Faltan once minutos para la media noche, Alejandra con el teléfono en mano espera ansiosamente que pasen esos sesenta segundos que la separan del "Hola" de su confidente desconocido. Con él puede ser ella misma, sin la máscara de estoica que desde su infancia se colocó.
Franco está en su habitación, ya ha escrito su acostumbrado Hola y cuenta regresivamente los 25 segundos para pulsar enviar. Él es un ser sensible sin saberlo, su oculta pasión por las artes lo llevó a ella, a esa mujer de la que no conoce ni su nombre, ni su rostro, ni su edad, pero que lo sensibiliza al extremo de sentir sus caricias en el alma.
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Veinte
^^^A RiYue87🇻🇪 quien por muchos capítulos fue mi única lectora y animaba cada día a seguir adelante. Gracias, tus comentarios, actitud y apoyo son muy valiosos para mí, siendo a la vez motor ante mi responsabilidad de escribir, aunque sea para una sola persona.^^^
^^^Lía Thiago 🌹^^^
Alejandra se desvanece en los brazos de su hermano, un hilo de sangre resbala por la comisura de sus labios y la desesperación se apodera de todos los presentes, los gritos desgarradores de Pedro y Franco pidiendo auxilio, crean el caos necesario para la huida de los malhechores. Con ella en brazos el mayor de los vástagos Smith, corre un tramo de la calle en busca de ayuda sin detenerse a pensar que los vehículos están ahí, cerca de ellos; el angustiado novio trata de arrebatarla de sus brazos, pero su cuñado no lo deja, por su mente pasan todos los escenarios y el dolor de lo que puede ser una inminente pérdida. Atrás quedaron los enfrentamientos absurdos, su hermana está malherida por protegerlo a él, el arrepentimiento por sus actos del pasado lo consumen y las lágrimas brotan incontrolables.
En medio de la anarquía, Carlos Alcázar impone la cordura obligando a Pedro a entrar con Alejandra en el vehículo, ni en ese momento ha dejado a Franco tomarla en sus brazos; presos de la angustia la trasladan sin perder más tiempo entre las exigencias, por parte de los jóvenes de aumentar la velocidad, y las plegarias.
En pocos minutos aparcan en la emergencia del "New York Presbyterian Hospital" y son recibidos por el equipo médico y paramédico que actúa de inmediato. Puertas tras puertas siguen la camilla hasta que no pueden seguir avanzando y toca esperar frente a ellas.
El patriarca de los Alcázar abraza a su hijo y como si de un niño se tratara, Franco rompe en llanto en brazos de su padre, el terror está instalado en sus huesos y no le queda más opción que implorar a las divinidades que se le puedan ocurrir.
El médico inserta la sonda pleural, para liberar el aire acumulado en la pared torácica y que el pulmón colapsado pueda expandirse, Alejandra sigue inconsciente, todo indica que amerita cirugía para cerrar la fuga de aire en su pulmón derecho, deben estar seguros del tamaño de la abertura porque, de ello depende la gravedad del neumotórax y por consiguiente el grado de colapso pulmonar...
El tiempo pasa en completa incertidumbre y no hay noticias de Alejandra, Marta llora mientras es abrazada por su hijo menor, Jesús maldice la valentía de la chica y Pedro está mirando al suelo en silencio, atormentado por sus remordimientos, mientras Lilly no para de hablar pidiéndole que se vayan.
—Aquí no hacemos nada, si pasa algo que te avisen— dice sin conseguir respuesta de su pareja —vámonos Pedro, yo estoy cansada y no me gustan los hospitales— el hombre levanta la mirada.
—Nadie te pide que estés aquí, puedes irte cuando quieras— responde.
—¿Pretendes que me vaya sola?— cuestiona molesta entre dientes —te recuerdo que estoy aquí por tí y conste que no te estoy reclamando por dejarme botada en el restaurante.
—¿Es en serio lo que dices? — habla exasperado, lejos de ser un apoyo emocional para él, ella lo atosiga, por lo que señalando la puerta de la sala de operaciones agrega —Esa que está ahí adentro es mi hermana, hasta no saber de ella no me moveré de aquí.
—No puedes hacer nada, tú no eres médico— Pedro se siente decepcionado ante el grado de indolencia de la mujer que ama, pero la discusión es interrumpida por los gritos de Marta.
—¡AY BELKIS, MI HIJA, TU AMIGA SE ESTÁ MURIENDO!— dice a viva voz al ver llegar a la amiga de Alejandra junto a su padre, dejando a los Alcázar sorprendidos con la reacción, ya que ellos no están al tanto de cuánto le gusta el protagonismo a su consuegra.
—AQUÍ NO SE ESTÁ MURIENDO NADIE— dice furiosa y en voz alta Stella; a ella le costó mucho calmar a su hijo como para permitir que lo alteren sin que aún haya respuesta de los médicos. Después en un tono más calmado, pero firme, agrega —mi nuera es fuerte y saldrá de esta.
Marta intentó replicar, pero su intención se queda en el aire cuando Clemente Córdoba la reprende...
Después de lo que pareció una eternidad, las puertas se abren y de inmediato todos abordan al médico.
—¿Familiares de Alejandra Smith?— pregunta el galeno.
—Nosotros doctor, ¿Cómo está mi mujer?— se adelanta Franco a cuestionar antes que cualquier otro.
—Tuvimos que intervenir quirúrgicamente para reparar el pulmón, pero afortunadamente todo salió bien— todos pudieron respirar aliviados.
—¿Podemos verla?— pregunta su madre.
—Por los momentos no será posible, estará algunas horas en la unidad de recuperación y luego será trasladada a una habitación, ya se les avisará— contesta.
—Gracias doctor, si a ella le pasa algo, no sé qué haría— expresa ya más calmado su novio.
—No se preocupe, ella está bien, ambos están bien.
—¿Ambos?— pregunta Franco tratando de confirmar lo que las palabras del médico le hacen sospechar.
—¿No lo sabía?— inquiere el cirujano con una sonrisa colocándole al asombrado canadiense una mano en el hombro —su esposa está embarazada. Felicidades — dió media vuelta y se retiró del lugar dejando todos mudos y al futuro padre con sentimientos encontrados. Él sigue preocupado por el estado de salud de Alejandra, pero a la vez es feliz porque el fruto de su amor viene en camino.
felicidades a la autora
Felicidades! Gracias por compartir tu talento!
Dios te bendiga 🙏