Arianna Sterling es una joven con una apariencia destacada y un gran secreto: es la presidenta y heredera de un poderoso conglomerado familiar con lazos a la realeza. Según una tradición familiar, debe pasar varios años alejada de su familia y riquezas, viviendo como una persona común para demostrar su fortaleza. Durante este tiempo de anonimato, enfrenta enemigos ocultos que amenazan con destruir todo lo que le pertenece. A medida que se adapta a esta nueva vida, Arianna descubre que alejarse de la opulencia y el poder conlleva desafíos que pondrán a prueba su inteligencia y su corazón.
NovelToon tiene autorización de Karo lizz para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
LA SEÑORITA FLORES PARTE 2
—Mis disculpas, señorita Flores. Solo intento ayudar —respondí con calma.
Evelyn giró sobre sus talones, claramente fastidiada, y murmuró algo a su prometido antes de seguir eligiendo más prendas, ahora sin pedirme ayuda.
—Qué mala suerte —dijo Alis, preocupada, al verme regresar después del tenso intercambio.
—Ese es mi segundo nombre —respondí, suspirando profundamente. Sentía la presión de la situación, y no solo por Evelyn, sino también por su prometido.
Me quedé cerca, observando cómo Evelyn y el señor Mondragón intercambiaban palabras en voz baja. A pesar de la frialdad de Evelyn hacia mí, no podía dejar de notar algo curioso: el señor Mondragón la miraba de una forma que no parecía encajar con su relación de prometidos. Había algo en su mirada, una especie de distancia que me hizo cuestionar si su compromiso era tan fuerte como parecía.
Finalmente, después de probarse varias prendas más sin dirigirse a mí, Evelyn se acercó a la caja para finalizar la compra. Me quedé atrás, fingiendo revisar algunos papeles en el mostrador, cuando la escuché decir algo que no esperaba.
—Arianna, espero que en el futuro aprendas a manejar mejor este tipo de situaciones —dijo en tono firme, sus palabras impregnadas de desdén—. No todos los clientes serán tan comprensivos como yo.
Sentí que las palabras me atravesaban, pero antes de que pudiera responder, el señor Mondragón intervino.
—Evelyn, no creo que sea necesario —dijo, su tono calmado pero con una leve desaprobación—. Arianna solo estaba haciendo su trabajo.
Evelyn lo miró sorprendida, claramente disgustada porque él había salido en mi defensa.
—No se trata de eso, querido. Se trata de profesionalismo —respondió ella, mientras levantaba la barbilla, tratando de mantener su postura de superioridad.
El ambiente se volvió aún más tenso. El Sr. Mondragón se limitó a observar, sin decir más, pero era evidente que su lealtad en ese momento no estaba tan clara para Evelyn como ella habría querido.
—Gracias por su compra, señorita Flores —dije, manteniendo mi tono lo más neutral posible, aunque sentía la tensión acumulada—. Que tengan un buen día.
Evelyn asintió, ignorándome por completo mientras se retiraba. Sin embargo, antes de salir, el señor Mondragón se giró hacia mí y, por un breve momento, nuestros ojos se cruzaron. En su mirada, pude ver algo más allá de la cortesía: tal vez una disculpa implícita o una especie de reconocimiento de lo incómoda que había sido la situación.
El tiempo pareció detenerse por un segundo, pero rápidamente volvió a la normalidad cuando Mondragón siguió a Evelyn hacia la salida.
—¿Lo viste? —preguntó Alis, acercándose en cuanto ellos desaparecieron por la puerta—. Esa mujer tiene un problema contigo, y ni siquiera lo oculta.
—Sí, lo vi —respondí, soltando un suspiro—. Esto no ha terminado.
Elizabeth y Alis me miraron, sorprendidas.
—¿A qué te refieres? —preguntó Elizabeth, preocupada.
—Que lo siento en el aire. Evelyn no va a dejar esto así. Y si Rebeca está de su lado... será mejor que nos preparemos para lo que venga.
Las dos asintieron, sabiendo que esto era solo el comienzo de algo más grande. Mientras me preparaba para enfrentar lo que estaba por venir, sentí que había dado el primer paso hacia una batalla que, tarde o temprano, tendría que librar. Evelyn no me dejaría en paz, y sospechaba que su prometido también sería parte del problema, aunque no de la forma en que ella imaginaba.