habla de la vida y los desafíos de un chico gay el cuál se desarrolla en medio de un país latinoamericano
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La esperanza y el dolor
Para Matías, la vida estaba llena de contrastes. Mientras encontraba consuelo en sus paseos en bicicleta y risas con su hermano Moisés, su corazón anhelaba algo más profundo y doloroso: el amor no correspondido por Valeria.
Valeria era las chicas más popular de la escuela, con una belleza deslumbrante y una personalidad magnética que atraía a todos a su alrededor. Desde el primer día que la vio, Matías quedó cautivado por su encanto y gracia. Soñaba con un día captar su atención, con ser alguien especial para ella.
Pero la realidad era cruel. Valeria tenía novios uno tras otro, chicos atléticos y populares que parecían cumplir con todas sus expectativas. A menudo, Matías los veía besándose en los pasillos de la escuela, mientras él pasaba desapercibido o era objeto de sus burlas disimuladas.
Era doloroso para Matías verla tan cerca de otros chicos, sentirse invisible y menospreciado. Cada gesto de afecto hacia ellos era como una daga en su corazón sensible, pero no podía apartar la mirada. Seguía enamorado de ella, aferrándose a la pequeña esperanza de que algún día notaría su existencia.
Valeria, por su parte, a veces parecía consciente del efecto que tenía sobre Matías. Lo miraba de reojo durante las clases, a veces con una sonrisa burlona que cortaba más hondo que cualquier palabra. Sabía que él estaba enamorado de ella y jugaba con eso, alimentando su propia vanidad.
En las fiestas escolares, Matías se encontraba siempre en la periferia de su círculo social, observando cómo Valeria bailaba con otros chicos mientras él permanecía en un rincón, anhelando ser quien la tuviera entre sus brazos.
Una tarde, durante un evento deportivo en la escuela, Matías la vio de nuevo con su último novio. Estaban sentados juntos en las gradas, riendo y coqueteando como si el mundo fuera suyo. La visión le hizo sentirse enfermo de celos y desesperación.
Decidió dar un paseo para despejar su mente. Montó su bicicleta y se alejó del bullicio del evento, encontrando consuelo en la solitud de las calles tranquilas. Las lágrimas se mezclaban con el sudor en su rostro mientras pedaleaba sin rumbo fijo, tratando de entender por qué el amor parecía tan esquivo para él.
En su habitación, en las noches solitarias, Matías se preguntaba si algún día encontraría el valor para confesarle sus sentimientos a Valeria o si debería resignarse a mantener su amor en silencio. La incertidumbre y la agonía de la esperanza no correspondida lo consumían, pero no podía dejar de soñar con un final feliz.
Con el tiempo, Matías comenzó a darse cuenta de que su amor por Valeria era más un ideal inalcanzable que una realidad posible. Aprendió a aceptar que, aunque su corazón la deseaba, no podía obligarla a amarlo ni cambiar lo que sentía por otros.
Poco a poco, comenzó a encontrar consuelo en la idea de que el amor verdadero no debería causar tanto dolor y sufrimiento. Aprendió a valorarse a sí mismo más allá de la mirada de Valeria y a buscar la felicidad en lugares y personas que realmente apreciaban su compañía.
En el camino hacia la madurez emocional, Matías descubrió que el amor propio y la autoaceptación eran fundamentales para su bienestar. Aunque el dolor de su enamoramiento no correspondido dejó cicatrices en su corazón, también lo hizo más fuerte y más sabio.
estoy en secundaria y me va un poco mejor pero sigo con las inseguridades autoestima baja y ataques de ansiedad,la vergüenza y el pánico social,en fin,te comprendo