Todo iba al plan de Morgana, un hombre cualquiera, guapo, con exelente carácter y suficiente borracho para darle lo que necesitaba.
Un hijo.
Solo eso necesitaba para conseguir todo lo que la vida le ofrecía.
Sin embargo después de años, la vida le devuelve lo que tanto quitó y pidiéndole aún más.
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Capitulo 19
Morgana no quería hablar con nadie más, sin embargo ahí estaba, Edgar manteniendo su trasero en la cama con el pretexto que necesitaba reposo, la mujer estaba arta del reposo, quería salir, caminar sin embargo el la mantenía cautiva aquí, en su propia casa.
—Ya te dije que no saldras— Edgar hablo con firmeza, no había negociaciones al respecto— Estoy cansado de verte pelear con todo mundo, descansarás hasta que el bebé salga de ti, después puedes hacer tu vida lo que te venga en gana...
—Ah, osea ¿Crees que soy solo un vientre que puedes alquilar cuando quieras?—Su ira era evidente— Porque estas jugando muy sucio, Edgar, solo me utilizaras para tener a tus hijos y te iras olvidándome a su paso.
Morgana estaba colmando la paciencia del chico y a pesar de la situación, no se iba a doblegar por sus palabras hirientes, después de todo estaba tan enojada.
Entonces el chico dejo la bandeja que tenia en sus manos y se subió a la cama en un intento de alcanzar a la chica y acercarse a su rostro. Morgana se arrepintió al instante que pronunció esas palabras pero no tenía el valor de arrepentirse, después de todo, al final ella salía perdiendo.
—¿Crees que soy como tu, Morgana? ¿Que voy por la calle destrozando vidas?—El se acercó aún más a la chica y está se perdió en sus labios, su tensión sexual aumentaba— No me compares, porque sé que tanto Jacob como el bebé, nos necesitan a los dos. Aunque su madre sea de otro hombre.
Y sin decir nada más, abandono el lugar dejando a una aturdida mujer en la cama.
Al cabo de unos minutos, Edgar bajo a la sala donde la esperaba su madre. Margaret era una mujer observadora que deambulaba en la la siempre que podía, intentaba no meterse en la vida de los demás y ayudaba lo más que podía en el cuidado de su nieto.
Sin embargo, no podía ser ajena a lo que le sucedía a su hijo, el hombre se la vivía el mayor tiempo frustrado pensando en como solucionar el problema que ya estaba en sus manos.
Edgar se acomodo en el asiento lejos de su madre y se acaricio las sienes en búsqueda de aliviar el dolor que lo estaba matando.
—Morgana es un hueso duro de roer.
—He intentado toda la mañana meterla a la cama, el doctor mencionó que su embarazo es de alto riesgo, pero parece que que siquiera se interesa en el bebé.
Edgar había intentado que la mujer se mantuviera lo más cómoda posible, sin embargo sus esfuerzos fueron en vano, porque cuando el se descuidada salía por la puerta gritando órdenes y utilizando zapatillas incluso en el jardín.
—Es normal para una mujer tan activa como ella. Si un día de la nada, te dicen que debes dejar de hacer actividades, te costaba mucho trabajo hacerlo.
—Lo sé, pero es tan terca...
—No tienes que negar que hace tu vida más divertida, por vez primera veo que no te preocupas de algo más allá que tenga que ver con negocios. Yo me estoy divirtiendo de lo lindo viéndote enfurecer.
—Mamá...—Se quejo— Sabes que esto es serio, él bebé corre peligro.
—Si te preocupas de más perderás la alegría de saber disfrutar un embarazo ¿Que, acaso no haz pensado que podría ser? —Cuando Edgar miro a su madre una sonrisa se le dibujo en los labios, ni siquiera se había detenido a pesar en eso— ¿Quizá viene una mujercita a que termines una vez por todas tu problema con las mujeres?
—Creo que una bebé no tiene ese poder...
—Edgar, hijo, un bebé cambia tu vida, todo dentro de ti tiene sentido cuando un pequeño ser llega a tu vida, eso sentimos tu padre y yo cuando llegaste a nuestras vidas.
El chico se detuvo a pensar en las palabras de su madre y por vez primera se imagino a su nuevo hijo, idéntico a Jacob pero más parecido a su madre, con la sonrisa angelical y una mirada encantadora. Algo dentro de él exploto como fuegos artificiales haciendo que la anticipación y la emoción llenará su mente y corazón.
Pero había algo que le impedía tener un amor pleno, algo que lo mantenía sobre los pies en la tierra.
Morgana Thompson tenía que ser suya, la tenía que reclamar. Pero la actitud que apenas estaba conociendo de la mujer sólo le dejaban claro que no podía permitir otro sufrimiento más.
Sin querer le había dado su confianza y amor, sin embargo, el amor disminuía cada momento en que la chica le dirigía palabras hirientes. Pero una parte de él quiso comprender que quizá él no estaba haciendo las cosas correctamente, quizá tenía que ceder para poder descubrir a la mujer que realmente quería amar.
—Tus pensamientos volaron ¿No es así? Y ya que andas por ahí, me gustaría preguntarte ¿Realmente que quieres de esta relación? Sé que no te tomarías muchas atribuciones atribuciones solo quisieras a los dos niños, la cuidas como un perro guardián que ni siquiera dejas que su propio esposo la vea.
—Él no es su esposo—Dijo rápidamente — Jamás han consumado este matrimonio. Es ilegal.
—¿Entonces porque no dejas al pobre chico pasar?
—Porque no debe de acercarse a mi mujer.
—Bueno, no pensé que tuviera un nerdental como hijo—Ella levanto las manos en señal de rendición — Pero bueno, no soy nadie para juzgar. Pero si sigues jugando las cartas como ahora lo estás haciendo te iras de aquí, si con dos niños pero sin ninguna esposa que te acompañe hasta el final.
Margaret se levantó y beso la sien de su hijo. Esperaba que hubiera contribuido más más allá lo que su propio hijo podía imaginar.