ELUCIBETH, NO NACE MUDA TODO ES PRODUCTO DEL ACCIONAR INHUMANO DE SU MADRASTRA.
LA VENDE COMO YEGUA DE CRÍA A UNA FAMILIA PODEROSA.
ELUCIBETH TIEMBLA DE MIEDO, EL HOMBRE DESTINADO ES UN HOMBRE CRUEL Y SIN CORAZÓN.
JAMÁS IMAGINÓ QUE EL MISMO HOMBRE LA HARÍA SENTIRSE VALIOSA Y AMADA
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Capitulo 21. Que escondes pequeña?.
Dió la vuelta a la pequeña hoja que claramente parecía estar arrancado de su raíz con fiereza, al hacerlo se encontró con una pequeña fotografía pegada en la parte superior junto a una caligrafía impecable llenando la hoja.
Al ver el rostro del chiquillo sonriente, reposando el brazo en el cuello de la hermosa rubia, su ceño fruncido se profundizó aún mas.
"Jhonny" Masculló.
Sus ojos se movieron mas abajo y empezó a devorar la lectura.
Querido corazón roto:
Sé que cada grieta que tienes parece incurable; el silencio y la ceguera involuntaria traen consigo sus consecuencias. También sé que guardas los recuerdos en cada uno de tus huecos, pero es mi deber recordarte que los engaños, las mentiras y las falsas promesas fueron los causantes.
Te veo cansado, tienes sueño y constantemente sientes frío por culpa de aquellos orificios, pero debes de entender que a esos pedacitos, se los han llevado. Ya no son tuyos, no hay forma de tenerlos de vuelta y, aunque regresaran, simplemente ya no te pertenecen, ya no te quedan.
Sé que te duele, sé que no puedes ni quieres levantarte. Lo único que puedo prometer es: Mantener a salvo los pedazos que te quedan y protegerlos para que nadie vuelva a lastimarte. Sólo espero que un futuro, llegue alguien y restaure esas piezas rotas, si es que todavía pueden repararse.
Atte. Tu dolida guardiana. Elucibeth.
Por primera vez, el hombre de piedra se conmovió... Las palabras de Elucibeth tocaron la fibra más sensible de su ser, que había permanecido inactivo desde el día que nació.
'¿Qué pasó entre Jhonny y la chiquilla?'. Su curiosidad aumentó.
'¿Que le hizo ese animal?'.
Su semblante se turbó y sintió rabia.
Cogió su teléfono y llamó a Dreshel.
"Organiza a tus hombres. También me urge que encuentren a Nancy Meza. Rancho de los Grields, lado Oeste"
Ni bien colgó, entró una llamada. Era Julio Iglesias, del área de finanzas.
"Ya te envié todos los archivos a tu correo, mi estimado amigo. Revísalo urgente."
"Ok".
Después de un ligero desayuno, se encerró en su despacho. Su mente se ocupó en el trabajo hasta que empezó a oscurecer. Se dió un respiro y se estiró con pereza.
Cuándo vió la carta sentida de la muchacha, junto a la fotografía de su estúpido sobrino apretó los dientes.
Cogió la fotografía de la mesa de caoba, frunció el cejo y llamó a alguien.
Ya que todos sus guardaespaldas estaban fuera, y no había noticias todavía, no le quedó de otra que volver a prescindir de la ayuda del jardinero, para que empuje su silla de ruedas.
Cuando ya se encontró en el tercer nivel despidió a Tomas y se quedó en el pasillo.
Con decisión, empezó a avanzar hasta llegar a la última habitación, que era la de Elucibeth.
Encontró la puerta entrecerrada y decidió empujar suavemente.
La puerta se abrió y desde el marco vió a Elucibeth de espaldas, prácticamente desnuda, luchando por abrocharse el sujetador.
Tenía el cabello húmedo, envuelto en una toalla blanca, acababa de ducharse.
Su cuerpo esbelto era tentador: Unas curvas de infarto, sus piernas largas y sedosas, un trasero generoso sin nada que la opacara...El cuerpo del hombre empezó a arder en ese instante.
