Nicolina, una sexi y curvilínea Italiana regresa luego de 10 años, para abrir un Bar que promete subir el calor en los Ángeles.
Bruno Altamirano un seductor, frio y sumamente organizado, se abre paso en el mundo de la arquitectura, ajeno a que la jovencita de la que se enamoro perdidamente en su juventud, regresó a su vida ordenada tan solo para desmantelarla con un documento que podría cambiarlo todo.
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Solo una vez
-Por favor- imploro - se mía esta noche.
Nicolina sin esperar, se lanzó a esa boca que no dudo en corresponder ferozmente.
Las manos de Bruno bajaron hasta los glúteos y lo apretaron con fuerza.
Ella gimió sin poder controlar las ganas de ser tomaba y en un par de segundos ya estaba enredada a él, con sus piernas aferradas a la cadera.
Bruno mordió el labio inferior con fuerza, no podía respirar era la sensación más intensa en años.
-Solo una vez- alcanzo a decir Nico y el asintió viéndola a los ojos, dándole una sonrisa seductora- fanfarrón- gruño y volvió a besarlo
El vestido subió hasta su cintura y podía sentir las grandes manos apretando su enorme y firme trasero
Él adoraba la suavidad de la piel y tener tanto para agarrar. Se movió con ella hasta llegar al sofá y se sentó posicionándola bien, apretando con fuerza para que sintiera mas de él. Como lo tenía con solo con besos.
-¿Por qué?-musito, besando, mordiendo la piel de la barbilla y bajando por la cuerva del cuello hasta el borde del escote.
No quería una respuesta, solo entender el poder que tenía esa mujer sobre su persona.
Ella no respondió, había cerrado sus ojos con fuerza, estaba entregada aquellas sensaciones que la humedecían deliciosamente.
-Ahhh- exhaló y abrió los ojos al sentir su vestido rasgarse, dejando la mitad de su cuerpo desnudo.
-Así esta mejor- la voz ronca y la mirada penetrante sobre su cuerpo la estremeció.
Bruno llevo sus manos a la espalda que se arqueaba, para sostenerla, mientras su boca degustaba esas montañas que eran un paraíso terrenal.
Ella enredó sus dedos en las hebras color ébano, atrayéndolo más y se movió, generado un roce mucho más intenso.
Las mordidas fueron dejando marcas en la piel blanca y poco a poco fue ascendiendo para devorar los labios entreabiertos de placer.
Apretó la cintura guiando el movimiento, y protestado por la ropa que seguía estorbando. Sintió como Nico jadeo a su tacto y aprovecho para que su lengua danzara con la de ella.
La deseaba de una manera demencial, y estaba dispuesto a demostrárselo, pero la italiana lo a alejo dejándolo aturdido.
-Mi turno- relamió sus labios y sus manos jalaron la camisa sacándola por sobre la cabeza. El arquitecto que como todo niño bueno elevó los bracitos dejándose hacer.
Ella se puso de pie frente a él y terminó por sacar los restos de lo que fue un hermoso vestido de noche, quedando tan solo con unas bragas negras de encaje
Bruno trago en seco y ella disfrutó viendo como la deseaba.
Como toda una diosa se arrodillo entre sus piernas sin dejar de verlo
- No se vale, también quiero ver.
El extendió la mano y acarició las mejillas
- Eres condenadamente hermosa.
-Lo sé- guiño un ojo y sus dedos agiles deprendieron el pantalón. Él elevó las caderas para permitir que este se deslizara hasta abajo junto a su bóxer.
Cada movimiento fue hecho sin dejar de verse, como si se estuvieran desafiándose a cada segundo.
-Ven aquí preciosa- imploró, pero ella negó y sus labios se posaron en el abdomen perfectamente marcado
-Mierda- gruño al sentir los dientes y le lengua caliente marcar todo a su paso. Dejo caer la cabeza en el respaldo del sillón y pudo jurar que, si esa era su última noche, moriría feliz.
Nico no se privó de probar a ese hombre de arriba abajo, pero las ganas fueron mayores que la paciencia de Bruno que la obligo a pararse.
Sus manos apretaron las caderas frente a él, y observó cómo sus dedos se hundían en la piel, dejándola roja.
Nico inclinó la cabeza para ver como ese hombre se hundían en su vientre besándola, mientras amasaba su trasero.
Los dedos se enredaron en la diminuta tela y la deslizaron por las piernas sin dejar de besar todo a su paso.
Ella creyó que sus piernas pronto dejarían de sostenerla, pero cuando creyó que podría caerse, se encontraba nuevamente sobre él; piel con piel.
Bruno rodeo la perfecta cintura con sus brazos y sin dejar de verla se hicieron uno
-¡¡¡Siii!!!- grito la italiana y rodeo su cuello mientras sus caderas tomaban vida propia.
Se volvieron salvajes, sin dejar de morder sus labios a medida que maltrataban sus cuerpos en un intenso y placentero vaivén.
Y cuando creyeron que podían morir en aquella explosión intensa llego la calma.
Nico dejo caer su frente sobre la Bruno. Ambos estaban agitados y completamente sudados, pero con una radiante sonrisa en sus labios.
-Eso fue…
-Genial- terminó él y besó otra vez sus labios.
Ella intento ponerse de pie, pero Bruno apretó sus caderas haciéndola jadear una vez mas
-¿Qué haces?- preguntó seductora corriendo el cabello sudoroso de la frente de él, que la mirada embelesado.
-Aun no terminamos, preciosa- y sin darle tiempo la levantó para acostarla en el enorme sillón con él entre sus piernas.
-Dije solo una vez- y un gemido escapó de sus labios al sentirlo tan profundo.
-Siii, solo una vez y quizás otras más- mascullo, Bruno, besando sus labios con fervor.
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