Un simple trabajo de investigación universitario destapa un oscuro pasado de la familia Fontainebleau.
Hubo una maldición 200 años atrás en plena revolución industrial, hoy en día ¿cómo limpiará el nombre de la familia, Laurence?
¿Que tan importante es la influencia familiar para proteger a los hijos, según el padre de Laurence? Conozcamos a la familia de Laurence, una familia conocida por ser "demoniaca".
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No
Señorita, Laurence Fontainebleau. – saluda el presidente de la república – que gusto de conocerla. Mi familia y yo estamos contentos de que haya aceptado nuestra invitación.
Laurence entendió a perfección, pero los hermanos se miran sin entender del todo, papá había dicho que era un almuerzo familiar y ahora resultó que son los invitados. Laurence actúa y tiene la esperanza que sus hermanos actúen junto a ella.
- Señor presidente, muy agradecida por la invitación. El placer de conocerlos es mío.
- Le presento, mi esposa.
Charles y Marianne están detrás de los hijos, se limpia la garganta para que ellos los dejen pasar. El hijo del presidente, Valentin, comía con los ojos a Laurence, tan enfocado en ella que no saludo al ministro y su esposa.
- Valentin – le llama la atención su padre - ¿No vas a saludar?
- Sí – pero sin quitar los ojos sobre la joven.
- Valentin – su madre le pellizcó simuladamente el brazo – compórtate. El ministro está saludando y tú qué lo ignoras – es exagerada y le regaña al oído.
- Lo siento. – le dice a su madre – Señor ministro, gracias por venir y mil disculpas por mi falta de atención.
- Buenas tardes. – saluda con una sonrisa falsa, no le gusta como mira a su hija.
- Señora Fontainebleau, buenas tardes y gracias por venir.
- Buenas tardes, joven. Gracias a ustedes por la invitación.
Los hermanos saludan, pero mantienen su postura de desconocidos, pese a que se vieron en el cumpleaños que pasó hace poco. Laurence hizo su mejor papel ante la primera dama. Todo parece ir a la perfección, Laurence sigue actuando pese a su incomodidad, ella se imagina el motivo de la reunión.
Empiezan con una conversación amena, los hijos del ministro están aguantando todo por la reputación de papá, los mayores son lo que disfrutan más de la reunión.
-Bueno, - limpia su garganta el presidente – para mí familia y quien les habla es un honor poder presentar a Valentin como “amigo” para Laurence.
Los hijos del ministro ponen mala cara por un instante.
- Yo no me opongo – dijo Charles – su hijo es buen portado, pero la última palabra la tiene mi hija, ella en estos momentos está cursando la universidad.
- ¿Qué estás estudiando? – preguntó la primera dama.
- Literatura. – fue una respuesta puntual y con una sonrisa mejor dibujada posible.
- ¡Te gustan las letras! ¿Cuál sería tu proyecto de vida? – continúa con las preguntas la primera dama.
- Lo estoy pensando, probablemente enseñar en escuelas y quién sabe si también escriba más adelante.
- ¡Que interesante! – el trasfondo de la voz es una decepción.
- Laurence – interrumpe Valentin – me gustaría que empezaríamos a salir.
Laurence estaba en shock. No sabía cómo responder con educación, pero el celular sonó y eso la salvó de apuros.
-Disculpen, pero debo atender una llamada del proyecto
Con la autorización del anfitrión Laurence sale para contestar, los hermanos esperan que sea Erick y que se demore un poco. Y no se equivocaron, era él.
- ¡Aló! Erick ¿Qué pasó?
- Hola, Laurence ¿Estas ocupada?
- Estoy en una reunión familiar.
- Te llamó en la noche. – iba a cortar cuando se apresuró Laurence a responder.
- No te preocupes, más bien me salvaste de un apuro. – quería seguir con la llamada.
- Ya tengo las diapositivas hechas, si falta algo le arreglas.
- Genial, porque encontré algo más.
- ¡Ah! Bueno era eso – se le siente nervioso – no te quito más tiempo.
-Te siento nervioso, ¿Pasa algo? – se dio cuenta.
- No, no. Eso es todo.
- Dilo de una vez. Te siento nervioso ¿Es por la exposición?
- No es fácil para mí, pero son varios días que lo intento, pero me acobardo.
- ¿Qué es lo que sucede? – se pone seria, su mente carbura a mil.
- Me gustas Laurence – lo soltó después de varios segundos – lo siento si fui muy directo.
- ¡Erick! No me lo esperaba. Si quieres, puedes llamarme en la noche.
- Está bien. Te quiero mucho Laurence. Te llamo por la noche.
Laurence no sabe qué hacer, Erick abrió su corazón, ellos se conocen, pero él es un Butler. Ella no quiere ser dura, pues sabe muy bien que todos los seres vivís tienen sentimientos y con ellos no se juega. Necesita hablar con sus hermanos, por el momento debe pensar rápido en una respuesta para Valentin, es guapo, es hijo del presidente, tiene influencias, pero apenas se conocen los nombres.
Laurence respira hondo y vuelve a la mesa.
- ¿Todo bien con el proyecto? – preguntó el presidente.
- No, de hecho, hay que hacer ajustes. - se limitó a comentar.
- Laurence, ¿Aceptas salir conmigo? – se inquietó el hijo del presidente.
- Señor Valentin. Entiendo sus intenciones, pero no nos conocemos. Creo que lo más sensato es primero ser amigos, y no dejarse llevar por los comentarios o chismes.
- ¿Cuáles chismes? – Valentin no entiende del todo.
- Entiendo perfectamente que los padres siempre hablan maravillas de sus hijos para impresionar a los demás, muchas veces no dicen la verdad de lo que realmente somos. Ellos se justifican de que, por amor, pero no sé dan cuenta del daño que ocasionan al solo limitarse a decir cosas bonitas.
- ¿Debo tomar la respuesta como un no?
- Tómelo como usted quiera, mi prioridad es mi carrera y que por ridícula que sea para “algunos” – hace referencia indirecta para la primera dama – pero mi pasión es escribir historias y conocer la historia. No le veo nada malo de enseñar el francés correctamente en las escuelas. Ser maestra de escuela no un oficio denigrante, ser maestro exige mucho compromiso con el futuro del país.
- Entiendo tu respuesta, ¿Hay la posibilidad de poder comunicarnos? Cómo quien dice cultivar una amistad sin interferencias.
- Si, si hay posibilidad. - lo mira con cautela.
-Te doy mi número – busca en su billetera la tarjeta de presentación y se la entrega. – Ésta es mi tarjeta.
- Gracias. – la recibe con delicadeza y le cuesta actuar tanto.
Laurence se está aburriendo de la reunión, sus hermanos igual, pero siguen aguantando. Los mayores siguen su conversación, Valentin se quedó con un sin sabor, estaba con todas las ilusiones de empezar a salir con la hija del ministro, y quedó cabizbajo todo el resto de la reunión.
Los hermanos tenían una delicada sonrisa en los labios, están orgullosos de su hermana. Lo único que les preocupa es el ajuste en el trabajo, ellos saben a lo que Laurence se refiere y se imaginan a ella pidiendo un consejo.
La reunión fue un poco extendida, los hijos guardaron silencio todo el tiempo. Hasta que llegó el momento de despedirse, el presidente los acompaña, son saludados con protocolo, pero Valentin no se resistió en tomar de la mano a Laurence. En cambio, ella sigue su camino, quiere dejar en claro que no son nada y no hay que insistir, Valentin sintió frío y le dolió un poco el corazón.