Pero lo que mas lo impactó, fue las grandes marcas en su blanca espalda.
La ira del hombre fue emergiendo como brazas desde su interior.
"¡Maldito Jhonny voy a matarte!" Gruñó en voz alta, suponiendo que ese perro la habría azotado como un animal.
Elucibeth cómo una asustada conejita se giró como una tuerca. Al ver el rostro ensombrecido del hombre ahogó una exclamación y se puso mas roja que la grana. Cogió la toalla y se cubrió al instante.
'¿Que le sucede a este hombre? ¿Quién le da el derecho para atreverse a irrumpir de esa manera en mi habitación?' Fué lo primero que vino a su mente, haciéndola enojar
Con las manos temblorosas cogió su pizarrón electrónico y escribió más rápido que de costumbre.
*¿¡Estas loco!?. Fuera de mi habitación".
Con los cachetes sonrosados, Elucibeth retrocedió instintivamente, hasta que quedó pegada en el armario.
Bryan se acercó para leer el contenido pero se hizo de la vista gorda.
"¿Quién te hizo eso?.La marca en tu espalda ¡Fué Jhonny! ¡Dime! ." Exigió el hombre.
Con el enojo plasmado en su rostro, arrojó el pedazo de papel al piso.
Elucibeth al ver el contenido, enfureció.
'¡¿Que derecho tiene este hombre para husmear en mis cosas?!.
Los ojos del hombre ardieron en llamas y ajustó los dientes por la furia, al pensar en las cosas crueles que le hizo el psicópata. "Es un maldito enfermo"
*Vete por favor* Insistió la muchacha, sintiendo que el hombre iba a estallar en cualquier momento, y no tenía interés en ser una espectadora.
"No me voy a ir hasta que me digas que te hizo el imbécil".
Elucibeth se mordió el labio. Era en vano pedirle al hombre que se marche, era mas terco que una mula.
*Jhonny no me lastimó físicamente, pero si de otra forma* Respondió al fin.
"¡Maldito imbécil! Pero igual te lastimó."
Más calmada, Elucibeth solo pudo sentir vergüenza, mucha vergüenza, por tener al hombre demasiado cerca.
Su enojo se había disipado cómo humo y en lo único que pudo pensar aquel instante fue que la toalla no se desplazara. Estaba casi desnuda, la pequeña toalla apenas la cubría.
Bryan se dió cuenta de la actitud incómoda de la joven. Se mordía el labio y miraba en diversas direcciones, mientras sus pies se frotaban entre si.
"No deberías avergonzarte. Tu ya miraste, e incluso tocaste cada parte de mi cuerpo y creo que no tiene nada de malo en que yo haya visto algo"
El comentario provocó que Elucibeth plantara el rostro en el hombre y abriera los ojos de par en par. ¿Cómo sabia eso?. ¿A caso alguien la vió mientras le daba masajes con el cuerpo sólo en calzoncillos?.
Tragó saliva, escribió rápido y luego alzó la cabeza, con aires de inocencia.
*Sólo fueron unos masajes, y con buenas intenciones. Mas bien deberías de agradecerme. Se podría decir que contribuí a tu curación*.
El hombre sonrió al ver el rostro extremadamente sonrosado de la jovencita. Se veía tan hermosa, sus labios carnosos y rosados estaban curvados para abajo, mientras miraba fijamente a la pared, pareciendo enojada.
Sin darle oportunidad a reaccionar, Elucibeth tomó el mando de la silla de ruedas y lo sacó afuera, cerrando la puerta a sus espaldas.
"Vaya, no esperaba tal reacción de la asustada conejita" Susurró, con media sonrisa plasmada en su atractivo rostro.
Pero su media sonrisa fue reemplazada por una profunda ira cuando pensó en el responsable de las marcas en el cuerpo de la joven.
"¿Qué pasado escondes pequeña?".
Su curiosidad aumentó de forma descomunal, había muchas cabos sueltos. Sin dar oportunidad a que su mandíbula se relaje, puso a funcionar su silla de ruedas y entró en su habitación.