Después de caer inconsciente Valeria, una exitosa cirujana de 34 años, despierta en el cuerpo de una joven noble llamada Mu Wanru, en una distancia ficticia inspirada en la antigua China. Mu Wanru ha sido envenenada por sus hermanastras.
Ahora atrapada en un cuerpo frágil y en una corte plagada de intrigas. Valeria deberá usar su mente moderna y sus conocimientos médicos, su carácter fuerte para sobrevivir. Sin intención de convertirse en la concubina de nadie y menos de un emperador cruel.
Pero un general frío y distante con oscuros secretos, se interpondra en su camino y en su corazón.
¿Qué hará Valeria para poder sobrevivir?
¿ Quién será ese General?
Te invito a leer esta increíble historia, llena de intriga, romance y pasión.
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Corazones inquietos, una fiesta imperial
Esa noche, el general Xie Liangchen no pudo conciliar el sueño. Se revolvió una y otra vez en el lecho amplio de su habitación, pero su mente no hallaba descanso. El silencio de la mansión era profundo, roto solo por el ocasional canto de los grillos tras las celosías. Pero dentro de él, el caos era ensordecedor.
Había tantas cosas sin respuesta, lo primero era la promesa que hizo de niño, quella noche sangrienta en la frontera norte.
Una pequeña lo salvó arriesgando su vida, sus manitas temblorosas tratando de contener la herida que él mismo había dado por morra.
Nunca supo su nombre, ni ella el suyo, solo un juramento entre dos desconocidos, unidos por el destino, algún día si vuelvo a encontrarte pagaré esta deuda.
Luego estaba la joven del bosque, la forma en que había caído sobre él, torpe pero ligera como una flor llevada por el viento. Sus ojos lo habían mirado directamente, sin temor, sin artificio, su rubor era real, su huida repentina también. Pero esa imagen se le había quedado grabada con una nitidez irritante.
¿Por que latía su corazón al recordarla?
Y por último su mayor tormento, el compromiso con Mu Wanru, la hija ilegítima del ministro Mu.
Una decisión impuesta por su tío, el Emperador, como parte de un juego político que él aún no entendía del todo. Sabía que su madre lo aceptaba porque creía que así sellaría una vieja deuda con la familia de su difunta amiga y hermana del corazón.
Pero para Liangchen, todo se mezclaba en un torbellino, ¿si la joven del bosque...era...?, Imposible.
Se sentó en la cama, frotándose el rostro con frustración, ¿qué debía hacer? ¿Seguir el deber o al corazón?¿Y si ambos eran la misma cosa?, la noche se le escapó entre pensamientos sin respuesta.
Mientras tanto, en la residencia Mu, el amanecer trajo consigo una actividad desbordante. Sirvientes corrían de un lado a otro, cargando estuches de jade, sedas finas, cofres con cosméticos.
Era el día de la gran fiesta de otoño, organizada por la Emperatriz en el palacio de cristal.
Para muchos, era solo una celebración tradicional, pero para las familias nobles, era la pasarela del destino, compromisos oficiales, arreglos políticos, alianzas ocultas. Aquellos con hijas en edad casadera se esmeraban por mostrar lo mejor de su linaje.
En el patio principal, la señora Su Rong, esposa del ministro Mu, daba instrucciones con voz autoritaria mientras sus hijas, vestidas con tonos suaves y elegantes, esperaba junto a su carruaje.
---- Recuerden deben caminar con gracia, responder con cortesía y no hablar de más, --- les decía a sus hijas Quingyi y Zhenzhen, ambas ya con matrimonios concertados por su abuela. Con hijos de buenas familias.
El ministro Mu subió al carruaje junto a ellas, sin mirar atrás. La sonrisa que había ofrecido a su esposa legítima desapareció apenas se cerró la cortina del carruaje. Su mente ya estaba en el Palacio, entre las palabras dulces que solía dedicar a los altos eruditos y ministros de guerra.
En otro punto de la residencia, Wanru ajustaba su capa de viaje dentro del carruaje reservado para la matriarca, junto a ella iba la concubina del ministro, una mujer sencilla, bella pero de armas tomar, su rostro dulce ocultaba la mirada calculadora.
----¿Estás nerviosa Wanru?,--- pregunto la anciana, mirándola de reojo.
--- Un poco, abuela, es mi primera vez en un evento imperial, --- respondió Wanru con seriedad, aunque su voz tenía una firmeza que no paso desapercibida.
La gran señora Mu, sentada con elegancia imponente, sonrió levemente.
----No nesecitas temer, no vas como una hija ilegítima, vas como mi nieta, como la doctora celestial que ha sido elogiada en todo el distrito, Y aún más, como la futura esposa del sobrino del Emperador, ---- dijo la anciana
La joven tragó saliva, esa realidad todavía le resultaba lejana, cadí irreal. ¿Cómo iba ella, nacida de una concubina, a set prometida de alguien como Xie Liangchen?.
La otra mujer en el carruaje sonrió con cortesía, ese compromiso dictado por el Emperador traía consigo demasiados conflictos familiares
---- tranquila Wanru, mi familia será tu escudo, --- dijo la concubina.
Wanru miró por la rendija de la cortina, viendo cómo los otros carruajes comenzaban a avanzar. En su mente, una tormenta igual a la de Liangchen rubia sin cesar.
¿Y si él no la aceptaba? ¿Y si su deber con la familia imperial lo obligaba a rechazarla en privado?
Apretó los puños, decidida a enfrentar lo que viniera, después de todo, no era solo una joven cualquiera, era la doctora celestial. Era la nieta de la matriarca Mu, y no dejaría que la pisotearan.
El desfile hacia el Palacio imperial era una matea colorida de nobles, funcionarios, todo tipo de aristocratas. Los carruajes dorados y las escoltas con estandartes formaban una linea majestuosa qué cruzaba las calles principales.
En el palacio, la Emperatriz supervisaba los últimos detalles. Con mirada aguda, observaba desde lo alto como se disponían los asientos, como los eunucos organizaban las ofrendas, y como los músicos afinaban sus instrumentos.
--- Hoy veremos si los linajes más nobles todavía tienen valor,---- murmuró la Emperatriz
Sabía que su esposo, el Emperador, había ordenado el compromiso entre su sobrino Liangchen y la hija ilegítima del ministro Mu.Era una jugada para quitar al joven general del camino de su hijo el príncipe heredero. Una simple joven sin respaldo.
Con una sonrisa serena, se volvió hacia su dama de compañía.
--- Hoy, la fiesta será más interesante de lo habitual, ---- dijo la Emperatriz
---¿Emperatriz, esta noche buscará a la prometida de su hijo?,--- pregunto la dama de compañía.
---- Hoy anunciaremos a la candidata, el Emperador estuvo de acuerdo, esta será una gran alianza que dejará a Liangchen fuera del camino,--- dijo la reina, con satisfacción
Y así, mientras los carruajes llegaban uno por uno al palacio, el destino de Wanru y Liangchen se tejía en silencio, inevitable. Ambos ignoran que sus caminos ya estaban enredados desde mucho antes de que se miraran a los ojos en el bosque.
Y esa tarde noche, el pasado, El presente y el futuro estarían a punto de encontrarse bajo la luz de las linternas imperiales.