Caníbal

Erick abrió los ojos y tardó un momento en poder ver bien donde se encontraba. Lo primero que vio fue a Jane vestida con un traje negro y luego a Jul, quien afilaba un hacha.

—¿Jul? —Erick la llamó débilmente y entonces Jul frenó un momento. —¿Por qué haces esto?

—¿Por qué lo hago? —Jul siguió afilando el hacha. —Buena pregunta papá. —Jul sonrió. Erick se movió y notó que estaba amarrado, así que, intentó desatarse.

—Señor Montés, es una mala idea seguir haciendo eso. —Jane dijo y Erick observó como Jul se acercaba con el hacha.

—Jul, soy tu padre ¡No me hagas esto!

—Sí, y me tocaste sin mi permiso. —Jul levantó el hacha en el aire.

—Sabes que eso fue una confusión, estaba borracho y pensé que eras tú madre. —Erick dijo desesperado, él no quería morir.

—Por supuesto, durante siete años seguiste confundiéndote. —Jul carcajeó como una loca y luego soltó el hacha al suelo. Erick suspiró pero, ese alivio pasó rápidamente cuando vio como Jul desabotonaba sus pantalones.

—Jul… ¿Qué haces? —Él le preguntó y Jul no respondió. Jane quien estaba parada al lado de la puerta observaba toda la escena con curiosidad.

—Los muertos no la necesitan. —Y de un tajo Jul lo cortó y Erick gritó de dolor. —Es por precaución, si hay una vida después de la muerte… es mejor que ya no tengas esto. —Jane embozó una sonrisa, el comentario de Jul le pareció divertido.

Jul se levantó y tomó el hacha, esta vez no escuchó las suplicas de su padre y le cortó la cabeza terminando con todo. Ese monstruo ya no vendría por ella jamás. Nadie la tocaría de esa manera asquerosa.

La cabeza de Erick rodó por el suelo y Jul se volteó mirando a Jane, esperando ser felicitada por ella. Jane solamente asintió y Jul corrió hacia ella abrazándola y manchándola de sangre.

—Deja de hacer eso. Odio los abrazos. —Sin embargo, Jul tomó rápidamente el rostro de Jane y la besó, era algo que Jane no se esperaba entonces, no sabía como reaccionar. Cuando ella sintió la mano fría de Jul en su rostro reaccionó y la empujó haciéndola caer al suelo.

Jane sacó su arma y le quitó el seguro apuntando a Jul, quien no hizo más que sonreír como una loca en el suelo.

—¿Me vas a matar? —Jul le preguntó a Jane y Jane dudó de jalar el gatillo. ¿Qué mierda le pasaba? Se preguntaba a ella misma. —Recuerda Jane, soy tu objeto preferido. —Jul dijo de una manera que le resultó extraña a la mismísima Jane.

Jane bajó el arma lentamente y después de ponerle el seguro lo guardó en su bolsillo. Jul se levantó del suelo y volvió a abrazar a Jane. Mientras abrazaba a Jane le susurró al oído.

—Te ves hermosa sonrojada. —Y esa acción hizo que Jane escuchara el sonido de su corazón palpitar a velocidad.

Jane volvió a empujar a Jul y salió de la casa caminando rápidamente por el bosque.

—Basta… ¡Basta! —Jane comenzó a disparar a cualquier ser vivo que viera en el bosque.

¿Te has enamorado?

Casi todos los del pueblo estaban nerviosos, habían escuchado disparos venir del bosque y sabían que justo esa temporada no era de caza.

Algunos se habían reunido en grupos, planeando como defenderse de esa niña rara al que todos temían y viendo el rumbo que había tomado el alcalde con encerrarse en su casa, lo consideraban como un gordo cobarde.

—Raquel, ¿Tu hijo sabe disparar? —Raquel negó con la cabeza. —Dios mío. —El hombre suspiró. Ese era el esposo de Janette, quién se había quedado viudo hace un año atrás. Nadie sabía cómo había muerto la pobre de Janette. —Entonces, me quedo contigo.

—Gracias, Dios te lo pague.

—No es nada. ¿Y pudiste llamar a Juliana?

Raquel negó con la cabeza de nuevo, sintiéndose preocupada por su amiga.

En otra parte del pueblo, Makoto el extranjero se hallaba sacando unas bolsas de su casa a escondidas, él miraba a todas las direcciones teniendo cuidado de no ser visto.

De las bolsas salía un hedor insoportable, él las cargó sobre su hombro y se fue en dirección al bosque.

Jane se despertó casi cayéndose de la cama, había vuelto a tener otra pesadilla. Ella escuchó unos tiros y se levantó para ir a ver. Cuando llegó a la cocina encontró un charco de sangre y acercándose más, vio el cuerpo de la cocinera y ama de llaves sin vida en el suelo.

—Jul. —Jul vino corriendo con el arma en su mano.

—¿Esto te molesta? Lo voy a limpiar rápido. —Se acercó y besó los labios de Jane, haciendo que ella haga una expresión de confusión. —Es que no me permitía cocinar para ti, entonces me enojé y la maté. No te molestes conmigo por favor, ¿Sí?

Volvió a besar a Jane, esta vez intentó profundizar, sin embargo, Jane la empujó y solamente se fue de nuevo a su habitación.

«Debería matarla justo ahora». Pensó Jane mientras volvía a dormir de nuevo.