Amandote En Secreto

–Aún no has respondido a mi pregunta. (Le digo a Jales que está poniendo a prueba mi paciencia y sí, todavía está comiendo nuestros pedidos). ¿Qué estás haciendo aquí en el reino?

–No sabía que tenías que tener una razón para venir a esta mierda. (Jales habla y toma un sorbo de mi jugo de maracuyá). En el acuerdo hecho el día que te inclinaste ante mí, una de las exigencias era que mi entrada a este reino no estaría prohibida en ningún momento, ¿lo olvidaste?

– Sí, necesitas una razón. (Hablo).

–Como quiero saber, vine a hacerle una visita para ver cómo está la bella Esmeralda y saber si ya quedó viuda para tomarla y hacerla mi esposa y poder escucharla gritar mi nombre cada vez. noche. (Jales habla mirando a Esmeralda y

ella simplemente aparta la mirada).

–Mira cómo hablas de mi esposa si no quieres que te corte el cuello, desgraciado bastardo. (Digo tomándolo de los collarines). Estás en mi reino y puedo matarte a voluntad.

–No peleen, por favor, la gente está mirando. (Dice Esmeralda tomando mi mano y en realidad hay gente mirando así que suelto a Jales).

–Tú y tu hermano Nicolás necesitan aprender a mantener la cabeza fría, él puede incluso estar más tranquilo que tú pero solo escuchar el nombre de Esmeralda despierta sus sentidos y puede volverse muy agresivo. (Jales indirectamente toca su camiseta). Incluso da la impresión de que está interesado en su esposa.

–No hables mierda, Nicolás es mi hermano y él nunca haría eso. (Hablo y Jales se levanta de su silla).

–Si yo fuera tú no estaría tan seguro de eso, pero tal vez me equivoque. (dice Jales, todavía sonriendo).

Gracias por la comida pero tengo que irme.

–Un día lo mataré. (digo mirándolo alejarse).

–No dejes que envenene tu mente. (Habla Esmeralda y le tomo la mano). Él sólo quiere burlarse de ti.

–Sí, tal vez. (Hablo y llega el dueño del restaurante y coloca la última bandeja en la mesa con los postres).

–De postre preparé unas tartas de natillas, espero que les gusten. (El hombre habla y Esmeralda sonríe amablemente, después de ver el rostro de Jales no puedo ni siquiera mostrar una sonrisa falsa).

­Gracias. (Digo soltando la mano de Esmeralda).

Nicolas narrando...

Después de que Alma y yo salimos de palacio fuimos directos a la casa de Elsa, ella es la primera hija de un Duque y por eso mi madre siempre estuvo a favor de mi relación con ella, pero yo nunca tuve el deseo de casarme, así que al menos no con ella y

ella tampoco quería casarse.

–No esperaba tu visita hoy. (Elsa habla levantándose). Pero me alegro de que hayas venido, hace tiempo que no veo a Alma.

–Estaba aburrida de estar tanto tiempo en palacio y decidí traerla para que le hiciera compañía a Leonora. (Me refiero a la hermana menor de Elsa).

–Se están divirtiendo mucho en el jardín principal. (Dice mientras camina lentamente hacia mí).

¿Qué pasó?

­¿Como esto? (Hablo y ella cruza sus brazos alrededor de mi cuello).

–Éramos muy felices cuando éramos novios. (Ella habla y yo me río levemente). Hicimos muchas locuras, nuestro sexo fue increíble.

–Si no recuerdo mal, ninguno de nosotros quería una relación seria ni casarnos. (Digo tocando tu delgada cintura).

–Y todavía no quiero casarme, y también rompimos cuando dijiste que estabas enamorado de otra mujer, pero eso siempre lo supe y estoy seguro de que todavía lo estás. (Elsa habla mientras me desabrocha la camisa).

–Sí, todavía la amo… a pesar de que está casada con mi hermano. (Digo mirando a los ojos azules de la rubia que termina de quitarme la camiseta).

–Lo siento mucho, Nico. (Dice Elsa depositando varios besos en mi cuello).

–¿No podemos hablar ahora de Esmeralda? (Digo dandole la vuelta y desatando el vestido, luego le bajó los tirantes y lo dejo caer).

–Como desees, Príncipe Nicolás. (Habla y aún de espaldas tomo sus labios).

Dejo que mis manos recorran su cuerpo, empiezo a mover mi mano izquierda hacia arriba hasta llegar a su seno derecho, lo aprieto y hago que Elsa suelte un gemido que es ahogado por el beso que está durando una eternidad.

Mi mano derecha baja y la hago entrar en su ropa interior para poder explorar su intimidad, introduzco dos dedos dentro de ella y siento su respiración entrecortada y gime cada vez más.

La dirijo a su cama con mis dedos todavía dentro de ella.

Retiro mis manos de su cuerpo junto con su ropa interior y termino de quitarme la ropa mientras ella me mira con deseo y placer.

Me subo a la cama y ella abre las piernas para que pueda encajar en ella, volvemos a besarnos, ella lleva su mano a mi nuca y tira de mi cabello hacia ella y empiezo a moverme cada vez más rápido.

–Oh… Nico, me perdí eso. (Elsa habla, separando nuestras bocas y comienza a actuar con emoción). N­no pares, Nico.

