La Caida De Los Angeles

Mientras caminábamos por el camino, la tarde hacía presencia y el frío aumentaba. Algo se me vino a la mente: los sueños se han estado repitiendo desde que tengo este "Manuscrito". Siempre la misma cueva, a veces llena de cadáveres, otras completamente vacía, a veces con el ser oscuro de la máscara blanca. Me perdí en mis pensamientos e ignoré todo a mi alrededor hasta que Valéry me gritó.

—¡Oye! ¿Me estás escuchando? —gritó, sacándome de mis pensamientos.

—No, ¿qué sucede? —dije, aún un poco distraído.

—Mira, hay una ciudad cerca, a unos tres días a pie. Así que sigamos avanzando —señaló en dirección a la ciudad.

—Ah, está bien. Busquemos un lugar para acampar, ya se está haciendo tarde —dije mientras buscaba en la pradera un buen lugar.

—También hay algo que te quiero preguntar mientras acampamos.

—Primero ayúdame a buscar un buen lugar.

Encontramos un lugar detrás de unos arbustos que cubrirían el campamento para que no llamara la atención. Empecé a sacar los objetos para acampar mientras Valéry buscaba ramas para la fogata. Después de un rato, volvió con algunas y armó la fogata. Yo acomodé los sacos de dormir para poder descansar.

—Bueno, entonces dime, ¿qué me querías preguntar?

—¿Cómo es que te encuentras aquí? —dijo mientras me miraba fijamente.

—No sé a qué te refieres. Mis padres y yo vivíamos en un pueblo a las afueras de la ciudad antes de que los "Ángeles" cayeran.

—¿Y cómo te mantuviste? Por cómo te ves, a lo mucho tienes 20 años.

—Tengo 22, y sí, fue difícil. Mis padres murieron cuando intentamos salir del pueblo. Chocamos con otro coche y salí corriendo, atravesé el bosque y entré a una casa donde tuve que matar a un infectado que estaba devorando a una persona.

—¿Y después? Solo tendrías unos 11 años. No creo que hayas sobrevivido solo.

—Tienes razón. Fui a un refugio que aceptaba a gente de la zona y me mantuve allí hasta los 18, creo. Luego me fui y pasé un buen tiempo solo hasta que conocí a Denis, un amigo del refugio.

—Bueno, no puedo decir que es una historia impresionante, pero ¿por qué te fuiste? Estar en un refugio era mejor que estar solo.

—Hay dos razones: primero, había caos en el refugio, todos se estaban rebelando. Y la otra razón, quería buscar a mis amigos desaparecidos.

—Supongo que son buenas razones y que tuviste suerte de encontrar otro refugio después, aunque ya sabemos cómo acabó con lo del Alcalde y el ataque de los infectados.

—¿Y tú cómo sabes del Alcalde? Tú no estuviste allí —dije con cierto enojo.

—No me malinterpretes, no es que lo haya vigilado o algo, pero como antes solo caminaba por la zona, observaba lo que pasaba.

—No me convence, pero bueno, durmamos si ya acabaste de saciar tu curiosidad.

Me fui a dormir, acostándome en mi saco de dormir, mientras ella hacía lo mismo. Después de un rato, caí en un sueño profundo y otra vez tuve ese sueño. Esta vez no estaba en una cueva, sino en un acantilado, y la figura con la máscara blanca estaba sujetando mi mochila con una mano y a Valéry con la otra. Me dijo:

—Elige, seleccionado: ¿qué dejarás atrás, unos preciados recuerdos o un aliado poderoso que te puede ayudar?

Traté de responder, pero no pude hablar, mi garganta no emitía sonido. Intenté señalar, pero mis brazos no se movían. Traté de elegir, pero el ser se empezó a reír y dejó caer a ambos al abismo. Me desperté agitado y vi que Valéry seguía durmiendo junto a mi mochila. Me senté un rato, tratando de calmarme, y finalmente volví a dormir.

A la mañana siguiente, Valéry me despertó diciendo que había un grupo de bandidos cerca. Seguramente eran el grupo del bandido que maté el otro día. Tratamos de ocultarnos para que no nos vieran y observar qué hacían. De repente, uno empezó a hablar.

—Ese bastardo le dije que no se separara del grupo, ahora está muerto. Oigan, chicos, busquen por la zona. Este es el único camino que el que mató a nuestro compañero pudo tomar, debe de estar cerca.

—Sí, señor —respondieron sus seguidores.

Eran unas cuatro personas, incluyendo lo que parecía ser su jefe. Con señas, le dije a Valéry que guardara sus cosas y desarmara los sacos de dormir. Mientras vigilaba lo que hacían, de repente sentí un escalofrío en la espalda. Valéry se asustó por un infectado inesperado que salió de detrás de donde estábamos. Con su grito, los bandidos se acercaron y lo único que pude hacer fue coger las mochilas, matar al infectado de un golpe y correr tan rápido como pude, sujetando la mano de Valéry.