Melanie fue llevada a la guillotina, junto con su familia, gracias al descubrimiento de sus crímenes. Sin embargo, se arrepentía del ser que fue, ¿tendrá una segunda oportunidad para cambiar sus decisiones?....
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Capítulo 20
Empezaron todas a cotillear entre ellas, sorprendida por lo que decía la muchacha. Janet comenzó a elogiarla y hacer suposiciones
-¿Miré si la elige para ser su emperatriz? Sería muy romántico, un amor desde la infancia-
Todas suspiraban y comenzaron a armar tramas de novelar románticas en su cabeza.
Hasta que un comentario, de la señorita Luisa saca a todas de su nube
-Pero Farel, ¿no es solo su apellido de soltera? ¿Su apellido de casada no es Di' sepolo?-
Me quedo observándola unos segundo, hasta que mi cerebro hizo reacciona
-No me diga que usted es la legendaria "última concubina", de este imperio-
Todas se quedaron observando, por lo que recuerdo la concubina no salía del palacio, nadie sabía quién era, en mi vida anterior se decía que tenía tanta vergüenza que solo se recluyó en el palacio más alejado, creo que fue un tema bastante candente cuando todo recién paso, no se sabía el nombre ni a qué familia pertenecía, solo se conoció como la última concubina permitida por el emperador. El trasfondo nunca se supo, tampoco me importó. Sin embargo, ahora tengo curiosidad por esta muchacha.
Comienza a reír falsamente y me dice
-Sí, soy la concubina del hermano del emperador-
A lo que Luisa responde
-Entonces ya no tienes oportunidad con el emperador, es decir, ya te acostaste con el hermano, sería muy raro eso-
Se veía a Anabela, como cerraba sus puños cada vez más, pobre chica debe tener todas las manos marcadas. Mientras, una de las damas reprende a Luisa
-No digas esas cosas tan vulgares, Luisa-
Antes que Luisa, pueda contestar, interviene Janet
-Bueno chicas no hablemos de esas cosas, quien sabe tal vez tengan un amor que traspase barreras y vuelvan a encontrarse para estar juntos-
Comienzo a reír dulcemente para contestarle
-Sería una linda historia de cuentos de fantasías, ya me imagino el título “de concubina a emperatriz”-
Janet cambió el tema rápidamente, no se habló más de la familia real. Sin embargo, por alguna extraña razón, parecía que la anfitriona quería tirarle flores a esa mocosa que se cree que tiene posibilidades, con mi emperador…
La tarde siguió bastante tranquila, al momento de retirarnos se me acerca Luisa
-Disculpe señorita Liberto-
-¿qué sucede?-
-Me avergüenza pedirlo, pero ¿compartiría carruaje conmigo? El que me llevaría a mi casa se averió y tardaran en arreglarlo-
-No hay problema, ven-
Nos dirigimos al carruaje, le aviso al cochero que primero pasaríamos a dejar a Luisa y luego volveríamos al ducado.
Una vez dentro del carruaje, veo que se tira despreocupada sobre el asiento, hasta que se exalta y se sienta como una dama, por mi parte al ver ese acto comencé a reír
-Siéntese cómoda, no hace falta ser tan estricta-
-¿Es así? Porque los rumores no la favorecen, perdón no tuve que decir eso-
-No voy a negar que actué imprudentemente en el pasado, pero hoy soy una persona renovada, con un pensamiento más abierto-
-Me agradas, no pareces falsa, como esas niñas estiradas-
-Tienen mucho que aprender…-
Estuvimos hablando todo el camino, resulta que Luisa es del campo, su familia hizo una buena fortuna, negociando con productos de su lugar natal. Poco a poco se volvieron comerciantes y son los nuevos ricos en la capital.
Me contó que al llegar aquí, pago a un gremio oculto, por información sobre todas las damas de renombre con las que se podía cruzar en una fiesta, por ellos tenía chismes escandalosos de todas, me encanto esta chica.
Aproveché y le pregunté sobre Anabela, me contó que los rumores de que el emperador no podría tener descendencia, comenzaron cuando tenía quince años, al momento de que la corona pase a su poder, pues su padre estaba enfermo.
Se le había exigido que para el puesto de emperador, despose a su prometida. Así apaciguarían los rumores, sin embargo, pasó algo inesperado, el emperador de un día al otro lo subió al trono, sin requerir esposa ni nada.
Resulto que la prometida del heredero, se enamoró del hermano mayor y terminaron acostándose juntos, en aquel momento quedo embarazada, pero lo perdió al poco tiempo.
Las malas lenguas dicen que la cuñada del emperador, estaba tan furiosa que fue la culpable de que ese bebe no naciera, nadie la juzgo, ni el mismo emperador.
Sin embargo, el hombre puso la ley que hoy en día conocemos, no se pueden casar hasta los dieciocho. La chica, en aquel entonces contaba con quince años, por lo que tuvo que vivir en vergüenza, hasta los dieciocho, pero como el hombre que la desposaba ya estaba casado, iba a ser la concubina.
Al día siguiente que se casaron, el emperador saco la segunda ley más popular en su reinado, desde ese día ninguna persona podría volver a tener concubinas.
El emperador, tomo su venganza poco a poco y la chica luego de no obtener nada, se recluyó en el palacio más alejado dentro de los terrenos del hermano mayor. Nunca más se la había visto, hasta ahora.
-Bueno señorita Melanie, acá está mi casa, ¿puedo enviarle una invitación para volver a vernos? Quisiera ser su amiga-
Con una sonrisa radiante, le conteste
-Claro, seremos amigas, espero con ansias su invitación-
Me despedí rápidamente y volví al ducado, debía terminar de preparar todo, pues al otro día viajaría.