la voz de su mujer mientras ardía de rabia contenida.

– ¿Algo que decirte?¡No tengo nada que decirte si piensas irte! - replicó–. Tu.. tú…

Pit.. pit…

Ella le había cortado la comunicación.

Tiró con rabia el celular de Alejo al suelo y este asustado lo recogió otra vez.

Entonces el celular volvió a sonar.

–¿ Si? Está bien Señora..Lucas. La Señora Cristina quiere hablar contigo. Dice que es privado.

Lucas se levantó rápido. Cogió el celular y retirándose comenzó a hablar con Cristina.

Fernando a pesar de su intriga no se acercó a su hijo.

¿Sería capaz ella de despedirse de una criatura por teléfono? Seguro dejaría llorando a su hijo.

Pero su sorpresa fue mayúscula cuando el jovencito vino en busca de sus regalos como nada. Parecía incluso feliz.

– ¿Vendrá mañana verdad? –

– Lo dudo. Tiene que hacer tramites en Buenos Aires.

– ¿Trámites? ¿Qué trámites? –

– Lo siento papá. Mi mamá me pidió guardar el secreto. Y me dijo que si quieres volver a hablar con ella debes disculparte. – dijo el niño marchando a su habitación con la caja de libros.

– Alejo. ¿Qué te dijo a ti?

– Lo mismo Señor. Que viajaba con sus padres y ese Señor Mariano a Buenos Aires. Por lo que escuché en el camino, su padre, quiere sacarle la dirección de la empresa. - dijo el chófer un poco desubicado por la pregunta.

La mente de Fernando estaba en ese hombre y ella en el hotel esa noche. ¿Acaso ella no le había prometido ser su mujer para siempre?. ¿Y apenas vió a ese hombre decidió marcharse por dónde una vez vino ?

Fue a la recamara de Cristina y allí estaban sus ropas, sus zapatos y sus carteras.

Ella se fue a la gran ciudad. A su vida anterior. A su empresa. Era el mundo que Cristina amaba.

Tirando en la cama de su mujer con el aroma de su pijama de dormir, recordaba cada momento vivido en ese pequeño espacio de tiempo en que se dijeron que se amaban. Que sería para siempre. Que no habría divorcio.

Fue un tiempo muy breve.

Ella entre todas. Una mujer que él no la había elegido. La eligieron dos delincuentes sociales como la cruel broma del destino. Esa mujer era ahora su mujer. Y se había marchado.

Tomó el teléfono como si le quemara.

– Que haces. ¿Ya estás acostada? –

– Si.

– Te extraño.

– También yo. ¿Tienes algo que decirme?

– ¿Por qué me abandonas?. Que importa la empresa. Lo mío es tuyo..

– Pit..pit.

Ella le había cortado otra vez.

La noche se hace muy larga para los seres humanos que cargan el dolor de los celos y el peso de historias rotas. La inseguridad es un veneno muy doloroso. Es agrio y dañino.El lo sabía bien. Antes sufrió por su hijo. Ahora sufría por él.