Enséñame A Amar Una Vez Más.

Luego del almuerzo, los adultos se retiraron al jardín para conversar y tomar té, mientras tanto, los jóvenes fueron dejados atrás para pasar el tiempo.

Al quedarse sola con estos dos seres despreciables, Sabrina regreso al patio de su madre, no deseado estar con un mocoso que no sabía tratar a las mujeres ni una zorra engreída.

Al ver a la chica irse con una expresión helada, Amelia soltó un bufido y se dio la vuelta con la intención de regresar a su patio, sin embargo, un momento después recordó algo ¡El regalo de Noah!

Ella miró a los alrededores, encontrando a su sirvienta personal en la esquina del salón aún con la larga caja en manos. Apenada con Nany, Amelia le indicó que se acercará.

Nany se acercó apresuradamente y se inclinó ante ambos antes de entregarle la caja a su Señorita, quien por supuesto, debería entregarla personalmente para expresar su completo acuerdo con el compromiso; aunque Amelia no sabía esto.

-Toma, este es el regalo que prepare para ti. Escuché que te gustaban las espadas, así que creo que fue el más indicado.- Ella levantó la barbilla con arrogancia y altivez, mostrando su regalo como si fuese el tesoro más precioso del mundo.

Noah tomó la caja larga con su brazo izquierdo antes de abrirla con la mano derecha, sus ojos se centraron en una espada de al menos 5 pulgadas de largo con filo plateado.

Su mango de madera había sido exquisitamente tallado con un dragón serpiente que se envolvía cuidadosamente al mango, como si lo resguardara. Justo en la punta había una piedra de color negro brillante que soltaba un brillo extraño con la luz del sol.

Él la tomó por el mango, su primer sentimiento al sostenerla fue comodidad, ya tenía algunas espadas para entrenar, sin embargo, aún no había logrado conseguir una espada adecuada para acompañarlo siempre.

Bueno, la elegida había llegado a sus manos hoy y a manos de su futura esposa ¿Coincidencia?

Él lanzó la caja lejos y probó la espada con movimientos rápidos y fluidos. Pensó que el mango sería incómodo por el dragón enroscado, sin embargo, resultaba sumamente conveniente para acomodar sus dedos en la posición correcta.

-¡Ten cuidado!- Exclamó Amelia al ver la espada pasar cerca de ella, el filo plateado parecía silbar cuando cortaba el aire.

-Te estoy sinceramente agradecido, acepto con gusto tu regalo.- Noah hizo una reverencia cortés y sonrió con satisfacción hacia la chica, el brillo de felicidad en sus ojos fue muy difícil de ocultar.

Con esto, Amelia ya no podría retractarse sobre el matrimonio.

-Por supuesto que debes aceptarlo con gusto, fui yo la que lo preparo para ti ¡Si dices que no te gusta, te golpeare a morado y azul!- Amenazó ella con una expresión feroz en su rostro.

-Sí, sí, lo que tu quieras.- Le dijo el joven con una sonrisa gentil, primera que veía Amelia en el día, ella no pudo evitar sonrojarse un poco y sentirse avergonzada.

De repente, sintió una mano acariciar su cabello.

-¿Sabes? Mi hermano tenía razón, hasta que no lo hiciera por mi propia cuenta, no sabría como se siente acariciar el cabello de alguien como si fuese un cachorro.- Comentó Noah con un ligero tono de sorpresa, frotando su palma abierta en el cabello de la chica.

¿Cachorro? ¡¿La acaba de llamar cachorro?! ¡¿ACASO LE VIO CARA DE PERRO?!

-¡No soy un perro!- Le grito la chica al joven antes de apartarle la mano con enojo, su expresión se oscureció y rápidamente se dio la vuelta dando pisotones con dirección a su patio.

Noah se rio en voz baja antes de colgar la espada en el cinturon de su túnica y seguirla con las manos detrás de la cabeza, luciendo perezoso y tranquilo.

Nany los siguió desde atrás manteniendo la distancia, comiéndose las uñas en nombre de su Señorita ¿Por qué tuvo que reaccionar así? ¿Acaso no sabe que el tiempo que tiene para llevarse bien con el joven Noah es poco?

-¿Porqué me sigues? ¡Pareces cola de perro!- Exclamó Amelia con el rostro frío, mirando al chico que venía detrás de ella con paso lento.

-Oh ¿Entonces aceptas que eres el cuerpo del perro?- Le preguntó con un tono burlón y gracioso, levantando la ceja como si sintiese curiosidad.

-Uh...- La chica se quedó sin palabras ante esa pregunta, su rostro se oscureció y se lanzó sobre Noah, sin embargo, ni siquiera logró tocar el borde de su túnica.

-Parece que te gusta atrapar el aire ¿No sabes que eso es imposible?- Preguntó Noah a solo unos metros de ella mientras la miraba con una expresión tranquila. Amelia apretó los dientes.

Ella es una dama, no puede rebajarse al nivel de este mocoso, simplemente no puede. Ella enderezó su postura y relajó su expresión.

-Por supuesto, una tortuga como tú jamás podría alcanzarme, ensuciarias mi túnica si la tocaras, no puedo permitir eso.- Provocó el chico con un tono perezoso, mirando hacia la nada como si nada pasara a su alrededor.

Con cada una de sus oraciones, una vena aparecía en la frente de Amelia, su sonrisa se volvió extremadamente rígida y sus ojos cada vez más irritables.

-¡Este mocoso arrogante!- Murmuró en voz baja con los dientes apretados.

Sin poder aguantarlo más, se lanzó sobre el chico, sin embargo, una y otra vez, sus manos nunca lograron tocar si quiera el borde de su túnica. Ambos corrieron por el patio, uno detrás del otro, Noah huyendo y Amelia siguiéndolo.

-¡Detente de una maldita vez, mocoso de mierda!- Gritó la chica desde atrás, siempre había sido muy buena en artes marciales y tenía buena condición física, pero al lado de Noah, parecía una principiante.

-No sabía que habías extendido tu vocabulario de palabras obscenas.- Comentó Noah desde arriba de la rama de un árbol.

Su sonrisa era brillante y hermosa, pero a los ojos de Amelia, era la sonrisa más narcisista y burlona que jamás haya visto.