Sinopsis: "La Felicidades No Está Hecha Para Mí" es la desgarradora historia de un joven que lo pierde todo. Después de que su familia muriera en un trágico accidente automovilístico, su mundo se derrumba por completo. Sumido en la desesperación y el dolor, el joven lucha por encontrar un sentido a su vida. Sin embargo, en medio de su sufrimiento, el joven encuentra un rayo de esperanza cuando conoce a alguien que logra despertaren él un sentimiento que creía perdido: el amor. A medida que su relación avanza, el joven comienza a vislumbrar un futuro más allá del abismo de la tragedia. Pero la felicidad que parecía al alcance de su mano se ve truncada cuando, de forma inesperada, su nuevo amor es brutalmente asesinado. Devastado por este nuevo golpe del destino, el joven se enfrenta a la dolorosa realidad de que la felicidad tal vez no esté hecha para él.
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Una Vida Menos
Capítulo 19: "Una Vida Menos"
Cuando Nicolle se marcha, siento cómo mi corazón se parte en pedazos. Verla partir con tanta angustia en su mirada me llena de un dolor que parece consumirme por dentro.
Camino de regreso al apartamento, mis pasos se sienten pesados y mi mente está nublada por la preocupación. Al llegar, Lucía me recibe con una sonrisa expectante, pero al ver mi expresión, su semblante se torna serio.
"Martín, ¿qué sucede? ¿Está todo bien?" pregunta con un tono de preocupación.
Niego con la cabeza, sintiendo cómo las lágrimas amenazan con escapar de mis ojos. "Lucía, Nicolle... Nicolle tiene que irse. Su padre está muy enfermo."
Veo cómo el rostro de Lucía se contrae en una expresión de tristeza y comprensión. Se acerca a mí y me envuelve en un cálido abrazo.
"Oh, Martín. Lo siento tanto. Sé cuánto amas a Nicolle y lo importante que es para ti."
Correspondo su abrazo, dejando que las lágrimas fluyan libremente por mis mejillas. "No sé qué voy a hacer, Lucía. Ella tiene que estar con su familia en este momento, y eso significa que tendremos que posponer la boda."
Lucía se separa y me mira con una expresión de empatía. "Entiendo, Martín. Pero lo importante ahora es que Nicolle esté ahí para apoyar a su padre y a su familia."
Asiento en silencio, sintiendo cómo el dolor se instala en mi pecho. "Sí, lo sé. Pero no puedo evitar sentir que una parte de mí se está marchando con ella."
Lucía toma mis manos entre las suyas y me mira con determinación. "Martín, escúchame. Sé que esto es difícil, pero tienes que ser fuerte. Nicolle te necesita ahora más que nunca."
Suspiro profundamente, tratando de encontrar la fortaleza que siento que me abandona. "Tienes razón, Lucía. Tengo que ser fuerte por ella. Pero es tan difícil, siento que mi corazón se está desgarrando."
Lucía me mira con ternura y aprieta suavemente mis manos. "Lo sé, hermano. Pero recuerda que no estás solo. Yo estoy aquí para apoyarte en todo momento."
Siento cómo una ola de gratitud me inunda al escuchar sus palabras. "Gracias, Lucía. No sé qué haría sin ti."
Ella me sonríe con calidez y me abraza con fuerza. "Siempre estaré a tu lado, Martín. Juntos vamos a superar esto."
En los días que siguen, siento cómo una sombra de tristeza y preocupación se cierne sobre mí. Trato de mantener la compostura, pero en ocasiones me sorprendo a mí mismo sumido en pensamientos sombríos.
Cada vez que hablo con Nicolle por teléfono, escucho el dolor y la angustia en su voz. Me cuenta cómo el estado de salud de su padre empeora día a día, y cómo ella lucha por estar a su lado y brindarle el mayor consuelo posible.
"Martín, lo siento tanto. Siento tener que dejarte en este momento", me dice en una de nuestras conversaciones, con la voz quebrada por el llanto.
Aprieto el teléfono con fuerza, sintiendo cómo mi corazón se encoge. "Nicolle, mi amor, no tienes que disculparte. Entiendo que tu familia es lo más importante ahora. Yo voy a estar aquí, esperándote."
Ella solloza suavemente al otro lado de la línea. "Pero, ¿y si... y si no vuelvo a tiempo para nuestra boda? ¿Y si todo se derrumba?"
Siento cómo una punzada de dolor me atraviesa el pecho. "Nicolle, escúchame. Nada de eso importa ahora. Lo único que importa es que tú estés bien y que puedas estar con tu padre en este momento tan difícil."
Nicolle guarda silencio por unos instantes, y puedo imaginar las lágrimas rodando por sus mejillas. "Martín, te amo. No quiero que pienses que estoy huyendo de ti o de nuestro futuro juntos."
Cierro los ojos, tratando de contener el nudo que se forma en mi garganta. "Lo sé, mi amor. Yo también te amo, con todo mi corazón. Y voy a estar aquí, esperándote, sin importar cuánto tiempo tome."
Nuestra conversación se extiende por horas, mientras Nicolle me pone al tanto de la delicada situación de su padre. Puedo sentir el peso de la angustia y la incertidumbre en cada una de sus palabras.
Cuando finalmente colgamos, me quedo sentado en silencio, con la mirada perdida. Lucía se acerca y me envuelve en un abrazo reconfortante.
"Martín, sé que esto es difícil, pero tienes que ser fuerte. Nicolle te necesita ahora más que nunca."
Asiento en silencio, sintiendo cómo la tristeza me consume. "Lo sé, Lucía. Pero no puedo evitar sentir que una parte de mí se ha marchado con ella."
Lucía me mira con una expresión llena de empatía. "Entiendo, hermano. Pero recuerda que, pase lo que pase, estaremos aquí para apoyarte. Tía Mariana también estaría a tu lado en este momento."
Al escuchar el nombre de mi tía, siento cómo una oleada de nostalgia me invade. "Tía Mariana... Ella siempre supo cómo brindarme fortaleza en los momentos más difíciles."
Lucía asiente con una pequeña sonrisa. "Sí, Martín. Y estoy segura de que, desde donde esté, ella está velando por ti y por Nicolle."
Suspiro profundamente, tratando de encontrar un poco de consuelo en esas palabras. "Ojalá pudiera sentir su presencia en este momento. Necesito tanto de su sabiduría y su fortaleza."
Lucía toma mi mano y la aprieta con cariño. "Tía Mariana siempre estará contigo, Martín. Y yo también voy a estar aquí, acompañándote en todo este proceso."
Asiento con gratitud, sintiendo cómo las lágrimas comienzan a deslizarse por mis mejillas. "Gracias, Lucía. No sé qué haría sin ti."
Ella me abraza con fuerza, brindándome el consuelo que tanto necesito en este momento de incertidumbre y dolor.
Conforme pasan los días, la salud del padre de Nicolle se deteriora cada vez más. Ella me mantiene al tanto de la situación, y puedo escuchar cómo la angustia y la desesperación se apoderan de su voz.