–No lo haré, Esmeralda. (Hablo más profundo y siento tus uñas clavándose en mi piel pero ignoro el dolor).

Corte de tiempo...

En fin, hicieron muchas cosas mal, dijeron malas palabras, juzgaron a mamá y papá, Elsa estaba en una posición como si fuera a gatear mientras Nicolas estaba detrás de ella, arrodillado y jalando el cabello de Elsa, después

de algunos En ese momento ambos derramaron leche y se acostaron uno al lado del otro jadeando.

–Eso se sintió bien. (Elsa habla, colocando su cabeza sobre mi pecho y pasando su dedo por encima).

–Si tú lo dices, estoy de acuerdo. (Hablo y ella me mira).

–¿Vas a decir que no te gustó? (Ella habla).

–Por supuesto que me gustó. (Hablo y ella sonríe satisfecha). ¿Y tú?

–Aparte de los momentos en que me llamaste Esmeralda, me gustó mucho. (Elsa habla mientras se muerde el labio inferior).

–Lo siento, no me di cuenta de que hice eso. (Hablo).

–¿Entonces le vas a decir a Hamilton que amas a Esmeralda? (Elsa lo dice como si pareciera fácil).

–Por supuesto, sólo me falta ir allí y decir “hermano, siempre he estado loco por Esmeralda y la quiero para mí”. (Hablo burlonamente).

–Está bien que ambos estén enamorados de la misma mujer, pero tal vez él... (la interrumpo).

­No estamos los dos enamorados de Esmeralda, solo yo, Hamilton no la ama, solo se casó con ella para irritar a la reina y no pensó en las consecuencias, siempre la distraía. (Hablo).

–Si él la trata mal, ¿por qué aceptó casarse con él? (Elsa dice, esta es una pregunta de la que también quiero saber la respuesta).

–No tengo idea, pero no descansaré hasta descubrirlo. (Hablo con firmeza en mis palabras).

–Siempre estuviste enamorado de ella, ¿por qué no se lo confesaste? (Pregunta Elsa sin entender).

–Esmeralda tenía novio cuando éramos más jóvenes y parecía que siempre intentaba evitarme, ya que nunca permanecía en el mismo espacio que yo por mucho tiempo. (Digo tirando de mi cabello hacia atrás). Quizás nunca le agrado, ni siquiera como amiga.

–Si eso es cierto, es una ciega idiota, con todo respeto. (Elsa habla). ¿Cómo puedes dejar escapar una fiesta como esa?

–Tú también te fuiste. (Lo digo en broma).

–Pero al menos te sentí.

Hamilton narrando...

Después de horas de paseo finalmente regresamos al palacio. Esmeralda cada vez se abre más conmigo, me siento bien a su lado y quiero que ella se sienta así conmigo también.

–Esmeralda, ¿puedes ir conmigo al jardín? (Hablo mientras salimos del establo).

–Quería llevarle estos pasteles a Alma antes de que se enfríen. (Esmeralda habla y yo solo la miro).

–No tardaremos mucho, lo prometo. (Hablo mientras tomo tu mano). Realmente necesito hablar contigo.

­Todo está bien. (Habla Esmeralda, mirando nuestras manos unidas).

­Gracias.

Mientras le preguntaba, salimos del establo directo al jardín, Esmeralda se sentó en una de las sillas cerca de las orquídeas y me miró mientras yo caminaba de un lado a otro sin saber cómo empezar.

–Dijiste que no tardaríamos mucho y han pasado más de treinta minutos. (Dice Esmeralda, aún recogiendo la bolsa que contiene los pasteles, que ya deben estar fríos).

–Sí… tienes razón, pero no sé cómo empezar. (El falo todavía se mueve de un lado a otro). es un poco difícil.

–Intenta empezar por dejar de caminar así. (Dice sonriendo, dejo de caminar y me paro frente a ella).

Eso es mejor.

­Mierda. (Hablo y ella me mira asombrada). Lo siento, pero esto es muy raro, nunca he tenido problemas para hablar con mujeres y no sé por qué estoy tan nervioso.

–Puedes hablar en otro momento cuando... (la interrumpo).

­Perdóneme. (Hablo y ella me mira sin entender). Perdóname por lo que he hecho y por el sufrimiento que he sufrido. te causó. Mira, sé que no tengo derecho a preguntarte esto y quizás no me perdones. pero siento que necesito decirlo.

–¿Perdón por qué? Por maltratarme desde que éramos más jóvenes, por casi hacerme asfixiada o por obligarme a casarme aunque no quería. (Ella habla con los ojos

lloroso).

–Lo siento por todo. (Hablo mientras tomo tu mano). Fui un idiota por tratarte así pero he cambiado, lo juro.

–¿Qué te hizo cambiar? (dice Esmeralda mirándome).

–Tú, tú me hiciste cambiar… (suspiro y cobro coraje para continuar). Esmeralda, me­ enamoré Para ti, te amo y quiero que este matrimonio sea real, que realmente funcione.

–¿Y qué pasa con el acuerdo que hicimos? O mejor dicho, ¿qué pasa con la imposición que hiciste cuando dijiste que

tuve que casarme contigo? (Habla Esmeralda bajando la cabeza).