MI DUQUESA

Ya habían pasado varios días desde que Alberto se había marchado y su esposa se sentía algo desolada por su ausencia.

Constanza les permitió a todos los de servicio ir a misa por el día de su santo. Raquel insistió, en por lo menos, quedarse ella, pero la Duquesa rechazo su oferta "Podremos arreglárnosla solos por un par de horas" dijo. De igual manera quiso un té y fue a la cocina a preparárselo.

Por su parte, Cristof, había invitado a Inés a dar un paseo, la joven se encontraba algo deprimida desde los últimos acontecimientos. Ya estaban de regreso y caminaban por el salón, cuando de repente la puerta se abrió e ingresaron unos hombres.

Rápidamente, Cristof, se posicionó delante de Inés y tomo su espada, la cual siempre llevaba consigo desde que lo hirieron.

-¡¿Qué desean?!- pregunto

En ese momento paso al frente el hermano Renoir vivo.

Al ver esto, se preocupó, tomo a Inés del brazo y le gritó "CORRE".

La joven corrió hacia la puerta, pero se topó con su tío, así que corrió hacia el otro lado. De reojo pudo ver a Cristof peleando, era muy bueno con la espada, ya había abatido a dos, pero quedaban muchos más y el peor de todos ¡El hermano Renoir!.

Constanza se disponía a tomar un té en la cocina, pero decidió acompañarlo con unos panquecitos que había en una fuente sobre otra mesa. De repente, entro Inés corriendo muy asustada.

-¿Qué sucede?- pregunto sin entender nada, hasta que vio entrar al "Tío" junto a otros dos hombres, así que se puso delante de la chica.

-Solo vengo por ella ¡ENTRÉGUELA!- ordenó Benavides.

-¡NO! ¡MARCHARSE!- grito ella con valentía, aunque en realidad estaba muerta de miedo.

-¡HE DICHO QUE ME LA ENTREGUE!- respondió el hombre.

-¡HE DICHO QUE NO!- grito aún más fuerte la Duquesa.

-Entonces no me queda más remedio...- dijo El tío caminando hacia ella, Constanza abrazo a la chica, pero justo en ese momento entro Alberto, quien al parecer, apenas había llegado, y le disparó a uno de los otros dos maleantes.

El Duque sacó rápidamente su espada y comenzó a pelar con Benavides.

Ellas caminaban hacia atrás, mientras el otro hombre que quedaba vivo iba hacia ellas. Constanza comenzó a arrojarle todo lo que encontraba a su paso, utensilios de cocina, e incluso frutas que había en un canasto.

-¡HUYE!- le gritó a la chica mientras lo hacía.

-Pero ¿Y usted...?- pregunto muy asustada Inés.

-¡HAZME CASO!- insistió la Duquesa y la empujó un poco como pudo. Entonces, la joven salió corriendo hacia el patio de atrás.

Mientras tanto, Constanza continuaba arrojándole cosas al malviviente, pero nada lo podía detener. Pero el sujeto llego hasta ella, la tomo del cuello y la arrojo sobre la mesa para quitarla del medio, allí encontró un cuchillo, lo agarro y lo atacó, produciéndole un corte en el brazo, para detenerlo. El hombre freno sus paso y volteo hacia ella. la tomo del cuello y la arrojo sobre la mesa nuevamente, apretando sus manos.

Constanza no podía respirar, desesperada, con una mano trataba de quitarse las del hombre del cuello y la otra la llevaba hacia atrás, pegando manotazos, para ver si encontraba algo con lo que poder defenderse.