Destruiré A La Santa

Alan se acercó a Ember y le devolvió el sombrero.

—Toma —dijo con tranquilidad.

Al hacerlo, sus ojos se desviaron un instante hacia la mano de Daniel, que aún sostenía la de Ember. El gesto le endureció el ceño, pero no dijo nada.

—Qué coincidencia encontrarlos aquí —comentó Katy con una sonrisa perfecta. Demasiado perfecta para ser sincera.

—Solo estamos en la feria, como todos los demás —respondió Ember, acomodándose el sombrero sin darse cuenta de que seguía tomada de la mano de Daniel.

Katy soltó una risa suave, cargada de una incomodidad bien disimulada. Sus ojos bajaron de inmediato a las manos entrelazadas.

—Oh, príncipe Daniel… no esperaba verte aquí. Y mucho menos junto a Ember.

Dio un paso adelante y, sin pedir permiso, tomó la mano de Daniel, obligándolo a soltar la de Ember con brusquedad.

—¿Qué te pasó en la mano? —preguntó, señalando una pequeña cortada.

Daniel miró su propia mano y se encogió de hombros.

—Solo es un rasguño. No es para exagerar —respondió con calma, recordando que se lo había hecho al comprar las brochetas.

Katy se acercó demasiado, invadiendo sin pudor el espacio personal de Daniel. Ember solo suspiró, como quien cuenta hasta diez para no cometer un crimen socialmente mal visto.

Se apartó un poco y se fijó en el collar plateado que brillaba en el puesto. Justo cuando iba a tomarlo, una mano se adelantó.

—Qué lindo collar —dijo Katy, atrapándolo con rapidez—. Me quedaría increíble, ¿verdad, Daniel?

Le sonrió con una calidez tan exagerada que daba ganas de golpearla.

Ember apretó los puños. La paciencia se le estaba agotaba.

Lily abrió la boca para hablar con Ember, pero Katy la interrumpió al instante.

—Lily, qué linda te ves hoy.

El cumplido cayó como una tapa bien colocada. Educado, estratégico y completamente innecesario.

Ember estaba a punto de estallar cuando algo le llamó la atención. Al otro lado de la calle, casi escondida entre la gente, estaba Isha. No decía nada, solo le hacía una seña discreta con la patita, señalando un callejón solitario.

Ember se alejó sin que nadie lo notara y entró al callejón. Miró a su alrededor.

Nada.

—Isha… —murmuró, frunciendo el ceño.

De repente, algo cayó desde arriba.

—¡Oye!

Isha saltó desde unas cajas y se lanzó directo a su cabeza, intentando morderle el cabello como un animal rabioso. Ember reaccionó por puro reflejo y se apartó antes de que la tocara.

—Qué mala eres —dijo Isha, aterrizando de pie y cruzándose de brazos—. Primero me ignoras dos días y después sales a divertirte sin mí. Pésima anfitriona. Cero estrellas.

—Perdón —respondió Ember sin mucho remordimiento—. Pero dime lo importante. ¿Qué dijo el sistema?

Los ojos de Isha brillaron con emoción.

—El sistema notó que la historia no está avanzando como la original… pero —hizo una pausa dramática— está avanzando bien.

Ember contuvo el aliento.

—Tu petición fue aprobada. Cinco años exactos. Ni uno más, ni uno menos. Además, ya interactuaste con la protagonista, eso ayudó bastante a convencerlos.

—Perfecto —dijo Ember, y esta vez la emoción fue real.

Isha se tensó de golpe.

—Alguien se acerca. Debo irme. Nos vemos en la academia.

Abrió un pequeño portal y desapareció sin más.

Ember soltó el aire, se giró para salir del callejón… y se detuvo.

Un grupo de chicos bloqueaba la salida.

Eran varios. Demasiados. El del centro dio un paso al frente, con una sonrisa que no prometía nada bueno.

—Vaya, vaya —dijo con burla—. Miren a quién tenemos aquí.

El chico a su derecha chasqueó la lengua.

—Por lo visto es estudiante de la Academia de Magia Asterveil.

—Y es bonita —añadió otro desde la izquierda, evaluándola sin pudor—. Seguro su familia tiene dinero.

—Esto va a ser divertido —dijo un tercero, acercándose demasiado.

—Claro que sí —respondió Ember con una sonrisa tranquila. Demasiado tranquila.

Cuando el chico estuvo lo suficientemente cerca, Ember giró sobre un pie y le lanzó una patada directa que lo envió volando varios metros, estrellándose contra unas cajas.

—Niña Estúpida—murmuró el líder, alzando la mano—. Adelante.

Los demás se lanzaron contra ella.

Ember respondió sin dudar. Golpe tras golpe, rápido y preciso. Puños, codos, rodillas. No peleaba con rabia, peleaba con experiencia. Varios cayeron al suelo sin poder levantarse, gimiendo, agarrándose brazos o piernas.

Pero seguían llegando.

Uno logró sujetarle los brazos por detrás. Otro aprovechó la abertura y le dio un golpe directo al rostro. Ember sintió el impacto y un crujido seco en la nariz.

El líder sonrió.

—Fue divertido, lo admito. Eres fuerte —dijo con calma—. Pero fuiste tonta.

Chasqueó los dedos.

—¿No te diste cuenta? Tenemos un sanador.

Ember rió, escupiendo un poco de sangre al suelo.

—Claro… tenía que haber truco.

Intentó canalizar magia por puro reflejo… y entonces lo recordó.

Las reglas.

Prohibido usar magia fuera de la academia antes de la graduación.

Su sonrisa se tensó apenas un segundo.

Levantó la mirada, aún atrapada, con los ojos brillando de desafío.

Otro chico estaba a punto de golpearla con la intención de dejarla inconsciente pero algo lo lanzó lejos con fuerza. Era Alan. Luego abalanzó sobre el que sostenía a Ember.

—¿Qué se supone que hacen?—preguntó Alan con voz enojada.

—¿Y tú qué? Nadie te llamó, lárgate—replico el líder del grupo.

—¿Estás bien?—preguntó Alan a Ember, pero antes de que respondiera, ella dijo —Primero pon atención a tus oponentes— mientras se limpiaba una mancha de sangre de la mejilla. Justo en ese momento, alguien intentó golpear a Alan; lo esquivó de un salto y siguió atacando, pero más enemigos seguían llegando.

—¿Acaso esto no se acaba nunca?—dijo con frustración. De repente, un hombre inconsciente fue lanzado al suelo a su lado.

—Si querés acabar rápido, primero desate del sanador—gritó Daniel mientras seguía golpeando a otros chicos. Juntos, terminaron con todos, dejando al líder solo —quien huyó despavorido gritándoles —idiotas—.

Daniel se arrodilló junto a Ember. —¿Estás bien?— pregunto con preocupación.

—Esto no es nada— respondió ella. Daniel la ayudó a levantarse, y justo entonces llegaron Lily y Katy.Lily al ver a Ember corrió hasta ella.

—Señorita Ember, ¿estás bien?— preguntó sin esperar respuesta, y de inmediato empezó a usar su magia curativa.